IV

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La lluvia corre por la ventana, observas con una sonrisa pequeña en el rostro, imaginando que las gotas tienen una carrera para llegar al borde de la ventana. Apoyas a la de la izquierda. "¡Vamos gotita, tu puedes ganar!" susurras y le das golpesitos al vidrio para que caiga más rápido. Te distraes en el juego, tomando partido por una o por otra, al azar. La señora delante de ti, voltea molesta por el constante golpeteo en el cristal, le sonríes apenado pero no dejas lo tuyo. La carrera de gotas de lluvia es más importante que cualquier otra cosa cuando no llevas audífonos. Indignada, se cambia de lugar y sonríes con cinismo, sigues jugando.

—Le apuesto a la de la izquierda— escucharás a tu compañero de autobus, la fina voz del muchacho de los ojos sexys.

—Veamos— aceptas su desafio y picas el vidrio. Cae su gota antes y lo miras sonriente.

Te sonríe de vuelta. Y toda da vueltas, regresas la mirada al vidrio pues temes y tu confianza salga a la luz. Espantandolo.

— Vale, vale— ríes— , dos de tres, ¿ok?

Sólo asiente. Y empatan. Ganas tú y se resiste. Pide tres de cinco. Y cinco de diez. Los nervios se alejan y se ven reemplazados por un atisbo de sosiego.

El agua corre por la ventana, que has dejado de golpear. El ambiente es tranquilo, cómodo y las pequeñas casas pasan ante ti como simples borrones. Manchitas que dejan de importar a su cálido costado. Ambos ríen y se retan constantemente. Como niños pequeños jugando con sus muñecos. Te sonreirá achinando los párpados. Real. Así es como es él. Le sonríes de vuelta. Tímido.

Terminan las cinco de diez y ganas, "es porque él no sabe elegir" te dices. Pero quizás, en el fondo, te engañas. Porque te das perfecta cuenta de que te está dejando ganar. Sus brazos rozan los tuyos cuando juguetea. Firmes. Cálidos. Deseas abrazarlo como sueltes hacerlo con tus amigos, pero te contienes. Eliges una gota pequeña para que él te pueda ganar. Entonces sonríe y elige una aún menor. Niegas con la cabeza y buscas una más pequeña, pero el camino que lleva la que él eligió está lleno de agua que la va llenando; así que gana. Y te sonríe apenado. ¿Cómo será posible que aquel que te miró arrogante ahora haga lo imposible por dejarte ganar? Si que es raro.

— El que pierde invita kimchi.

Su propuesta te toma por sorpresa porque, eso no sólo significa comer kimchi.

Significa bajarse del autobús.

On the road (Hopemin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora