Mykonos

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Sharon


Estoy en Mykonos, Grecia. Vine de vacaciones, las últimas que tendré como soltera. En unas semanas me casaré con David Sanders, hijo de un prominente empresario, su padre hace negocios con el mío, por el cual nuestra boda será un negocio de ganar ― ganar. El único problema es que él no quiere ser parte de la empresa de su papá, pero cuando nos casemos lo convenceré para que ocupe el lugar que le corresponde.

Sé que mi vida tendrá que cambiar después de la boda, aun cuando David sea tan parecido a mí en ciertas cosas, estoy segura de que no estará de acuerdo en que haya terceros en la relación. Es que, aunque, él y yo no somos los típicos novios que se casan enamorados y sueñan con tener una gran familia, sí soy consciente de que él es monógamo, lo ha demostrado durante estos cinco años.

Por eso me sorprendí tanto ayer cuando Cindy, mi amiga de toda la vida, me envió una foto de David cenando con Julieta, la organizadora de bodas, en una churrería muy famosa de la Ciudad de México. Sí, sé que se tienen que reunir para afinar los detalles faltantes de la boda, y, aunque en apariencia están conversando, lo que más me preocupa es la que él la ve, pareciera que lo único interesante en este universo es Julieta, está tan concentrado en lo que dice, que, según mi amiga, no se percató de que estaba a una mesa de ellos, es como si el mundo de mi prometido solo dependiera de verla a ella. A mí nunca me ha mirado así. Por eso le pedí a Cin que la investigara.

Quizá no debería preocuparme antes de elegir a Bodas Murray, indagó sobre Julieta, llegando a la conclusión de que es la mejor, y no puede serlo si se encarga de calentarle la cama a sus clientes. Sin embargo, mis dudas respecto a si elegirla a ella fue una buena decisión continúan haciendo mella en mí. Así que, aunque no me agrada mucho la idea de tener que alejarme de Stravos no me quedará otra opción, me tocará ir a poner orden. No puedo permitir que una intrusa eche a la borda todos mis planes.

Así que tengo que aprovechar al máximo el poco tiempo que me resta al lado de Stravos, no es que en días anteriores no lo haya hecho, pero el tiempo en el que podré estar con él se acorta y con ello disminuye la posibilidad de volvernos a ver. A Stravos lo conocí hace un año, cuando tomé un crucero por el Mediterráneo con Cindy. Necesitábamos escapar un rato, después de una situación un tanto confusa con Bruno, el primo de David.

Al entrar a un restaurante lo primero que vi fue a Stravos con su torso desnudo, unos pantaloncillos blancos y sus ojos azules, en aquel entonces ya estaba comprometida con David, pero la atracción que sentí en ese instante hizo que me olvidara de todo lo que me ata a México. Así sucede siempre que estoy con él.

Mientras más tiempo paso con él la atracción entre nosotros aumenta, por eso me niego a terminar con lo que tenemos, pero mi inminente boda hace que el rompimiento sea inevitable. Sin tan solo pudiera encontrar una forma de seguir con mis planes sin tener que decir adiós a Stravos, mi vida sería menos complicada.

Stravos duerme plácidamente, yo aprovecho su tranquilidad para pasar por toda su columna mi uña, él murmura algo inentendible en su idioma natal. Él habla un poco de español y yo y yo no me doy a entender mucho con el griego, claro que él me entiende más de lo que yo a él, a veces recurrimos al italiano, es así como nos comunicamos mejor. Un instante después suena mi celular, corriendo casi en silencio me dirijo a donde está, de esta manera evito que el sonido lo despierte.

Al tomarlo veo que la llamada es de David, demasiado extraño, me sorprende. Él nunca me llama, siempre soy yo la que lo busca. Eso más lo que le impedí decir en nuestro último encuentro telefónico hace que las alarmas en mi interior se enciendan. Deslizo mi dedo por la pantalla para contestar hasta salir al balcón de la recamara. Stravos sabe que estoy comprometida, pero no quiero despertarlo.

Mi Loca Encantadora [Borrador Terminado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora