Capítulo 20: Italia, è buona (Parte 3)

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Pomelo POV's

No aguanté y me eché a llorar. Alan al principio no supo reaccionar, pero tardó poco en abrazarme. Estuvimos así hasta que logré calmarme un poco. Cuando acabé de llorar y salí de tener la cabeza enterrada en el pecho de Alan lo miré algo avergonzada.

- Que fea te pones cuando lloras.

El comentario me hizo reír y Alan hizo como si no le hubiera contado nada, sabia que si profundizaba en el tema yo lo pasaría peor y al parecer eso no era lo que el quería.

Decidimos no acompañar al resto a cenar y cuando cruzábamos una de las calles de Venecia nos encontramos con una pequeña tienda de la que salia un olor delicioso. Salimos de ella con un crêpe y un helado cada uno.

Acabamos sentados en el borde de una calle inundada por la que pasaban pequeñas góndolas iluminadas por un farol. Alan y yo hablamos de cosas sin importancia hasta que una góndola nos llamo la atención: en ella iba un hombre cantando con unas maracas, junto con otros dos, uno tocaba la trompeta y el otro el saxofón. Al lado de esta había otra góndola vacía, solamente con el gondolero.

– ¿Una vueltecita para la pareja? - dijo el que iba solo. Me sonroje al instante y me tapé con el pelo.

– ¡Claro! - gritó Alan. Yo lo miré con los ojos como platos mientras negaba rápidamente con la cabeza, sabia que si subía al chisme ese me caería al agua - ¿tienes miedo patito?- lo mire con una sonrisa de suficiencia pero antes de poder pronunciar nada Alan me cogió al más puro estilo princesa, osea como un saco de patatas.

– ¡Bajame! ¡Bajame maldito bastardo! ¡Hijo de snow! ¡Asqueroso muggle!

– Callate mundana.

Le propine puñetazos en la espalda pero el ni se inmutó... Un momento, ¿dijo muggle? ¿desde cuando Alan sabe leer?

Noté que los pies de Alan se hundían e inteban mantener el equilibrio, chillé como una loca y me retorcí intentando que me bajara. Mala idea. En menos de treinta segundos me encontraba sumergida en el agua.

– Te juro por Dios que te mato, ¡mi vestido!

– Oh por Dios mi vestido, se me va a estropear el peinado y ya no hablemos del maquillaje... ¡Mira mis zapatos! -me imitó Alan para después entrar en un ataque de risa que se me contagió.

Subimos como pudimos a la góndola.

– Señor gondolero ¿le importaría fiarse de nosotros y dejarnos la barca sola? Se la devolveremos sana y salva - dijo Alan con una sonrisa y un guiño.

El gondolero le miro divertido - Se llama góndola y claro, pero será más caro - dijo con una sonrisa de suficiencia.

Alan le entregó el dinero y se puso en el lugar del gondolero, empezó a remar con fuerza por lo que casi me caí de la barca, es decir, góndola.

– Si no quieres acabar de nuevo en el agua lo mejor es que pares un poco tarado.

– Y si quiero verte mojada de nuevo - dijo mientras levantaba una ceja. Me entró la risa tonta y casi me caigo una vez más.

Al cabo de un rato que pasamos hablando de tontunas, los músicos se despidieron de nosotros y yo me tumbé en la góndola

– ¿Sabes? Las estrellas vistas así son preciosas.

Alan se tumbó a mi lado - Estoy de acuerdo contigo - pasaron unos minutos en silencio hasta que Alan no aguantó más - dejame explicártelo Pomelo, yo...

Le interrumpí- No me interesa Alan, desapareciste sin contar con el tema de Azul, eso es todo lo que tengo que saber.

– No me fui porque yo quisiera, tienes que entenderlo, mis padres están separados, mi padre le pegaba palizas brutales a mi madre delante de Dani y de mi, Dani era muy pequeña y no se acuerda pero yo lo recuerdo todo, cada golpe, cada empujón. Mi padre está en una prisión de Bruselas, donde vivíamos antes, y hace un mes y medio fue el juicio, tuve que ir a testificar y el veredicto salio hace tres dias. Lo se, suena raro, pero se demoraron ya que a mi madre ahora se la ve feliz.

Y en cuanto a Azul, te vi con Berni, estabais en la playa y, bueno, me entraron los celos. No sabia como darte de tu propia medicina hasta que Azul me llamo esta tarde llorando. La dije que si que saldría con ella, pero nunca he dejado de pensar en ti. Cuando en la fiesta discutimos se me callo el alma al suelo pero no logré alcanzarte. Lo siento de verdad.

¿Alan nos había visto en la playa? ¿También vería el beso? Al principio intenté llenar mi vacío con Bernie pero la verdad es que el beso no había significado nada. Yo lo quería, pero como amigo.

Alan se acercó a mi y lentamente posó su labios en los mios. El beso empezó lento, dulce, tímido pero acabo convirtiéndose en una necesidad, en un ansia por recibir más del otro. Nos separamos por la falta de oxígeno y poco después estaba mirando las estrellas enterrada en el pecho de Alan.

***************

– ¡Shhhhhh! ¿Te quieres callar ya? - Le grité/susurré a Alan mientras entrábamos por la puerta del vestíbulo del hotel a oscuras - Vas a hacer que nos pillen.

– Pero si la única que no hace más que reírse eres tu - dijo Alan cruzando los brazos mientras arrujaba la nariz, lo que me provocó otra risa. Me tapé la boca inmediatamente y agarré de la mano a Alan para tirar de el hasta el ascensor.

Una vez las puertas se cerraron Alan me aprisionó contra la pared y me besó con fiereza.

Los dos estábamos entrometidos en cada mínimo roce de nuestros cuerpos cuando el din del ascensor nos alertó de que había llegado a mi planta. Me separé a regañadientes de Alan

– Buenas noches patito - me dijo el con una sonrisa de suficiencia.

– Buenas noches niñita - yo le saqué la lengua, me di la vuelta y me metí en mi habitación, no sin antes dirigirle una ultima mirada al ascensor, que justo se estaba cerrando.

(Francesco en multimedia)

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