Starboy. | SaiGenos

Sueños del pasado.

Una noche fría, con la nieve cubriendo las calles de la ciudad y las brillantes y excéntricas luces de navidad adornando parques y casas dando un aspecto festivo y alegre, totalmente contrario al estado de ánimo de cierto hombre de cabello negro en ese instante.

Estaba sólo. Sólo en una noche de navidad, sentado en medio de un parque desolado.

Respiró profundamente pasando su mano derecha por su cabeza fijando la mirada en el cielo nocturno que dejaba ver algunas estrellas a pesar de la iluminación artificial que emanaba la ciudad. Pensó que ya se había acostumbrado a pasar ese tipo de festividades sólo, pero ese día era distinto, sumado a que estaba sólo, ahora también estaba desempleado. El contrato del único trabajo medio decente que había tenido hasta el momento había culminado esa misma noche debido a un recorte de personal que se había planeado para el siguiente año.

Su vida a ojos de cualquiera definitivamente no podía ser más miserable y desafortunada.

Con pereza llevó ambas manos hasta su cuello masajeando la zona intentando liberar un poco la tensión acumulada en sus músculos para luego simplemente apoyar su cabeza contra el espaldar de la banca mirando de nuevo el cielo oscuro. Aún nevaba un poco, pero no le importó, agradecía que al menos el clima se acoplara a sus sentimientos en ese instante.

Volvió a respirar profundo abriendo la boca para dejar escapar una suave melodía. Empezó a cantar. Le gustaba esa canción, le parecía extrañamente relajante y le representaba bastante bien por lo que siempre que se sentía así, la cantaba. Cantar era un hobbie que tenía desde que era niño pues sentía que en la música se desconectaba del presente y entraba en un mundo en el que simplemente existía él y las suaves melodías que le ayudaban a desahogar relajando su cuerpo.

Daremo ga kizukanu uchi ni~
(Todos pierden algo)
Nanika wo ushinatte iru~
(Incluso antes de darse cuenta)

Lo llamaba hobbie porque a pesar de que soñara con dedicarse a la música, nunca tuvo las capacidades económicas para pagar una academia y aprender correctamente. Tampoco es que hubiera abandonado el sueño, tal vez aún  podía lograrlo, era fiel creyente de que la edad no es un impedimento para cumplir tus sueños y bueno, este pensamiento era lo único que lo mantenía cuerdo y con ganas de levantarse día a día.

Continuó con la suave melodía con los ojos cerrados, empezaba a sentirse mejor, ahora estaba convencido de que llegar a su casa su casa y prepararse una cena navideña para él sólo, era toda una bendición.

Shiawase toki no naka kotoba wo ushinatta~
(En medio de la felicidad perdemos nuestras palabras)

Iba a seguir la estrofa hasta que escuchó una voz que provenía de una banca a unos metros de donde él se encontraba. Estaba convencido de que estaba sólo cuando llegó.

- ¿Puedes callarte de una buena vez?.- El pelinegro pudo notar enojo en aquella voz que sonaba juvenil.

- ¿Ah?- Giró extrañado intentando enfocar su vista en el dueño de aquella voz.- ¿Cuál es tu problema enano?- Añadió al momento de comprobar que se trataba de un joven rubio de unos 15 años.

- Sólo cállate ya, es una canción horrible y tienes cero talento para el canto.- Volvió a confrontar el rubio algo más furioso.

El pelinegro sintió como si le hubieran lanzado un balde lleno de rocas y agua helada.

- Pero qué demonios... Eres un mocoso insolente, ¿qué rayos te pasa? ¿Acaso se te perdió tu mami?.- Estaba hecho una furia, ¿cómo es que un estúpido mocoso se había atrevido a decirle algo como eso?.
Intentó acercarse hasta la banca del joven para seguir confrontándolo cuando vio que este levantaba su rostro dejando ver sus ojos cristalinos llenos de lágrimas, con una mirada inundada de enojo nada peculiar para un joven de su edad.
Sus ojos eran de un color ámbar, bastante extraño y poco común pero definitivamente llenos de dolor y frustración.