Icarus is flying too close to the sun

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La mañana siguiente me levanté con una resaca de cuidado. Tenía los sentidos embotados, el pómulo me dolía, todo me daba vueltas y tardé mucho más de lo normal en prepararme el desayuno. Un simple café muy cargado con la esperanza de que sirviera para despejarme un poco la cabeza y hacerme sentir mejor. No quería ni pensar en comida. Solo la idea de una tostada me revolvía el estómago y hacía que me entraran arcadas.

De camino a la cocina me di cuenta que Leo y Marc no estaban en sus habitaciones pese a ser las 8 y media de la mañana. No tenía ni idea de donde podrían estar. Fui a la entrada, salí en pijama y descalzo al pasillo y miré si había correo. Allí encontré unas llaves y una nota. Las cogí junto al poco correo que había, todo facturas pendientes, y fui al salón. Allí estirado en el sofá estaba Jon, que supuse que se habría quedado a dormir después de la fiesta de...

Entonces lo recordé todo.

Las luces de la discoteca, el olor a humano congregado, el gusto del alcohol bajando por mi garganta, otra vez ese gusto, ese gusto infinidad de veces a lo largo de la noche. Ella bailando, ella perfecta, ella bailando con otro tío, ella besándolo, una ira irrefrenable surgiendo de mí, mi puño en la cara de ese tío, su puño en mi nariz, yo tirado en un callejón entre basura, ella arrodillada delante de mí, yo gritando, ella alejándose de mi...

Me senté en una silla y dejé el café encima de la mesa de un golpe. El ruido hizo que la cabeza de Jon apareciera por encima del respaldo del sofá.

- Vaya formas más agradables de despertar a tu mejor amigo, capullo.- Estiró los brazos y bostezo. Acto seguido se levantó. Llevaba únicamente un bóxer rojo. -Ey, ¿Te encuentras bien?

- No.- Dije sinceramente.- Me duele todo, los recuerdos que tengo de ayer son una mierda y tenerte a ti medio desnudo por casa no ayuda.- Lo dije todo muy rápido mientras me frotaba la cara con las dos manos para asegurarme que estaba despierto y no en una pesadilla.

- Una lástima...- Me dijo sonriendo de forma pícara.- Ayer ligué con una y por un momento he pensado que hoy podría comparar cuál de los dos sexos me gusta más.

Su sonrisa se disipó en el instante en que vio la mirada que le dediqué.

- Uf... Mejor dejo de hacer bromas. ¿Te importa si me hago un café? - Antes de que respondiera ya se estaba dirigiendo hacia la cocina.

- Oh, claro que no, sírvete tú mismo. -Dije de forma irónica- ¡Y de paso ponte algo!

Oí como imitaba mi voz desde la cocina pero preferí hacer caso omiso a la burla.

Di un sorbo al café y cogí las llaves que había encima de la mesa y las examiné. Eran las llaves de casa. ¿Qué hacían unas llaves de mi casa entre el correo? Me levanté alarmado pensando que a lo mejor el ladrón habría tenido la honradez de devolvernos las llaves una vez robado lo que hubiese querido de casa y rápidamente examiné superficialmente toda la casa. Fui corriendo a mi habitación y mire si en el tercer cajón, entre los calcetines seguía el dinero con el que sobrevivía mes a mes. Estaba allí.

- ¿Qué haces? ¿Has perdido algo? - Dijo Jon sacando la cabeza por la puerta de la cocina.

- No, todo sigue en su sitio. Eso es lo raro. - Respondí mientras me volvía a sentar en la silla, aún desconcertado, y cogía las cartas. Factura de la luz, del gas, de internet, de los móviles... Una a una las fui tirando sin ningún interés hacia el otro lado de la mesa hasta que advertí en la nota. Me había olvidado completamente de ella. Era un papel de color crema doblado en cuatro partes. Lo desdoblé y vi una letra preciosa que recordaba a las antigua caligrafía victoriana y que conocía bien. Era de ella.

" Primero de todo, lo siento. Te dije como era y que no debías sentir más de la cuenta por mí, que no te quería hacer daño... No puedo aguantar más la situación en la que estamos.

No, no estaba ciega y sí que me di cuenta de lo que pasaba, pero actuaba así por una razón. Llego un momento en el que me centré demasiado en ocultar lo que yo sentía y en ese punto sí que me cegué. Debía haberme dado cuenta que tú estabas peor que yo. Lo siento. Aun así, no puedo permitirme sentir lo que siento por ti.

Lo mejor es que me marche. Ha sido un placer coincidir en esta vida contigo pero marchándome nos haré un gran favor a ambos. Intenta olvidarme como yo haré contigo. No trates de buscarme por favor.

Sabes que, a mi manera, te quise desde que nos conocimos.

Cat. "

Volví a leer la carta. No me lo creía. Simplemente no me podía estar pasando. Eso fue la gota que colmó el vaso. Algo dentro de mí se rompió y empecé a llorar. No era un llanto normal, sino un llanto desconsolado, Se parecía más al llanto de un animal herido que al de un humano "cuerdo". Jon salió corriendo de la cocina con el café en la mano preguntando qué pasaba. Intentó consolarme aún sin saber que me pasaba. En su cara se reflejaba miedo. Pasé mucho rato llorando. Cuando me empezó a doler mucho la cabeza paré un poco y le conté lo de la carta y lo de las llaves. El no entendió que pintaban las llaves en todo eso así que le aclaré que eran suyas, eran las llaves que le había dejado hacía un tiempo. y que ahora me devolvía para siempre puesto que no volvería a mi piso. En el momento en que pensé en que no volvería a verla nunca, volví a llorar. Jon seguía en calzoncillos y con cara de preocupación, pero ya no intentó consolarme más. Simplemente apretó mi brazo y se quedo a mi lado.

Dejé de ir a las clases. Me quedaba en casa estirado en la cama, demasiado cansado de llorar como para levantarme o hacer algo. Casi no comía, no dormía, no vivía... La sensación de vacío en el pecho era descomunal. No sentía nada. Ni dolor, ni pena, ni alegría...Nada. Incluso haberme sentido triste hubiese sido mejor que eso. Esa sensación era horrorosa.

Marc, Leo y Jon, que durante un tiempo se mudó prácticamente a vivir a mi habitación, me cuidaban y me obligaban a seguir viviendo. Hablaron con los profesores y les contaron que no podía seguir yendo a clase. Se encargaron de hablar con las amigas de Cat, para intentar averiguar algo, pero ellas solo les dijeron que Cat se había ido casi sin despedirse y sin decir a donde se iba. Jon aguantaba dormir en un colchón en el suelo teniendo él su propio piso solo para asegurarse que no hacía ninguna locura. Él fue el que peor lo pasó. Le despertaban a media noche mis sollozos, aguantaba mis insultos y mis cabreos sin rechistar, mis arrebatos de "No quiero seguir viviendo" y mis intentos de hacer cosas peores... Allí me di cuenta de lo mucho que le quería y de lo poco que me merecía tener un amigo como él.

No intenté mejorar hasta que un día oí discutir a Jon y Marc. Estaban medio chillando en el pasillo sobre que debían hacer conmigo. Jon le recriminaba a Marc haber llamado a mi madre, la cual había concertado cita con un psicólogo para dentro de dos semanas. Marc decía que era lo mejor, que no me encontraba bien y necesitaba ayuda.

- ¡Se está volviendo loco! ¿No lo ves? - Chilló Marc-

- Él no está loco, está destrozado - Le replicó pausadamente Jon.

Ese fue el momento en que decidí que no quería dar esa imagen. No quería que los demás sintieran pena por mí. No quería ser ese al que la gente mirara y dijera "está destrozado". No, ese no iba a ser yo. Así que reuní todo el orgullo que el vacío no había conseguido eliminar y me levanté. Salí al pasillo, donde ellos estaban, con los ojos rojos e hinchados.

- Ey.-les salude con la cabeza.

Ellos se quedaron de piedra al verme levantado. Desde ese momento no volvieron a hacer alusión a mi mal estado.

Volví a asistir a clase, donde nadie me pregunto nada supongo que por miedo a cuál podría ser mi reacción. Empecé a ir al psicólogo obligado por mi madre, Volví a hacer todo lo que hacía antes pero de forma distinta. Siempre sonreía. Ahora era más agradable, más atento y mejor estudiante. A la gente les caía mejor y querían pasar más tiempo conmigo. Por todo eso era una farsa. Por dentro seguía roto, deprimido y hecho mierda, lo que pasa es que es más fácil evitar los comentarios gilipollas de los demás sobre tu estado si evitas que ellos sepan cuál es tu estado. Los únicos que sabían cómo me sentía realmente eran Marc, Leo y Jon, y a este último era al único al que yo me abría totalmente.

Y así fue pasando el tiempo y como yo mejoré como actor.

Abstracción de un amor autodestructivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora