Capítulo 10: El castigo.

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«You deserve a happy ending, and happy endings always start with hope.»

•••

Al día siguiente Violet se despertó pronto.

Se arregló en silencio y se dirigió al instituto sin hacer el más mínimo ruido, pues era el día que su padre tenía libre y también el primer día de castigo de Philipp, lo que únicamente significaba que estaría durmiendo hasta la hora del almuerzo o incluso más.

Nada más salir a la calle un golpe de frío chocó contra ella, de su boca salía vaho.

Se empezaba a notar el tiempo de invierno.

Por suerte había optado por ir abrigada.

Iba vestida con unos pitillos negros, rotos por las rodillas y que le quedaban algo largos.

Llevaba una camiseta de tirantes de Avenged Sevenfold y sobre ella una sudadera de Pierce The Veil de la carátula Collide with the Sky.

La música marcaba el ritmo de sus pasos y consiguió mantener alejados sus pensamientos durante todo el camino, aunque no evitó que volviese a la realidad cuando vio la entrada del instituto a lo lejos.

Llego antes de lo que tenía previsto y se dirigió directamente a su taquilla.

De camino a ella se tropezó con el director que le recordó el castigo que le habían impuesto.

Cómo si hubiese podido olvidarlo.

Seguidamente sonó el timbre y Violet tuvo que correr hacia su clase de Física para llegar justo por los pelos.

La mañana se sucedió tranquila, algo que sorprendió a Violet, y pronto llegó la hora del almuerzo.

Para seguir manteniendo la tranquilidad, decidió coger algo en la cafetería y tomarlo a fuera, en las gradas de Rugby.

La mañana había terminado aclarando y el sol calentaba el día, aunque no como unas semanas atrás.

Julia se había ofrecido a acercarla a casa tras el castigo pero ella había rechazado la propuesta. Prefería ir andando.

Ella terminó de comer su almuerzo, y tras tiras los restos en la papelera más cercana, entró en el instituto y se dirigió al aula en la que tendría lugar el castigo.

En el interior de la sala había cuatro filas de pupitres desgastados, en uno de los cuales se hallaba sentado Alek, quién había llegado perfectamente puntual; y frente a ellos y de espaldas a la pizarra un escritorio de mayor tamaño y altura que los pupitres donde se encontraba el profesor encargado de hacer de guardia, quién se presentó como profesor Louis Murray, recalcando la parte de “profesor”.

En la pizarra se encontraban escritas las normas que debían supuestamente seguir durante esas dos horas semanales.

Una de ellas era que tenían prohibido salir del recinto, y que si eso ocurría el conserje se encargaría de avisar al profesor más cercano o director.

Violet no comprendió el por qué de este apartado hasta comprobar cómo el profesor Murray recogía sus cosas en el interior de un maletín de cuero negro, para inmediatamente después salir por la puerta sin ni siquiera despedirse.

Estaban solos.

Violet dirigió su mirada hacia Alek, quién, al contrario que ella, no parecía sorprendido para nada.

Ella siguió contemplándole un rato, curiosa, quizá con la ligera esperanza de que él le devolviese la mirada, pero eso no pasó.

Resignada, Violet decidió sacar los auriculares de su bolso, mientras él no paraba de escribir y resolver lo que parecían ecuaciones algebraicas.

Causa perdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora