XII

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 El cálido toque de sus pequeñas manos en las tuyas. La limpia imagen de sus elevados pómulos al sonreír. Suaves bultitos brotando de sus pectorales. Sus labios curvándose en una impresión pura. Su aterciopelada voz acariciando tus oídos. Los recuerdos debajo del bus. Las citas al río o al centro comercial. Cuando te llevó a un establo alegando que deberías conocer a tus hermanos. O aquella otra ocasión dónde te obligó a ver una película de terror a su lado, y no le importó cuántas veces lo patearas, gritaras o mordieras, porque podía protegerte en sus brazos de un estrés que él mismo incitó.

La vez en la que su padre se revolvió incomodo ante la novedad de que su primogénito gustase de los hombres; "Pero si Hobi no es un chico, es un caballo" bromeó Jimin restando importancia y el señor sólo te observo con preocupación. En el momento en que saliste de casa te acompañó y amenazó con voz de ultratumba; "rómpele el corazón y yo iré a buscarte para patearte el traserito", no pudiste tomarlo en serio, ¿quién dice traserito cuando amenaza? Tu suegro te guiñó el ojo cómplice y desapareció en la cocina para limpiar los estantes riendo.

Los roces de sus labios y torsos desnudos. El ataque asmático después de besarle por primera vez, que ahora, varios meses después de haber sucedido era gracioso, pero que en ese momento casi le cuesta un infarto de miedo a tu amado.

Llevas los recuerdos clavados en el pecho como cuarzos en la piedra, brillando incrustado en ésta. Revolverás entre tus manos la cadena de plata. <<Ojalá no sea un hombre lobo>>.

Y él toma asiento. A tu lado. Como siempre.

— ¿Cómo estuvieron hoy las carreras? —Pregunta riendo.

—Pensé que el que seas mi novio te haría buscar otros motivos para burlarte— haces puchero—; ni siquiera parezco un caballo.

—Lo siento, bonito—ríe bajito para después dejar un cálido beso en tu mejilla.

—Entonces, ¿te vas en una semana? —más que preguntarlo, lo vuelves a afirmar como si repitiéndolo el tiempo se parase.

—No hyung, pasado mañana— suspira triste y mete sus manos en tus bolsillos, intentando calentarlas.

—Jimin— llamas, suspendiendo su nombre en el aire.

— ¿Si, hyung? —pregunta mirándote interesado

—Uhm— haces una pausa buscando las palabras correctas— estoy tomando clases de tallado en madera, bueno, tallè este collar para ti, intenté hacer algo menos cursi pero esto me salió.

Extenderás una pieza pulida, un corazón pequeño enganchado a la cadena de plata, observarás su rostro inundarse como el mar a tu izquierda. Triste. Contradictorio. Feliz. Metes las manos a tus bolsillos, uniéndolas con las que ya los ocupaban, y acariciándolas con cuidado y cariño.

—Hyung, gracias— susurra— es muy bonito.

—Así ahora sólo tienes que respirar para sentir mi corazón contra el tuyo— susurras en privado y se lo cuelgas.

Ríe. Y sus dulces labios se unen con los tuyos. Y sus suaves yemas acarician las tuyas.

Sería algo lindo, supones. Si el lugar al que se mudara no estuviese a cuatro horas y media de viaje en bus.

On the road (Hopemin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora