Mi Miedo Más Grande

Capítulo 1

Hoy desperté sumamente confundido.

Miro a todos lados, la habitación es lo mismo, el sol apenas está saliendo, no se escucha ruido afuera lo que es señal de que todo está en calma, aun así, algo me parece fuera de lo común.

— Yuuri— un dulce tono me hace voltear hacia la cama, Greta acaba de despertar— ¿eh? ¿Y Wolf? — oh ¿Quizá eso es lo que me parece extraño? Que el príncipe caprichoso de rasgos angelicales no está con nosotros.

— No lo sé, cuando desperté ya no estaba, quizá fue al baño— suelto más como un comentario casual, no quiero preocupar a nuestra hija

— ya veo— sin poder evitarlo se le escapa un bostezo que hace a sus ojos ponerse cristalinos. Regreso la vista a la ventana notando que aún es muy temprano para ir a correr. Estoy a punto de preguntarle a mi hija su opinión, pero cuando volteo ésta ha regresado a dormir.

— le estás aprendiendo bien a Wolf— le acaricio el pelo y enseguida me tumbo de regreso a la mullida cama, ya no me siento cansado, pero quizá si comienzo a contar borregos me vuelva a dormir aunque...

Insisto, algo está mal.

...
...
...

Al final no logro conciliar el sueño así que decido ir a desayunar, Greta me acompaña pues parece que estuve dando vueltas en la cama durante un largo rato.

En cuanto entramos al comedor me encuentro con el ex príncipe sentado de espaldas a la ventana. Los rayos de sol hacen que su cabello rubio brille aun más, si me lo preguntan, parece que lleva puesta una aureola.

— ¡Wolfram! — exclama Greta para enseguida correr a su lado

— Buenos días— saluda Wolf mirando a nuestra hija

— te levantaste muy temprano

— así es, gracias a eso he logrado escuchar el sonido de la mañana y ver cómo ilumina con su brillante luz a todos— lo miro fascinado, justo ahora me parece un autor sumamente sensible redactando su próxima novela.

— me hubiese gustado verlo

— mañana te despertaré para que me acompañes

— ¿Crees poder volver a despertar a esa hora? — interrumpo en la conversación ganando una mirada divertida de nuestra pequeña, claro que no es lo mismo para mi prometido, pues sus mejillas se han puesto rojas y esas esmeraldas que recuerdan a lo profundo de un lago se llenan de indignación.

— hump, claro que puedo, a diferencia de un novato como tú cuando me propongo las cosas las hago

— ¡No me llames novato! — inflo las mejillas infantilmente— también puedo hacer grandes cosas

— ya lo creo, como provocarle infartos a la gente con todas tus ideas— sus comentarios sarcásticos a veces duelen

— pues perdona por eso

— tan temprano y ya están armando un escándalo— una cuarta voz irrumpe en la habitación, se trata del hermano mayor quien me hace callar al ver su ceño fruncido, me pregunto si no le dolerán las cejas de arquearlas tanto.

— Buenos días, Hermano

— ¡Gwendal!

— B...buenos días

— Buenos días— responde firme. Como buen ex príncipe debe mantener sus modales, aunque a veces lo hartemos tanto como para que ni siquiera nos quiera dirigir la palabra— necesito que vaya a la oficina— a pesar que me habla de usted, su tono dice que "es una orden"