Cuatro meses después
Isabella se encontraba arrodillada en el baño mientras devolvía todo lo que acababa de ingerir. A pesar de que en la mayoría de los embarazos las nauseas eran comunes hasta el tercer mes, en su caso, seguía sin poder retener nada. En su embarazo nada iba a ser normal, ella lo supo en el momento que recapacitó sobre ello y cuando luego, su obstetra se lo confirmó, aunque él, con respecto a los vómitos, decía que cada embarazo era un mundo y ella, por dentro, intentaba consolarse con eso. El bebé era un milagro, e Isabella lo sabía.
Se sentó en el piso, con la espalda contra la pared, sin dejar demasiado lejos el retrete. Se pasó un brazo por la frente lentamente, sacándose de la cara los cabellos que la molestaban y que se negaban en quedarse en el intento de rodete hecho. Suspiró y llevó su otra mano a su barriga, que se encontraba abultada, y con ropa finita o sin ropa, el bebe empezaba a notarse. Este iba a ser un largo camino.
***
Isabella, en contra de sus planes, finalmente no se había mudado tan lejos. Se encontraba a casi una hora, en una pequeña cuidad, de su anterior casa. Parecía rutina, alejarse de a poquito, cada vez más, de su familia.
De día trabajaba en una tienda de repostería, haciendo todo tipo de dulces y tortas, cosa que le había empezado a apasionar muchísimo y, por la noche, seguía tomando clases online, todas las que podía y alcanzaba. Sabia que en el momento que naciera el bebe, no tendría tiempo para nada. Se había venido prácticamente con nada, un poco de dinero para empezar, ropa y su coche y le había costado muchisimo conseguir un departamento que se ajuste a su presupuesto y le deje ahorrar algo para la llegada del bebe (la ironia de ella sin dinero siempre le causaba una risa amarga), hasta que, un amigo le recomendó a Daisy, una persona que se había hecho un gran lugar en su vida, quién le ofreció la idea de alquilar juntas. Daisy era 3 años mayor que ella pero no hacía diferencia, se llevaban estupendo y se complementaban aún mejor. Daisy estaba terminando su carrera y trabajaba de secretaria para una importante firma de abogados de la ciudad. Todo su proceso se hacia mucho más llevadero a su lado
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Era suya. Desde hace un mes, Matthew se encontraba liderando de una forma feroz y salvaje la empresa familiar. Habían encontrado un bache, luego de luchar y buscar, en el testamento de su padre. Se basaba en el hecho de que, al casarse con la señorita Isabella, pasaria a ser parte del imperio familiar de su esposa, pero, al ella negarse a recibir herencia y formar parte de su propia familia, el requisito en el testamento, quedaba completamente anulado.
A pesar de que su principal idea era hacerse cargo de la empresa, dividirla y venderla, Matthew, heredero Commek y ahora dueño mayoritario de Industrias Commek, se la había quedado y le había agarrado el gusto a pisotear a sus oponentes y conseguir todo lo que quería. Se había convertido en su nueva vida, solo vivía para el trabajo. Él se había convertido en un pez gordo e indomable. Él mismo llevaba las negociaciones superficiales y las profundas, de la cual esta ultima nunca se había encargado su padre. Se convirtió en todo lo que un antiguo él odiaba pero, no llegaba a importarle lo suficiente como para dejarlo. Nunca había vuelto a saber de ella, pero a él, no le importaba en absoluto.
Apagó el cigarrilo que aún no había terminado cuando le informaron que su auto ya estaba listo, necesitaba cerrar un contrato muy importante con Letto, Jenner y asociados. El contrato superficial se llevaba a cabo hoy pero, el verdadero, mañana por la noche.
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Todavía era la tarde y el día no terminaba, se encontraba demasiado cansada. Había ido a hacer las compras, y llevaba pesadas bolsas, aunque no lo debería estar haciendo. De repente el calor la invadió y tuvo que sacarse el sueter, que por la mañana se había puesto, al salir al trabajo, para quedarse en una camisa blanca y rosa con el logo de la reposteria.
Las cinco cuadras parecían no acabarse más y suspiró cuando por fin llegó a su casa, subió las 4 escaleras de la parte de adelante, y apoyó las bolsas en el piso para buscar la llave en su cartera
***
Matthew iba leyendo en el coche, algunos de los mensajes que le había dejado su secretaria, cuando levantó la vista y miró por la ventana cuando pararon en un semáforo. Se encontró con con un niño paseando un perro y una mujer de espalda intentando abrir su puerta. La mujer giró minimamente de costado agachándose para recoger las pesadas bolsas cosa que no debería estar haciendo porque pudo ver que estaba embarazada o por lo menos lo parecía. Un escalofrío lo recorrió entero y sintió el auto avanzar y fue cuando la vio. Se quedó sin respiración y no podía moverse, cuando apenas pudo susurrar
— Detén el coche
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#MATBELLA
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Vivos Deseos (SD #2)
RomanceLibro segundo de la saga Deseos, continuación de Oscuros Deseos #SD2 Isabella afronta una nueva realidad sola, lejos de lo conocido, que pone en perspectiva sus mayores miedos y sus deseos mas ocultos. Mientras tanto, Matthew se sumerge cada vez más...