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N/A: Por si acaso, aviso, en este capítulo hay menciones al maltrato, pero todo termina feliz porque hemos venido aquí a ser felices y disfrutar del drama. 

Después de una agotadora semana donde empezaban a notar el ritmo de las clases, por fin había llegado el ansiado fin de semana. Por suerte para ellos, Peter y James tenían una especie de cita doble con las chicas que conocieron en el bar hacía unas semanas y dijeron que si iba mal irían a casa de un colega, aunque James no se lo tomaba muy en serio lo de la cita y era más por acompañar al pobre Peter porque según él "estaba conociendo a alguien", aunque Sirius no le creía del todo porque joder, no dejaba de hablar de ella pero ni si quiera les había enseñado una foto o dicho su nombre, pero seamos sinceros, James era un chico muy guapo y nadie podría creer que se inventaba una novia, pero era raro igualmente.

Los planes de sus amigos hacía más fácil esa primera cita que le había propuesto Sirius. Claro que él no sabía que la familia de Sirius estaba podrida de dinero y que aunque ya no perteneciese oficialmente a ella porque sus amadísimos y respetados padres decidieron que en la noble casa Black no había hueco para él, su hermano Regulus siempre se encargaba de darle cuanto necesitara porque él sí creía en el talento artístico de su hermano (y estaba casi tan emocionado como él de que su hermano mayor se estuviese enamorando) y que lo que había pedido esta vez era nada más y nada menos que la limusina rosa pastel que estaba aparcada en la puerta de su casa. Se sentía abrumado, tentado a darse la vuelta y subir, a huir y pensar que en realidad lo que pasó aquella noche y las siguientes eran simple entretenimiento para los dos, solo darse besos y que tampoco había nada de malo en ello. Estaba a punto de girar sobre sus talones cuando Sirius bajó del coche. Llevaba el pelo recogido en un desastroso moño dejando ver unos laterales recién rapados, unos vaqueros terriblemente ajustados que hizo que a Remus le costase respirar de pronto, una camiseta de Dead Kennedys demasiado gastada y que no faltase la chupa de cuero, joder, madre mía, no podía parpadear ante semejante espectáculo, ¿por qué un hombre que literalmente era una obra de arte andante estaba tan decidido a salir con él?

—¡Remus! Tengo algo para ti.

Estaba rebuscando entre los asientos, y el miedo que le incitaba a dar media vuelta y marcharse estaba atrapando sus piernas hasta que al fin vio como lo encontraba. Se estaba sonrojando mientras se acercaba despacio hacia él con una carpeta en la mano.

—Vale, no te rías y si no te gusta puedes tirármelo a la cara que no me enfadaré. Pero no creas que tu obsesión con la luna ha pasado desapercibida, desde antes que lo comentaras, quiero decir, y bueno... hice esto.

Con las manos temblorosas sacó un dibujo de la carpeta y no podía creer lo que estaba viendo. Era él, mirando la Luna desde la ventana de su habitación, llevaba impresa la misma melancolía con la que lo hacía a diario, comprobar que la luna seguía funcionando para poder intentar dormir en paz porque todo estaba bien con el satélite. Y Sirius se había dado cuenta de la melancolía y la tristeza y eso le asustaba porque era un tipo observador y sabía que algo en él estaba roto, mal. Pero por otro lado ahí estaba, mirándolo expectante intentando reconocer su reacción ante el regalo y por un fugaz momento a Remus no le parecía tan malo dejar entrar a alguien en su vida y ventilar su desastre.

—Remus, por favor, ¿puedes decir algo antes de que me dé un ataque al corazón esperando a que tu cara muestre algún tipo de emoción?

Se rió, mientras Sirius cambiaba el peso de su cuerpo de una pierna a otra intentando disimular sus nervios.

—Canuto, joder, ¿cómo no me va a gustar? Eres una maravilla, Sirius, realmente maravilloso.

—¿Puedo besarte? O sea, ¿está bien que te bese ahora mismo? Porque joder, me muero por comerte la boca.

Marauders: Erasmus boisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora