Intenté no pensar más en ella. Simplemente no quería volver a caer en el mismo problema de siempre. Llevaba mucho tiempo "mejorando". Ya no soñaba con ella ni la recordaba cinco veces al día, ahora solo imaginaba verla de vez en cuando sumida entre la marea de personas que llenaban las calles de Barcelona. Ahora solo era un demonio de mi pasado que me visitaba de vez en cuando para atormentarme. Sigo pensando que mi mente seguía recordándola fugazmente como una técnica de autodefensa para que el mono no fuese tan grande como para acabar volviéndome completamente loco. Pero no, ahora estaba bien. O como mínimo eso quería hacerme yo creer.
Así que, dibujé una sonrisa en mi cara y me coloqué al lado de Jon, un poco por detrás de Elena y Leo.
-Eres un hijo de puta -dije con tono serio aparentando enfado mientras le golpeaba suavemente el brazo. Jon se giró hacia mi con cara de "vamos, no me montes un numerito" y justo cuando estaba a punto de ir a decir algo le solté- Y por eso te quiero tanto. -Seguida de una gran sonrisa-
-Algún día aprenderé a pillar tus ironías. -Dijo moviendo la cabeza lentamente, como si se hubiese sacado un gran peso de encima. Solté una leve carcajada y continuamos caminando.
-¿Qué os parece este sitio? -Preguntó Elena girándose hacía nosotros mientras mantenía a Leo cogido del brazo.
El pub estaba ubicado en una calle con otros pequeños bares a una distancia suficiente de las Ramblas como para que no estuviesen a reventar. Dentro de la variedad de nombres de los bares de esa callejuela se encontraban La Venus de Dante, El Nigromante, Fire Bar, El escarchado, BloodyMary... Pero de entre todos ellos el Devil May Cry destacaba. El único bar con cierta cola de entrada tenía su nombre enmarcado en un rótulo de luz de neón roja acompañado de, también de neón rojo, lo que parecía un Margarita con una cereza. La puerta de entrada, pequeña y llena de graffitis y pegatinas de marcas Hipsters modernas de las que la ciudad estaba llena, hubiese pasado totalmente desapercibida si no fuese por el segurata calvo que estaba apostado justo delante de ella, bajo una luz tintineante, controlando la gente que entraba y salía. Después de unos diez minutos de cola conseguimos entrar. El pub, que desde fuera tenía pinta de ser pequeño. era lo que podríamos considerar una discoteca mediana. Había dos secciones. La primera, con sillones de un marrón gastado y antiguo que rodeaban pequeñas mesas negras de aire barroco, daba la impresión de ser una especie de zona chill-out donde poder sentarse a hablar de forma relajada. Bajando unas escaleras llegabas a la segunda zona. Iluminada únicamente por flashes de luz y rayos de colores verdes y rosas la gente bailaba música dubstep en una gran pista de baile, bordeada por pequeñas salitas con cortinas de tercio pelo granate.
Nos sentamos alrededor de una de las mesitas y una chica de pelo teñido de color rosa se acercó a tomarnos nota.
-Joder, ¿la habéis visto? Vaya culazo... Y encima creo que me ha echado el ojo. -Comentó Jon una vez que teníamos las bebidas sobre la mesa.
-Tio, estás flipando. Es la camarera, ser cordial es lo que le toca ser si quiere que le dejemos propina. -Respondió Leo mientras reía.
-Propina... Yo le dejo propina y visitar el jardín de las delicias si quiere. Esta hoy se lleva mi número.
Me giré disimuladamente hacía la barra y, efectivamente, pillé a la bonita chica de pelo lacio y flequillo recto, que sostenía una bandeja con vasos vacíos, embobada mirando directamente a Jon. Tomó un botellín de cerveza y le dió un largo trago antes de dejarlo detrás de la barra e irse a recoger más vasos.
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Abstracción de un amor autodestructivo
Romance¿Alguna vez te has enamorado tanto de una persona que ha dolido? Esta es la historia de como un amor llego a ser mi perdición.