Era la primera vez que viajaban en un autobús interurbano para ir a Madrid desde Alcalá en el mes y medio que llevaban en Madrid, llevaban una semana de clases y los compañeros de James le habían hablado del rastro. Entre los tres (especialmente Sirius y sus visitas nocturnas a su cuarto) habían conseguido convencer a Remus para ir con ellos ya que tenía planeado un bonito domingo haciendo maratón de Cuéntame, le quedaban un par de temporadas para ponerse al día y ahora que Carlitos era adulto no podía negar que tenía un crush muy grande con él, pero en el momento en que le hablaron del rastro (y del énfasis que puso Peter en las croquetas de después) consiguieron que levantase el culo de la cama y se arreglase un poco. Se pusieron en los asientos de atrás del todo y James estaba totalmente fascinado con la conducción española, «Joder, ¿están locos? ¡QUE CONDUCEN POR LA DERECHA!» según James los españoles no son de fiar porque qué clase de pirados conducen al revés, y por más que Remus intentó hacerle entrar en razón de que lo raro es conducir por la izquierda, nadie podía quitar de la cabeza de James que estaban locos, y conducían tan mal que daba miedo, y era verdad porque James lo pensaba. «¡JODER, SI SE HA SALTADO UN SEMÁFORO!», «Ni si quiera hay cinturón de seguridad en este autobús.» Y a James le aterraba realmente morir en un apestoso autobús de camino a Madrid, porque el tren les pillaba muy lejos y Sirius había tenido la maravillosa idea de escoger el autobús suicida y matarles a todos (maldito seas, Sirius Blak) pero en un viaje que parecía INFINITO, por fin consiguieron llegar a la estación. Tenían que coger el metro, y Remus ya se había puesto los cascos aunque estuviese caminando con sus amigos, no era capaz de mirar a su alrededor, le costaba respirar y las manos le temblaban, pero nadie podía verlo porque estaban escondidas en sus bolsillos. Sirius se paró a su lado ligeramente preocupado.
—Eh, ¿estás bien, amigo? Te veo un poco de bajón.
—No es nada Sirius, pero agradezco tu preocupación.
—¡Venga hombre!— dijo Sirius pasando su brazo por sus hombros,— a mi no me engañas, chaval. Te da ansiedad las aglomeraciones, ¿verdad?
—Un poco...
Sirius le miró fijamente y sonrió mordiéndose el labio de abajo (maldito Sirius y su sonrisa cargada de erotismo).
—Bueno, el otro día en el bar cuando me sacaste a bailar no parecía importarte mucho la gente...
—Eso es porque estaba borracho,—Remus estaba haciendo un gran esfuerzo por no sonrojarse— ojalá ahora lo estuviera para poder aguantar a toda esta gente...
Remus hizo una pausa y clavó sus ojos en él sin poder apreciar que esa mirada estaba intimidando enormemente a Sirius.
—Y para aguantarte a ti. A veces eres demasiado insoportable, tronco.
Sirius se rió sin apartar sus ojos de los de Remus, no quería parpadear porque mirar los ojos de Remus era lo más parecido que podía haber a acercarse al Sol sin arder. Un mes y pensaba que mirarle podría provocarle una combustión espontánea porque cuando los ojos de Remus reían, su corazón ardía y se expandía por todo su cuerpo.
Con un guiño se fue a darle una colleja a James empezando una pelea en la que el pobre Peter se llevó casi todos los golpes. Remus sonreía mientras bajaba las escaleras mecánicas pensando en que la suerte le sonreía por segunda vez en la vida. La primera fue cuando conoció a Lily, y ahora no podía haber encontrado mejores compañeros de piso y amigos que esos tres chicos. Por norma general la vida de Remus no tenía demasiadas alegrías, últimamente tampoco demasiadas desgracias, pero simplemente no atraía en exceso a las cosas buenas y no podía evitar sentirse afortunado al tener a esas personas a su lado.
Después de un, en palabras de James, desesperante camino de media hora en metro con un transbordo interminable consiguieron llegar a su destino. El rastro. James y Sirius estaban emocionadísimos al ver todas esas calles abarrotadas de gente y de objetos prácticamente en desuso, sobre todo Sirius a quién le brillaba los ojos cada vez que veía chupas de cuero. Peter miraba entusiasmado a su alrededor "Cuidado Colagusano, a ver si vas a mearte encima de la emoción", decía James. Remus estaba prácticamente paralizado, tanta cantidad de gente le perturbaba, y le enfadaba, y le daba miedo, y ansiedad. Andaba con cuidado por no rozar a nadie, el mínimo roce con gente desconocida le podía hacer estallar. Andaba despacio y nadie lo notaba, o eso creía él, ajeno a todo con sus cascos todavía puestos.
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Marauders: Erasmus bois
FanfictionRemus Lupin pide el erasmus en España, más concretamente en Madrid, al tímido Remus le toca compartir piso con tres chicos demasiado ruidosos, uno de ellos es además un poco imbécil (y demasiado guapo), pero los cuatro no tardan en hacerse amigos y...