On the road (Hopemin)

III

<<Las ruedas de los autobuses van, girando van, girando van. >> Tarareas la canción infantil en tu cabeza mientras observas las limpias ventanas y nuevos asientos. Este tipo de buses es gratificante. Hasta dan ganas de montarse en uno. Disfrutas de su apariencia y comodidad. El clima es el usufructo de una semana de lluvias y bochornos. Respiras el aire fresco que trae consigo. Sientes tus ojos cerrarse. No lo permites. De cualquier forma, ¿qué probabilidad hay de volver a subir a este bus en un mes?

El chico de las sonrisas desafiantes te observa cuando abres los ojos. La sangre sube a tus mejillas y le sonríes de vuelta. Tres meses. La última vez que lo viste. Tres meses. Asiente como si tu sonrisa hubiese sido una orden. Y toma asiento.

Junto a ti.

Sientes tu rostro arder y miras por la ventana. Suelta una risa con superioridad y saca un libro de su mochila. Lo observas con cautela. "Rebelión en la granja", se lee en la portada.

-Orwell- pronuncia con el característico acento coreano- ¿Lo conoces?

Su voz es suave. Aguda. Ligera. Y dulce. Te embriagas de ella. Te regocijas con cada sílaba que su boca produce. Tu estomago tiembla y sientes espasmos ligeros un poco debajo de éste. Sonrojándote.

Niegas con la cabeza y regresas tu vista a la ventana. Te mirará fijamente y harás un esfuerzo por deshacerte de su mirada. Cuando lo consigas, él estará leyendo con atención. Sonríes ante la perspectiva. Tu boca quiere moverse. Tus cuerdas vocales desean hablarle del clima, por vulgar que parezca. Aunque Wilde se burlase de ti, no importaría. Pero es imposible, el metal inodoro no te alienta. Alzas la mirada y una mujer con un bebé te observa. Le ofreces el lugar y pides permiso al muchacho. Se levantará para que pases.

Y se quedará parado a tu lado, sosteniendo el libro en una mano.
Te confundes y lo miras extrañado.

-Es para que vaya más cómoda-se justifica y te sonríe amable.

Asientes.

-Park Jimin- le escuchas decir; está mirando a la ventana -. Es mi nombre, Park Jimin.

-Jung Ho Seok-te presentarás tímidamente y esbozarás una sonrisa amigable.

Entonces, el que hasta entonces había sido desconocido, asiente con la cabeza como al inicio. Arriba. Abajo. Arriba.

Y se baja.

Tu mente maquinará hasta que te toque bajar, sacas tu teléfono y lo buscas en Facebook. Acosador. Antes de que termine de cargar, sales de ahí y te regañas por tu comportamiento...

Ya tienes muchos amigos. Además no te pueden gustar los hombres. Aunque lo hagan.