Capítulo 5: no es la mirada...

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Me apoyé contra la pared que había en frente de la clase. Oculto se deslizo por ella hasta sentarse en el suelo. Ni que decir tiene que no habíamos durado más de cinco minutos en clase antes de que nos echaran.

– Ha sido culpa tuya - me miraba de soslayo.

–¿ Como? ¿Quien es el que se ha sentado a mi lado habiendo un montón de sitios más? Mira paso de discutir contigo. Me han suspendido un final de química y mi día va de pena, así que si no te importa...

Me di la vuelta y me fui, dejándolo solo en medio del pasillo del instituto.

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Asistí a clases de rítmica para repasar la coreografía de mañana y después me fui a casa a por la tabla de surf. Mientras entrenaba no se me había venido Oculto a la cabeza y no tenia la menor intención de hacerlo mientras estaba en el mar. Decidí ponerme un bikini blanco que realzaba mi moreno, con la parte de arriba de un neopreno del mismo color.

Tabla en mano me lance al mar. Al principio no encontré ninguna ola interesante pero poco a poco me fui haciendo a las olas y las cogía como si fuese una profesional. No se describir la sensación que sentía haciendo surf. Volar sobre las olas mientras el agua salada y fría te salpicaba el rostro y tu solo tenias ganas de chillar y brincar de felicidad porque te hacia sentir viva.

Salí del mar empapada y sofocada, aún con el subidon de adrenalina que mi cuerpo me proporcionaba desde la primera vez que había entrado al mar.

– Perdona, has perdido esto antes de meterte al agua y luego no he podido evitar mirarte. Se te ve muy cómoda ahí dentro.

Un chico rubio que me sacaba una cabeza, con el pelo medianamente largo y alborotado y los ojos azul cristalino me miraba con ojos curiosos. Tenia una sonrisa de lado encantadora. Me entrego la tobillera que me había regalado mi madre cuando tenia doce años.

– ¡ Muchísimas gracias! Soy Pomelo.

– Bernie - y volvió a aparecer esa sonrisa. Me fijé que en la otra mano llevaba un skate.

– Tu no surfeas ¿verdad? - y señale con la mirada el skate que llevaba en las manos.

– Que va, lo mio es el asfalto.

De repente un chico le llamo desde la carretera.

– Tengo que irme, ya nos veremos por ahí - Me dio un beso en la mejilla y una sonrisa que le llego a los ojos para después irse corriendo.

****************

Sábado por la mañana. Ya me encontraba en el polideportivo, maquillada y vestida con todo mi grupo. Llevábamos (obviamente) el pelo recogido en un moño hacia atrás. El maillot era azul oscuro entero y a partir del lado derecho empezaba a cubrirse como con pequeños copos de nieve, que se iban haciendo más grande hasta cubrir todo lo azul de ese lado, y la manga transparente con más copos, mientras que la manga izquierda solo levaba un detalle azul en la muñeca sin contar con toda la pedrería que llevaban el maillot entero. Nos había costado siglos hacerlo.

Salimos al tapiz en segundo lugar. Muy nerviosas (o yo por lo menos). Lo nuestro era la pelota así que realizamos la figura inicial (Azul situada a mi lado) y empezamos con la coreografía. Fueron unos minutos intensos hasta que realizamos la ultima figura y todo el mundo estalló en aplausos.

Nos quitamos del tapiz y fuimos a ver a nuestra entrenadora que estaba muy orgullosa. Después de esto las chicas se fueron desperdigando y yo me quede sola hablando con Daniela. De repente un chico la abrazo y la felicito por su gran trabajo, no me di cuenta de que era Oculto hasta que me miro.

– Pomelo, este es Alan, mi hermano.

– Ya nos conocemos, ¿a que si, patito?

Le contesté con una mueca y me di la vuelta hacia el vestuario.

Cuando salí, Bernie me estaba esperando en la puerta.

–Venga, te invito a algo por lo genial que lo has hecho.

– ¡Me parece una idea genial!

Y me miro de una forma tan bonita. Aunque dicen que no es la mirada, sino quien te mira.

AlohaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora