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— ¡Por aquí! — Jaló Gelda con fuerza a Elizabeth, quien intentaba seguirle el paso. Corrían por los pasillos derrumbados, esquivando a los demonios. No sabían en que confiar.

¡Meliodas! — Pensó Elizabeth con esperanza mientras sentía sus mejillas húmedas por las lágrimas derramadas debido al miedo que sentía.

— Humana… — Un gran demonio se apareció frente las dos chicas, bloqueando su paso. Gelda gruñó con molestia y Elizabeth abrazó el brazo de la vampiro con temor.

Gelda levantó su mano al mismo tiempo que el demonio se abalanzaba a ellas, justo en ese momento el ser de gran tamaño fue golpeado, sorprendiendo a las chicas. El ser demoníaco fue lanzado contra la pared, que no resistió el golpe y se destruyó.

Elizabeth sonrió con ánimo al ver a alguien conocido para ella. Gelda reconoció al atacante como Derieri de la Pureza , uno de los miembros de los 10 mandamientos. La humana corrió hacia ella y le hizo una reverencia.

— ¡Muchas gracias por salvarnos! — Dijo Elizabeth con mucho alivio y sinceridad, cosa que sorprendió a la demonio, quien asintió algo seria.

— Veo que están bien. Eso es bueno. — Era Monspeet, quien llegó a su reunión. Elizabeth se sintió agradecida de haberse encontrado con confundo ellos.— Es un ataque sorpresa muy fuerte. Tendrá que ir al jardín humano, ahí estará Cusack.

Elizabeth asintió, ellos tenían que defender el castillo. — Está bien. Por favor, tenga cuidado.

Gelda y Elizabeth corrieron como pudieron hacia donde les había indicado el demonio. Derieri las observó y gruñó molesta, nadie se atrevería a tocar a esa humana y vampiro; y sin más, ambos comenzaron a atacar a los demonios que destruían el lugar.

(I)

Brittiana sentía como toda la naturaleza y clima se volvía loca, destructiva y, sobre todo, agresiva. Sin embargo, estos cambios de clima no era normal. Eran provocados por la ira de Meliodas, quien estaba estático en el cielo. King, Zeldris y los demás miraban con seriedad el asunto.

— Él está intentando no explotar… — Pensó King con amargura, si bien jamás perdonaría esa clase de actos, es decir, el engaño; sabía que debía mantener la calma. Cosa fácil para él, pero para Meliodas era un gran reto debido a su gran poder.

— ¡¿Ya terminaste?! — Todos se quedaron sorprendidos antes las palabras rudas y sarcásticas de Zeldris, quien miró directamente a Meliodas. — Debemos ir al castillo. ¡Ahora!

Nadie imaginó que Zeldris, la persona más tranquila y reservada, estuviera urgido de retirarse, a excepción de Meliodas, quien rápidamente captó los pensamientos de su hermano.

— King, por favor, comunicate con Merlín y Arthur. Diles que vayan al castillo. — Por fin habló Meliodas con tranquilidad, se giró hacia los de su clan. — Vayan al castillo y cualquier cosa que esté fuera de orden, deberá ser eliminado.

— ¡Capitán, usted…! — King no sabía que decir, la tranquilidad de su amigo pero también líder le era confusa. — ¿Qué piensa hacer?

— ¿Yo…? — Murmuró con suavidad mientras giraba a dirección del rey hada, quien junto a los demás miembros de los 10 mandamientos retrocedieron de sorpresa y miedo. La apariencia de Meliodas había cambiado a una llega de materia oscura, había entrado en modo Asalto; su mirada era siniestra y cruel. — Les demostraré quien es el Rey Demonio.

(II)

— ¡Cusack! — Gritó Elizabeth al visualizar al demonio en el jardín, el cual estaba destruido y lleno de cadáveres de su mismo clan. Él lucía serio pero tranquilo, al ver a la futura reina y a la vampiro correr con cansancio y heridas, pero nada grave, sonrió con alivio.

No lo digasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora