Capítulo 22: ¿Final?

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Izquierda o derecha. Si iba hacia la izquierda me dirigiría al aeropuerto y si iba hacia la derecha me pasaría una tarde más en el hospital.

El coche iba cada vez más lento (o eso me parecía a mi) y las imágenes de los días anteriores volvieron a mi cabeza produciéndome escalofríos.

*Dos días antes*

Toda mi casa estaba destruida. En el suelo había cristales rotos de jarrones y espejos, charcos de agua por todos lados y los muebles (algunos rotos) tirados de todas formas aquí y allá. Yo estaba sentada en una esquina del salón. Alicia intentaba acercarse a mi con cuidado porque sabia que como perdiera de nuevo los estribos estaría en un grave problema.

– Pomelo, por favor, basta - dijo casi en un susurro.

Me reí irónica, en vez de ser una risa normal, salio como si toda la frustración, la pena y, ¿porque no?, la locura salieran de mí - ¿Que me tranquilice? ¿Clmo coño quieres que me tranquilice? Explicamelo venga - las lágrimas amenazaban con salir y yo ya casi no podía contenerlas. No me podía creer lo que había sucedido hace apenas unos minutos.

– Lo siento - dijo Alicia y rompió en un llanto desesperado.

*Fin*

Cogí la carretera que me llevaría hacia el aeropuerto. Tenia que salir de ahí como fuera, no aguantaba más con este peso sobre mis hombros, no aguantaba más con mi sufrimiento, con el de mis amigos, con el de Alan y Bernie. Me carcomía por dentro el no haber sido yo. Toda la gente a la que quería se iba y por eso tenia que alejarme de ellos, para que estuvieran a salvo.

Mi teléfono sonaba cada dos minutos con diferente llamadas: Ali, Brenda, Chloé, Sherezade... También mi padre y Adrián y Alex. No contesté a ninguna.

Conducía a toda prisa por la autopista con los ojos inundados en lágrimas y las imágenes no hacían más que bombardearme la mente.

*Dos días atrás*

Corrí por los pasillos del hospital como desesperada, Ali me pisaba los talones, ni siquiera ella podía comprender como había pasado de destrozar mi casa a venir como una bala al hospital.

Me detuve en recepción y una señora mayor, que vio mi cara desencajada, en seguida me dijo donde encontraría lo que necesitaba.

Corrí subiendo las escaleras (el ascensor era demasiado lento) y llegue a la plata 5, la de operaciones.

Corrí una vez más chocando con enfermeras, médicos e incluso algún enfermo despistado. Caí al suelo unas tres veces y me corte en la mano con un cristal pero ni lo sentía.

Al llegar a la sala de espera los vi a todos que me miraban sorprendidos. En frente de nosotros había una puerta de doble hoja que daba al quirófano. Me asomé y le vi tendido inerte en la camilla mientras los médicos no hacían más que intentar reanimarlo.

*Fin*

Llegué a las puertas del aeropuerto y bajé mi maleta del coche, ni siquiera me preocupé porque se quedaría ahí solo para siempre. Corrí por el aeropuerto hasta llegar al detector de metales. Deje mis pertenencias en la cinta y pase por debajo. Un guardia con algo más de empatia se percató de mi estado:

– ¿Se encuentra bien señorita?

*Two days ago*

–¿Te encuentras bien Pomelo?

El alma se me había caído a los pies, no podía hablar, me sentía algo enferma y el olor a sangre y desinfectante estaba empezando a hacerme mella. Por suerte Adrian me atrapo a tiempo y me sentó en una silla mientras los demás me daban aire.

Las siguientes dos horas se me tornaron imposibles. El tiempo más largo de mi vida. Me levantaba, caminaba y me volvía a sentar, bajo la mirada atenta de todos y con el cuidado de que no entrara en pánico.

Un hombre, que supuse seria el doctor salió: -Familiares de...

– Si, si, ¿como se encuentra? ¿Esta bien? - no le dejé terminar la frase pero aun así el hombre me miró compasivo.

–Le hemos inducido un coma. No sabemos los daños que pueden tener su cerebro. Las próximas 48h serán cruciales. Solo uno puede verle.

Yo ya estaba corriendo por el pasillo en dirección a la calle, no podía aguantar aquello. No ahora.

*Fin*

–Eh, si, solo estoy un poco mareada, gracias.

Coji mis cosas y salí zumbando, en menos de lo que canta un gallo compre un billete de ida a Madrid y llegué a la terminal. El avión iba a despegar ya y estaban llamando a los últimos pasajeros.

Empaque mi maleta y entre al avión corriendo.

Tenia que salir de allí cuanto antes.

*Un día antes*

Crucé con cautela el hospital hasta llegar a la planta 7. Llegue a la habitación 346 y llamé ligeramente. Brenda me abrió la puerta. No pronunció palabra, simplemente me dejó pasar y cuando los demás me vieron la imitaron. Se levantaron y se fueron.

Llegué a los pies de la cama y me senté en una silla. Agarre su mano y la coloque junto a mi cara. Llore como nunca había llorado y le pedí perdón miles de veces. Por alejarle de mi. Por no darme cuenta de que lo quería. Por haber huido. Por todo. Por haber fallado a Bernie.

*Fin*

Todo eso había sucedido en menos de dos días y mi mundo se desmoronaba lentamente.

Justo cuando iba a apagar el móvil la llamada de Alan, que no había estado en el hospital ni me había llamado en todo el tiempo, me sobresaltó.

–¿Pomelo? Pomelo yo... Bernie a muerto.

Me quedé congelada y el teléfono calló al suelo, rompiéndose.

AlohaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora