11. La tormenta

28 8 1
                                    

Pegué la foto en la pared de mi closet, cuando la vi ahí sonreí.

Estaba volviéndome loca de felicidad.

Escuché un auto parar afuera y salí del closet, me asomé por la ventana, la luna no podía verse por todas las nubes que habían en el cielo.

Era Jane, Josh salió de la casa.

Ella se lanzó sobre él dándole un abrazo.

Al parecer estaba llorando.

Josh acarició su cabello y se mantuvieron así abrazados por un rato. Luego entraron a su auto pero no fueron a ninguna parte.

Agarré mi cámara y la puse por la ventana haciendo zoom para ver mejor. Ojala pudiera escuchar lo que decían.

Jane seguía llorando mientras Josh intentaba consolarla. La volvió a abrazar.

Salieron del auto y empezaron a caminar.

Me puse unos zapatos y agarre un suéter para empezar a correr.

-Voy a comprar algo-grite mientras salía de la casa.

Después de un rato los vi.

Estaban caminado al mismo parque que aquella vez.

Un relámpago alumbró el cielo.

Se sentaron en los columpios.

No tenía idea de lo que estaban hablando.

Josh se puso de pie e intento marcharse.

Jane lo detuvo abrazandolo por la espalda.

Las gotas empezaron a caer del cielo, ellos permanecieron así por un rato más sin darle importancia a la lluvia que caía sobre ellos.

Jane camino hasta estar delante de él y acarició su mejilla.

Cuando Josh inclino su cabeza gire sobre mis pies.

No quería ver eso.

No quería ver como la protagonista reclamaba su lugar. Y lo peor es que por obvias razones a ella le queda mejor ese papel.

La lluvia seguía mojando mi cuerpo mientras mis lágrimas se disfrazaban con las gotas de agua.

Estaba caminando a ningún lugar en especifico, de pronto todo empezó a darme vueltas.

Vi el cuerpo de Josh tirado en el piso con un hoyo en la frente y me vi a mi sobre él.

Deje de sentir miedo cuando apoye mi cabeza en su pecho.

Escuché un camión y abrí los ojos.

Estaba en la mitad de la calle, un camión se acercaba.

Me alejé de la carretera y seguí caminando.

Estaba alucinando, no sabía distinguir entre la realidad y los recuerdos.

Entré a la pequeña tienda haciendo sonar la campana.

El chico en el mostrador me sonrió.

-Buenas noches.

Ignore su saludo y camine hasta los dulces, agarre muchos chocolates y también dos pastillas para el dolor de cabeza.

-¿Podría pagarte después?

Estaba hablando sin muchas ganas y con los ojos puestos en el piso.

-Por supuesto, pero no lo olvides.

Metió las cosas en una bolsa plástica y salí del lugar.

Empecé a caminar a mi casa sintiendo los pies adoloridos.

Antes de su muerte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora