O2. Muerte es una palabra demasiado pequeña para mí.

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-¿Natasha?- preguntó, Natasha sonrió, avanzando hacia ella.

Carol no reaccionó pero la pelirroja se lanzó a sus brazos, abrazándola con fuerza. Cerró los ojos y sintió como el corazón de Carol empezó a latir con más fuerza. No supo cómo lo notó pero el corazón de Carol fue como un tambor ante su toque.

Cuando se separaron, ella le acarició la mejilla con una mirada alegre.

-Me dijeron que estabas muerta- Natasha le dio una sonrisa incómoda.

-Ya sabes lo que dicen de los rumores, Carol- dijo, con una mirada sugerente. La contraria sonrió aún más. Muchas veces, en SHIELD, cuando Natasha aún era una adolescente, Carol y ella habían compartido "eventos" en el cuarto de las escobas. Y cuando Carol se fue, Natasha fue una de las que más lloró.

Sin embargo, Carol había encontrado la felicidad junto a Maria Hill. Y para ese entonces Natasha estaba bajo el nombre de Natalie Rushman, consiguiendo la confianza de Tony.

-¿Sabe alguien más que sigues viva?- Natasha negó con la cabeza, mirando sus nudillos, que seguían sangrando. Se lo limpió con suavidad.- ¡Debes ir ahora! ¡Clint todavía está allí!- exclamó, Natasha sonrió, negando otra vez con la cabeza.

-Bien, pues estamos en Siberia y la base de los Vengadores en Estados Unidos, ¿cómo lo hago?- Carol sonrió, peinándose el pelo corto y rubio con la mano izquierda y guiñándole un ojo.

-Yo te puedo llevar- Natasha volvió a sonreír, diciendo que no.- ¿Entonces cómo?- preguntó la rubia, Natasha apoyó sus puños a sus costados, dando un salto. Y, para sorpresa de Carol (y suya propia), se detuvo en el aire unos segundos. Entonces sus puños se apagaron y ella siguió ahí, soportada por las moléculas a las que su poder afectaba.- La última vez no volabas.

-La última vez morí- dijo con sequedad, Carol miró incómoda al suelo, frotándose el brazo.- Y, aunque no sé cómo, he vuelto. No desperdiciemos el tiempo con cosas estúpidas. Supongo que ganásteis a esa uva malhumorada.

Carol rió, asintiendo con la cabeza y enseñando una cicatriz en su cuello, de color morado. Morado brillante. Palpitaba.

-El muy cobarde se quitó una de las gemas del infinito y me golpeó con ella. La del poder, si no me equivoco- Natasha asintió. Había investigado sobre las gemas muchísimo, sabía cuál era cuál.

Entonces recordó lo que sabía sobre la gema del Alma, aquella que le había devuelto la vida. "A veces, siendo usada sin razón, la piedra puede volverse contra su creador y corromperlo desde su interior". Natasha suspiró. Ese no sería su final. Ella los protegería. A cualquier costo.

-¿Entonces vamos?

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