Capítulo 9. San Francisco (primera parte)

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El domingo...

-¡Hola, guapa!

- Mañana en la noche iremos al Bilongo, ¿vienes con nosotros?

-Eso me vendría bien, pero mañana viajo con Carter a San Francisco.

-¡Qué perra! ¿Te lo estás tirando?

-¡Por Dios, eso quisiera! Vamos por trabajo. De verdad quiero ir al Bilongo, ¿por qué no vamos mejor el jueves?

-El jueves será. Si encuentras un hombre apuesto, follatelo.

-Lo mismo digo. Y piensa en mi mientras lo hagas.

Escucho a Lisa reír al otro lado del teléfono.

-Te quiero. Nos vemos cuando regreses.

-¡Arrivederci!

-¡Bon voyage!

Cuelgo el teléfono.

Ahora, ¿qué me llevaré a San Francisco? Quizá deba preguntarle a Mike.

Al terminar de hacer mi maleta, me doy cuenta de que es enorme. Habría sido feliz con solo un par de botas, unos jeans y unas camisetas. Pero Mike dice que la elegancia ante todo, y me ayudó a escoger unos aburridos trajes de trabajo, no obstante metí a la maleta unos jeans y mi chaqueta de cuero mientras Mike no me veía. No pienso viajar sin mi chaqueta de cuero. 

-¡No puede ser! -grita Mike asustado y después pregunta-: ¿Vas a llevarte esto?

Me doy la vuelta y veo que deja caer el estuche en donde traigo mis juguetes.

-Con cuidado que son frágiles.

Recojo el estuche y observo que todo este en orden.

-¿Es lo qué estoy pensando? -pregunta Mike.

-Sí. Son consoladores, pero no me gusta llamarlos así -saco uno, se lo muestro y digo-: Este se llama Will Smith -sacó otro juguete y continuo- Y este se llama Leonardo DiCaprio.

Mike no aguanta más y se ríe en mi cara.

-¿Y por qué te vas a llevar esto? -pregunta riendo.

-¿Qué tiene de malo? A veces me siento aburrida y estos dos me han hecho pasar maravillas.

Mike ríe. Yo río.

-No puedo creer lo que escuchan mis oidos.

-Si esto te impresionó, mejor ni te enseñó los que tengo en mi cajón.

-¿Hay más?

-Sí. Tengo a Johnny Depp, Brad Pitt, Ryan Gosling, Orlando Bloom...

-¡Basta! -me interrumpe- Mis oídos están sangrando.

Me río a carcajadas por la cara que pone Mike. Sin duda debe pensar lo peor de mí en estos momentos.

Al día siguiente...

El despertador suena a las cuatro de la mañana. Con los ojos aún cerrados, estiró una mano para apagarlo.

¿Qué pecado he comentido para merecer esto?

Me levanto. Prendo todas las luces y camino por el pasillo hasta el baño. Lavo mi cara y, después, mis dientes. Me niego a bañarme a esta hora, prefiero hacerlo en el hotel. Me visto.

 Me visto

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