X

8 2 0
                                    

 Las suaves y tupidas mejillas del menor se ven atacadas constantemente por tus inquietas manos, al punto que de haber tenido un rubor por la pena, ahora están rojas por haber sido apretadas sin piedad, te has pasado el camino entero jugando con su cara, haciéndole gestos de molestia juntando sus cejas; jalando sus labios abajo para decir que estaba triste, o simplemente exprimiéndole las facciones en una máscara de perro arrugado. Para verse besado entre cada maldad y abrazado entre todas las burlas.

— Hoseok, ¿no crees que ya es demasiado skinship? —sus curiosos ojos se convierten en una fina línea.

— ¿Qué?—le miras risueño—.Nunca es demasiado, Jimin.

Nunca es demasiado. Nunca. Aunque sólo hayan estado juntos tres meses. Juntos arriba y abajo del bus. Nunca tienes suficiente del menor, pero sabes parar cuando él ha tenido suficiente de ti. Inocente. Sonriente. Él es tan genial, tan apuesto y tan... tan, tan. Un "tan" se antepone ante cualquier adjetivo que se decida a deslizarse por tus labios.

— Es que esa anciana nos está viendo rara, seguro la estamos incomodando.

<<Esa anciana debería quitar su senil vista de ti, eres demasiado bello para ella>> piensas pero evitas decirlo enfrente de la señora porque no estás en busca de ser grabado y expuesto en redes sociales como "lord bus" o algún peyorativo por el estilo. Así que sólo sonreirás pensando en lo simpática que se ponen las amigas de tu abuela y que de vez en vez te regalan un dulce aun cuando, según tú, ya eres un adulto responsable. Porque probablemente esa viejita sea como las amigas de tu abuela. Probablemente no esté interesada en el pequeño. O probablemente sí.

La fulminas ligeramente con la mirada.

—Pues, ¿para qué mira hacia atrás?—alzas la voz un poco para que la indiscreta viejecita mire de vuelta al frente —No le vaya a dar tortícolis.

Ruegas porque Jimin no sea gerontofílico. Da asco sólo pensar en ello, lo escrutas nervioso ante el pensamiento. Es tan tierno que ni siquiera sabría qué es eso.

—Hyung—se quejará con tono preocupado—, creo que se molestó.

Asientes observándola.

—Pobre— ríes divertido—, pues que no vea hacia acá—vuelves a alzar la voz y la anciana retira completamente su radar.

Suspiras aliviado aunque un poco culpable por ser tan grosero. Te encoges de hombros. De cualquier manera estás acostumbrado a perdonar rápido, si la anciana no lo está es su problema. Su problema.

Observas al menor, su blanquecina piel y sus alargados y pícaros ojos que evolucionan a una raya cuando sonríe "¡Abre los ojos!", amas decirle cuando ríe, provocando que estos sólo se pierdan más. O cuando sonríe ante algún detalle la ova es "¡Que los abra! ¡Que los abra!" aunque los dos saben que no se refiere al regalo sino a sus pupilas. Sus carnosos labios enrojecidos por el roce con los tuyos. Sus largas pestañas y sus pronunciados huesitos de las clavículas.

—Hyung— interrumpe tu ensoñación—, me voy a mudar.

Y ahí es cuando todo cambia.

Y el autobús se estrella.

Y tu corazón escurre por el parabrisas.

On the road (Hopemin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora