Capítulo 6 "Carnada"

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Después de haberme informado acerca del misterioso mensaje que dejaron para mí, comenzaron a torturarme de distintas maneras, para que les diera toda la información que tenía sobre Abigail. Ellos estaban seguros de que yo sabía mucho más de lo que parecía, sus métodos eran tan dolorosos que no pude evitar mencionar a aquel pobre hombre con el que experimentaron después de que acabara la segunda guerra mundial.
-¿Cómo demonios te enteraste acerca del Ekimmu?- gritó aquel hombre nuevo, mientras golpeaba con fuerza el escritorio.
-¿El qué?- Respondí aterrorizado por lo que estaban haciendome
-Amarrenlo a uno de los postes de afuera, si ese monstruo lo quiere, se lo daremos- Ordenó ese hombre, al mismo tiempo que sacaba un arma de su escritorio.
Tardaron aproximadamente treintena minutos en colocarne todas las cadenas y sistemas de seguridad para mantenerme atado al poste y así Abigail tardara en devorarme, dándoles el tiempo suficiente para atraparla o asesinarla, la verdad no tenía idea de que querian hacer con ella.
Estuve amarrado unas dos horas más o menos y Abigail no se apareció, parecía no estar cerca de ahí, todo apuntaba a que su plan no tendría éxito; pero ellos no se quedaron con los brazos cruzados, tomaron la decisión de dispararme en ambas piernas para que de esa manera el olor de mi sangre atrajera a la Bestia Encarnada.
Un par de minutos después de haberme disparado, Abigail apareció frente a mí, ella me miraba con desconsuelo y con unas ganas enormes de devorarme, sin duda alguna estaba cerca de mi final; no obstante, las cosas salieron diferentes a lo que imaginé. Abigail cayó de repente al suelo, no se movía, parecía inconsciente y fue entonces cuando me percaté de que le habían disparado un dardo tranquilizante. Aunque, siendo sincero, eso era demasiado extraño. Abigail había caído con un solo disparo, después de haber mostrado habilidades impresionantes y una fuerza brutal, en fin, a nadie le resultó misterioso aquel suceso, así que instalaron rápidamente un centro de operaciones al rededor de nosotros, dejándome encerrado con Abigail. El objetivo era que yo me convirtiera en su último bocado, querían verla en acción para averiguar el modo tan devastador con el que había asesinado a tantos militares. Una vez hecho eso, estaban dispuestos a terminar con su vida y así realizar todo tipo de estudios con su cadáver.
El tiempo transcurrió, Abigail no parecía mostrar señales de vida y eso sacó de quicio al militar ese que ahora estaba a cargo de toda la operación.
-¡Vámonos, ponte de Pie!- gritó una y otra vez, con un tono cada vez más desesperado-. Debo cumplir mi promesa de acabar con tu vida.
-¿Tu promesa?, ¿Quién diablos eres?- repliqué con coraje, mientras la sangre corría por mis piernas.
-Soy el Coronel Ethan Brown, hijo de Noah Brown, el antiguo Coronel y superior del Comandante Albert Western.
-¿Y eso qué tiene que ver con ella?
-La primera vez que escapó, asesinó a mi padre y yo juré que me vengaría.
En en ese momento sentí un escalofrío horrible que poco a poco recorría todo mi cuerpo y entonces, el Coronel se puso de pie y ordenó que entraran por el cuerpo de Abigail, dando por hecho que ella había muerto. Dicho esto, dos soldados abrieron la celda y entraron por el cuerpo; sin embargo, nadie se imaginó que en ese instante Abigail se pondría de pie, los tomaría del cuello enterrandoles sus garras y comenzaría a devorarles el rostro dejándolos irreconocibles. Tal parece que había estado fingiendo todo este tiempo, en realidad ella siempre fue la carnada y nosotros éramos parte de su temible plan, el cual había salido a la perfección, dejándonos a merced de una bestia insaciable.

Abigail WesternDonde viven las historias. Descúbrelo ahora