Natasha se miró al espejo, realmente aterrorizada. Según se había separado y mirado al nuevo y mejorado Steve Rogers, su corazón había decaído lentamente. Cada latido iba lento, muy lento. Natasha se miró a los ojos, esos ojos verdes que siempre habían sido lo más bello... Eran de color naranja. Un naranja pálido, casi eran sólo vetas en el verde prado de sus ojos. Pero naranja, al fin y al cabo.
-Dioses, que está pasando...- murmuró, acariciándose la cara con frustración. Incluso se golpeo el pecho, para ver si su corazón volvía a acelerar el ritmo.
Pero nada. Seguía lento, más lento, más lento...
Hasta que se paró.
Pero Natasha frunció el ceño. Estaba viva. Oh dioses, ¡SEGUÍA VIVA!
Sus manos, aún más pálidas que lo acostumbrado, chispearon de la emoción. De la emoción de que, la Viuda Negra había muerto. Pero Soulless no.
Soulless seguía igual de vibrante y viva como cuando Natasha Romanoff se precipitó al vacío.
-¿Natasha?- dijo una voz al otro lado de la puerta contra la que estaba apoyada, realmente asustada. Era Carol, pidiendo que saliera y hablara con todos. Había preguntado a algunos amigos.
Suspiró frente al espejo y se peinó un poco el pelo rojo de puntas rubias, poniendo una sonrisa falsa a su reflejo, que la miraba un tanto desconfiada.
Abrió la puerta, saliendo del baño realmente asustada. ¿Se darían cuenta sus compañeros que su corazón ya no latía? Bucky la miró con el ceño fruncido, le dio una sonrisa poco convencida.
-¿Que pasa?- preguntó con su voz perfectamente regulada y calmada. Maria Hill miró a su pareja, Bucky, que suspiró y se encogió de hombros.
Maria la abrazó, no más de cinco segundos. La verdad es que era todo un avance porque Maria era toda una sociópata, siendo básicamente una gran hija de perra en muchos sentidos, por ejemplo follándose a Carol y luego dejándola por Bucky. Aún así, pensaba que Bucky sacaba la mejor parte de Maria.
-Verás, Natasha- suspiró Carol, mirando la escena un tanto dolida.- La gema del alma te ha elegido como su portadora.
Asintió. Sabía esa parte de la historia. Steve se sentó a su lado, acariciándole el hombro con suavidad.
-Eso te hace uno de los seres más poderosos del universo. Más que Hulk, más que Thor... Más que yo.
Volvió a asentir, asustada. No le gustaba el cariz que llevaba la conversación.
-Podrías acabar con todos nosotros en un solo chasquear los dedos- la Gema del Alma no había sido tan poderosa con el titán loco. ¿Por qué ahora sí? ¿Y por qué ella?
-El porqué, lo desconocemos- Steve la abraza y ella siente como su corazón ya inerte se comprime.- Aunque conocemos a alguien que podría saberlo.