Recuérdame porque no quiero olvidarte

538 85 14
                                    

El primer consejo real que Mob había recibido en su vida fue el que Reigen Arataka le había dado en su primera consulta, cuando él tenía 11 años y no había sido capaz de encontrar ayuda en otro lado además de Consultas espirituales y demás.

—Pues suerte la tuya, niño, ¿Por qué no hablas con alguno de ellos y escoges el que te guste más?

Muy fácil, podríais pensar, ¿Por qué teniendo tantas opciones se haría tanta confusión en qué camino tomar para seguir su vida? Por eso mismo, eran caminos que todavía no quería conocer, pero en algún momento... debería de escoger quien sería la persona con la cual quiere vivir el resto de su vida y tener opciones es más difícil que tener una predeterminada y Mob no sabría ni como lidiar con una sola, nadie más podía ayudarlo.

Claro, Reigen lo estafó en un principio.

Le echó charlas vacías a un niño esperanzado en poder deshacerse de su "maldición", diciendo que también tenía más de un destinado, cuando la realidad era que no tenía ni uno.

Mob con el paso de los años pudo conocer más a su maestro y supo que aquel consejo vacío era una y la más factible opción que una persona le había dado, pero ya los conocía y no deseaba saber nada de ellos, al menos no de la gran mayoría.

Shou Suzuki seguía siendo un desconocido.

Tome Kurata era muy pesada para su gusto personal, apenas la veía como una amiga.

Musashi Goda, el presidente del club de fisicoculturismo... Era atractivo y tenía una actitud que pensaba combinaba bien con la suya, pero él... uh, no, no podía ni imaginarlo, no era para él y punto, su corazón no dictaba nada más que un fondo en blanco y tres puntos negros.

Kageyama Ritsu, su propio hermano, el primer nombre en su piel al ser un crío; el amor que Ritsu tenía hacia Shigeo y viceversa eran algo sincero, su lazo de hermanos iba a ser... difícil de romper, pero Mob no quería vivir toda su vida con su hermano, quería enamorarse y Ritsu también quería eso, por lo que, jamás le contaría que él también poseía el mismo nombre que ocupaba la piel del menor.

Momozo Takenaka, un extraño chico de la secundaria que apenas conocía de vista, tenía la esperanza de algún día poder hablar con él y empatizar, pero todavía no estaba preparado para siquiera verlo a los ojos. Era muy serio y siempre llevaba sus audífonos a todas partes, como si intentase no escuchar a las personas a su alrededor, eso bajoneaba a Mob y nunca daba el primer paso.

Ichi Mezato... No.

Y Reigen Arataka, esto no era algo más que platónico, era su maestro, su figura a seguir, le parecía maravilloso y grande, más allá de una enorme admiración no podía enamorarse de un adulto que doblaba su edad; lo idealizaba y no podía evitarlo, el nombre apareció pocos meses después de conocerlo y había sido una grande sorpresa. Se lo había mostrado al hombre, pues este le había dicho que si algún caso se le presentaba podía ir a su consulta y solucionarían juntos el problema, pero cuando vio la sorpresa en su rostro, que no pertenecía a un sentimiendo positivo, dejó de mirar la marca de la misma forma.

En realidad, sabía que aquellas personas grabadas en su piel estarían a su lado por el resto de su vida, no tenía duda de ello, a menos que se borrasen; esto conlleva a otra historia, tal donde un día el nombre de Emi ocupó lugar en su muñeca, pero dos semanas después desapareció sin dejar rastro. Su cuerpo, el destino y todo a su alrededor tenía pinta de locos, con apenas 12 años pensó en querer terminar con aquello, a pesar de ser un niño con una vida muy normal y feliz, el pensamiento de terminar con su propia vida lo atormentó por unos cuantos meses.

Mob no quería hacer sufrir a las personas a su alrededor, personas que amaba, por su "condición", ellos no lo merecían. Poco a poco, accidente por accidente, sus emociones fueron guardándose en el fondo de su corazón, tan oscuro su corazón en lugares muy poco comunes que ni él era capaz de reconocer. Por eso no fue capaz de llorar en el funeral de sus padres, pero a costa de esto, explotó contra su hermano cuando nadie más los veía, dejándolo herido física y mentalmente, en ese momento creyó que iba a perder a la única familia que le quedaba.

Pero Ritsu despertó y lo comprendió, formaron una nueva familia, disfuncional, pero familia y seguían avanzando, sin querer recordar los malos recuerdos y olvidar los buenos.

Mob vivía. Él y su hermano, su maestro y Serizawa, eran su nueva familia y realmente los amaba, claro, no faltaba el molesto fantasma con aspecto de moco, pero Ekubo no es relevante en esta historia.

Una mano grande tomó del mentón a Shigeo y lo obligó a subir sus ojos llenos de lágrimas hasta el rostro de su figura paterna, que lo miraba con angustia, lo que trajo una reacción como si millones de hormigas recorrieran su cuerpo en menos de un segundo.

—Shigeo, mírame, estamos aquí y todo está bien.

No se dio cuenta en que momento Serizawa y su hermano habían salido de sus habitaciones para ir a socorrerlo, sintió miedo de hacerles daño e intento alejarlos, pero la onda no movió ni un centímetro a nadie, ni a Reigen ,quien era escudado por el adulto de cabello negro. Ritsu había acomodado todas las cosas de la casa y Katsuya de vio nervioso ante la explosión del chico, él nunca había presenciado una, pero debido a la tranquilidad que presentaban los otros parecía que aquello era casi poca cosa.

Mob seguía triste, no podía controlar más sus emociones y suprimirlas, pero no quería que sus seres más queridos lo viesen así, comenzó a respirar profundo, permitiendo que la caricia del aire frío en sus pulmones calmara su ansioso corazón y flujo de sangre que tan solo lo hacía temblar por el deseo de salir corriendo de ahí, pero no lo hizo.

—Todo está bien, hermano, debes descansar —Ritsu se acercó a su hermano y acarició en su nuca para que este se calmara y cerrara sus ojos, todos ahí estaban muy cansados, pero esto era importante, debían hablar de eso y no dejarlo olvidado, ya todos habían notado lo borde que Mob era, lo inexpresivo, lo solitario que se había vuelto gracias a su falta de tacto con las demás personas, algo estaba mal e iba más allá de lo que Mob decidiera para sí mismo, no tenía control y eso era de alarmar cuando era justamente lo que definía a los adolescentes: sus desenfrenadas emociones— Mañana iremos a comprar ropa, ¿Te parece? —Le hablaba muy suave y bajito, como una caricia para los oídos de su hermano que lo hicieron suspirar y soltar la tensión de sus hombros, permitiendo a todos los presentes mirarle y sonreír con alivio, sabían que ahora todo estaba bien.

—Todo está bien, ¿Si? —Teruki, muy lejos de ahí, víctima del insomnio de preparaba algo de comer mientras buscaba algo que ver en internet, con sus ojos descubiertos y sin maquillaje, buscaba recordar el rostro del lindo niño hongo, porque volvía a olvidarlo y eso era lo que menos deseaba.

ᴋᵒⁱ ⁿᵒ ʸᵒᵏᵃⁿ //ᵗᵉʳᵘᵐᵒᵇDonde viven las historias. Descúbrelo ahora