Dime tu secreto (Pt.1)

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( este era un capítulo muy aburrido y MUY largo, así que ahora son dos, ok )

Teruki tenía insomnio provocado por varias cosas creía él, lo tomaba con normalidad a pesar de hacía pocos meses comenzar a consumir pastillas para controlar su horario de sueño; tenía pesadillas la mayoría de las veces, pero no les daba mucha importancia, solo era algo más con lo que debería lidiar. Tenía catorce años y cumpliría los quince en poco tiempo, demasiados problemas de adolescente, pensaba demasiado, por supuesto y tenía las hormonas disparatadas como cualquier chico en desarrollo común.

-Todo está bien, ¿Si? -Murmuraba en la oscuridad de su departamento, tan solo siendo alumbrado por la pantalla de su computadora, bajando con el rodillo del mouse en la página porno a la que acababa de acceder, quizás si se tocaba un poco podría cansarse e irse a dormir, nunca lo había hecho antes, pero creía que esta era una oportunidad para probar algo nuevo y no volver a drogarse con las pastillas que sus padres le enviaban.

Estaba preocupado. Quería recordar la cara de Kageyama, la intentaba mantener en mente, aunque a su vez se sintiese culpable de estar, claramente, en una página porno intentando tener en mente la cara de una persona real que seguro ni recordaba su nombre. Era entendible, Shigeo apenas lo había visto cinco veces y eso era normal, pero seguía preocupado por haberlo visto en la oficina de Reigen.

No, eso lo estaba poniendo de los nervios, lo quitó de su cabeza, pero ya que tenía sus facciones tan presentes no podía sacarlo. Suspiró soplando apenas un mechón de su cabello para quitarlo de su rostro y poder tener la vista fija en lo que ocurría en la pantalla: Dos hombres jóvenes se daban pequeñas caricias, que muy de a poco subían de tono, a Teru le gustaba ver la intimidad, no iba a mentir, su mano fría se deslizó por debajo de su pijama y ropa interior, jadeando agitado debido a los acelerados latidos de su corazón; su mandíbula tembló e intentó calmarla mordiendo la punta de su lengua; de todas formas no importaba si alguien lo escuchaba, no había nadie además de él y una barrera, casi como instinto, lo había rodeado para tan solo ser él y la computadora, con un pote de crema y pañuelos.

La saliva se deslizaba por su garganta hacia abajo con poco cuidado, era su primera vez, se sentía sensible ante cualquier roce y sobretodo con su mano abajo, estimulando su pene de adolescente con poca experiencia. Esto no está demás. No pasó mucho tiempo cuando sintió que ya iba a eyacular, sus cejas se arquearon y, apresurado tomó unos cuantos pañuelos, moviendo rápido su mano, apenas pudiendo mantener sus ojos abiertos y mantener la vista en aquellos hombres, la oscuridad tras sus párpados le trajo el rostro del chico que justamente no quería ver en ese momento y todo salió de él, un angustiado gemido bajo y el desperdicio de fertilidad sobre los pañuelos. Tardó unos cuantos segundos en reponerse, de hecho había funcionado, le había bajado el sueño y ya podría dormir al menos unas cinco horas antes del amanecer. Fue al baño para limpiarse, se acomodó en su cama y se tapó para darse un par de vuelta y cerrar sus ojos.

Lástima que tenía clases, el día siguiente fue sin duda agotador, se sentía un tanto incómodo y era de esperarse. Un día luego de unas semanas salió de la secundaria más cansado que nunca,salió hecho polvo, apenas quería caminar a casa, no le importaba si alguien lo veía teletransportarse, tan solo quería irse de una vez por todas; miró a los alrededores por si alguien importante lo estaba espiando para así irse, hasta que a lo lejos vio los uniformes de la secundaria Sal, su cerebro generó una chispa y automáticamente: Shigeo Kageyama.

Caminó cerca de ellos, ahí era apenas la entrada del gran edificio y los alumnos salían con tanta calma como si las responsabilidades no existieran en sus cabezas. El rubio ladeó sus labios algo disconforme, no había rastro del hongo azabache de el chico que tanto admiraba, se dio media vuelta, se metió en una pequeña calle sin salida y se traslado al lugar que más paz le traía en ese momento. No tuvo que pensarlo mucho, tan solo eso, paz; su casa era muy callada y tranquila, sin la presencia de sus padres todo parecía mucho más libre de reglas y cualquier cosa que le impusieran, pero a pesar de eso, en lugar que más paz le había traído en esos momento era la oficina de Reigen Arataka. El sonido de su voz le traía calma, los pasos en las otras habitaciones, la sala de espera a veces con mujeres hablando entre ellas; esperaba ver ahí a Kageyama, muy pocas veces habían conseguido coincidir en la oficina y eso a Teru lo entristecía, aunque de igual manera lo reconfortaba pues la mayoría de sus charlas con Reigen lo incluían.

-Hoy viniste más temprano. -Serizawa miró al adolescente con una sonrisa mientras limpiaba la sala de espera, claro está, con ayuda de sus poderes psíquicos- Arataka está desocupado y Mob llegará en unos minutos, puedes pasar -Era también uno más que sabía lo que ocurría con Teru, no por chismoso ni algo parecido, sino porque Reigen (con permiso del rubio) le había pedido algunos consejos también a Katsuya, aunque éste no hubiese tenido nunca pareja en su vida y haya decidido nunca hablarle a su destinado, en realidad daba muy buenos consejos- Espero que hoy si puedas hablarle, buena suerte. -Era un hombre inigualable, lastimosamente, tan solitario.

Hanazawa hizo caso con una sonrisa y un suave calor en sus pómulos, le sonrió al hombre y pasó sin tocar la puerta, encontrándose con Reigen Arataka fumando. Se veía nervioso, mordiendo sus labios cuando el cigarrillo no estaba tocándolos, mirando directo a la puerta, por esto dio un salto cuando Teruki apareció del otro lado y tan solo le miró confundido.

-Uh, Señor Reigen, ¿Está usted bien?

-Ah, eras tú, bien. -Reigen apagó el cigarrillo y abrió una ventana, seguramente con intenciones de que el olor se fuera, pero debió de haber fumado mucho porque el hedor era casi insoportable- Hola, comenzaba a extrañar un poco de compañía; adelante siéntate, ¿De qué quieres hablar hoy?

ᴋᵒⁱ ⁿᵒ ʸᵒᵏᵃⁿ //ᵗᵉʳᵘᵐᵒᵇDonde viven las historias. Descúbrelo ahora