Cap. 5 -. A kilómetros de ti

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—. Yo... No lo se, Darién hemos sido amigos desde siempre y jamás eh deseado más que estar contigo, pero... Tú te irás y yo me quedare aquí, no siento que sea una buena idea que justo ahora me digas todo esto... —sus palabras me dejan sin aliento, quiero correr pero mis piernas no me obedecen.

—. ¿Esa es tu respuesta? —pregunto con seriedad mientras me pongo de pie.

—. Eh... Si, creo que es lo mejor... —murmura titubeante.

Volteo la mirada justo para verla a los ojos, me acerco a paso lento, jamás creí que ella se negara a la realidad que ambos sabemos está ahí... En su corazón, porque sé que me quiere tanto como yo a ella pero ahora solo me dice que ¡no! Ahora me rechaza, rechaza la idea de al fin poder estar juntos y ¿que pasó con las palabras que un día me dijo entre lágrimas?, ¿Es que acaso habré esperado demaciado que su amor por mi se vio terminado?, Bajo la mirada derrotada, doy un par de paso atrás, me decido a salir por el mismo lugar por él que entre pero... Antes de hacerlo volteo con el mirar cristalizado y observó tal vez por última vez sus ojos observandome.

—. Un día me dijiste que me amabas, que debido a ello jamás habías podido amar a nadie más... Hoy... Crei que ese amor seguía latiendo en ti, pero... Veo con triztesa que me equivoqué... Lo lamento... —salgo sin dejarla responder, me deslizo sobre las ramas gruesas del árbol hasta llegar al césped.

Camino decidido, sin mirar atrás, intentando contener las insesantes ganas de llorar, Serena no me sigue, no me busca, tal vez eh imaginado cosas que ni en sueños podrían suceder, tal vez me quedé enclaustrado entre sueños y deseos que para mí mala suerte jamás podrán ser realidad, cruzo la calle por completo y corro hacia el roble que incontables veces me ah visto llorar y lo hago de nuevo, en realidad no comprendo ningún suceso anterior y temo que ah sucedido lo que tanto tiempo temí... La eh perdido incluso como amiga.

Los momentos tan bellos que pasamos en nuestra infancia atropellan mis pensamientos como relámpago fugaz que me hacen llorar como un niño, como un pequeño chiquillo que ah perdido su globo, realmente pienso que lo hice mal, que no debí decir una palabra para alejarla y ahora ya es tarde...

Los siguientes días pasan con toda lentitud, cada vez que salgo de casa lo hago tratando de ni siquiera mirar en su dirección, no eh sabido nada de ella desde la última vez que hablamos y aunque la extraño demaciado, contengo las ganas de verla, de hablarle...

—. ¿Qué te sucede cariño? —pregunta mi madre sentándose a mi lado al borde de mi cama.

—. Suelto un suspiro lento y largo —le dije lo que siento por ella mamá... —confiezo con la mirada baja.

—. Pero por lo visto no salió bien, ¿Ella que te dijo? —cuestiona acariciando mi cabello.

—. Nada... Solo me rechazo, pero... —me lavanto de golpe —ya paso... Es algo que debo dejar en el pasado y ahora que me iré a Tokio se que... La voy a olvidar mamá, no te preocupes... —murmuro sujetando sus manos mientras finjo una media sonrisa.

—. Mi madre me mira y sonríe mientras sube su mano y acaricia mi mejilla —cariño... Este tipo de amor... Jamás se olvida, puedes vivir con él y aprender a ignorarlo... Pero... Siempre vivirá aquí... —señala mi pecho de lado izquierdo.

—. Pues espero poder ignorarlo... —sentencio mirándola con la esperanza de haber logrado convencerla a ella y a mi mismo.

Las cajas de cartón comienzan a llenarse de todas y cada una de mis pertenencias, mi ropa se guarda en las maletas, mis diplomas y demás cosas en cajas que van directo al ático, de repente una foto encima de mi buró me obliga a detenerme, la sostengo entre mis manos y aquellas lágrimas que creí reprimidas se alojan de nuevo en mis cuencas resbalando una a una sobre mis mejillas, somos ella y yo... Abrazados... Sonriendo como siempre lo hacíamos, me quedo pensando si debería cargar con este recuerdo o si debo guardarlo junto con mis sentimientos en el fondo de mi ático, entonces... La coloco dentro de una de las cajas para guardarla, la verdad es que no quiero cargar más con esta pena que aqueja mi corazón.

La habitación comienza a verse vacía, mi madre llora cada vez que entra y me recuerda lo mucho que me extrañara, ya solo quedan los muebles, mi cama y algunos libros en los estantes, algunas mudas de ropa que no eh empacado para usarlas en los días que aún me quedan aquí, mi padre como siempre es un hombre callado, aunque eso no impide que siempre me apoye; lo cual agradezco, sin su valioso apoyo se que no sería capaz de hacer nada de esto.

Me encuentro sentado sobre un pequeño taburete en la casa del árbol con mi laptop sobre las piernas, la opción de e-mail está abierta y en el nombre del remitente el suyo... La pequeña raya que indica la escritura parpadea esperando a que teclee aquellos pensamientos que aquejan mi cabeza, pero... No puedo, cierro de golpe la tapa lleno de furia contenida y pienso —Si ella sintiera algo habría venido a mi y sin embargo sólo me ah ignorado —lo que yo ignoro es que ella sufre tanto o más que yo... Porque me ama igual o aún más que antes, me ah amado siempre pero el temor a perderme y a sufrir por mi ausencia a hecho que tome la desicion de alejarse temiendo que lo nuestro jamás funcione y terminé perdiendo mi amistad por completo, ella espera que lo que yo sienta solo sea un sentimiento pasajero y que pronto la vea de nuevo como mi mejor amiga y nada mas, pues no podría con la idea de no tenerme en su vida, tantos desprecios y tantos engaños le han arrebatado las ganas de enamorarse, tantos amores falsos la han vuelto incrédula y falta de amor propio pero fue tan ciega que no pudo decirme nada de eso y solo me ah dejado creer que mi amor por ella no es correspondido.

Me mira a travez de su ventana y aunque sabe que los días pasan y con ellos la hora de alejarme no tiene el valor de arriesgarse conmigo, de acercarse y solo decirme que me ama, que me a amado por siempre, que desde siempre nos hemos pertenecido, que a travez del tiempo su amor por mi solo a crecido más y más...

A través del tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora