I. Sordo

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{DEMO}

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Sordo, da.

(Del lat. surdus).

(...)

2. adj. Callado, silencioso y sin ruido.

(...)

4. adj. Insensible a las súplicas o al dolor ajeno.

5. adj. Indócil a las persuasiones, consejos o avisos.

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Michael,

Me pediste que te contase la historia. Toda ella. Toda entera, desde el principio. Y esta historia empieza con un pitido. Eso era de las pocas cosas que podía oir. Un pitido constante y agudo, taladrando en mis tímpanos las 24 horas del día. Para darle más Inri al hecho de estar sordo, decidí confirmar las sospechas del psiquiatra y ponerle nombre. Así que le llamé Marty, el Estúpido Pitido.

Marty el Estúpido Pitido y yo habíamos estado juntos desde hacía demasiado tiempo. Recordaba como era oír, pero no me acordaba de cuando había perdido el oído. Según la tía Sara fue justo después de la muerte de mamá, cuando yo tenía 7 años.

Cuando vuelvo la vista atrás a ese tiempo, esta todo borroso. Recuerdo el sonido de la risa de mi madre, y recuerdo gritos. Y luego solo recuerdo a Marty.

Estar sordo no es tan malo, si lo ves a mi manera. Vale que no pueda oír, pero aprendí a leer lo labios, y distinguir las emociones detrás de las palabras. Cualquiera pensaría que ya tuve suficiente con la sordera como para luego volverme loco. Pero la verdad es que no estoy loco. Tengo un pasado muy turbio, lo que es muy distinto.

Una madre asesinada y un padre en chirona, y yo viviendo con mis tíos, que es más bien como estar entre las dos cosas.

Joel, mi psiquiatra, dice que me quedé sordo por eso. Porque mi madre murió supuestamente asesinada a manos de mi padre. Dice que el efecto postraumático que tuvo en mi me hizo perder el sentido del oído. Me recomendó que buscara el apoyo en los demás, pero nadie quería estar con el niño sordo y traumatizado.

Y la verdad es que ya estaba acostumbrado a estar solo. Fuí al colegio con los otros niños, y ahí no se me quería. Y como estaba solo y sordo, fui capaz de prestar la suficiente atención como para distinguir una voz en mi cabeza.

A medida que me hacía más y más conciente de que estaba ahí, ella se hacía más y más alta. Hasta que pude oir lo que decía. Y, no me malinterpretes, nunca me ordenó que quemase cosas ni matase gente. Otra vez, no estoy loco. Solo era una voz. Un pensamiento que no era el mío. Hacía que Marty y la soledad fuesen un poquito mas soportables. Me hacía sentir un poco menos... Vacío. Pero sabía que no era normal, así que cometí el estúpidamente acertado error de contárselo a Sara. A mi emocionalmente inestable tía Sara, a la que le dio un ataque de histeria. Me estaba gritando. No quería esforzarme en ver que me decía. Dentro de mi cabeza todo estaba en calma, pero afuera había un huracán. Yo mismo, no podía parar de gritar de vuelta. En algún momento mencioné a Marty. Sara me soltó un bofetón. Este sonaba cada vez más fuerte. Y justo antes de perder la conciencia, vi como sus labios articulaban la palabra "Asilo".

Lo bueno fue que me salté la escuela. Estuve ingresado durante un tiempo. 5 meses. Los médicos decían que estaba mejorando mucho, pero la verdad es que no lo hacía, solo por el hecho de que no en ningún momento había estado loco. Y 5 meses después de muchas batas blancas y pastillas, justo el día antes de volver a ser libre, escuché tu voz, Michael. Y estaba fuera de mi cabeza. Escuché por primera vez en siglos y fue a ti, Michael, cantando.

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Hola! He empezado una historia nueva, aun voy a seguir escribiendo la otra, voy a actualizar cuando pueda, me da igual que no tenga tiempo y, yo se lo que me hago BLAH BLAH BLAH

La cosa es que tenía esta historia en la cabeza, solo necesitaba quitarmela de encima.

-Julia

HEAR ME OUT // MUKEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora