NO ES UNA TRADUCCIÓN, ES UN FANFIC
Está novela no interfiere a ninguna regla privada, sólo entretenimiento, sin ofender a nadie, de fan a fan. Además, esta historia contiene relaciones homosexuales y contenido explícito (sólo es poco). Se recomienda...
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Aparentemente todo iba bien, pero ese día no había razones. ¿Qué podría hacer yo?. Todo están confuso.
Lo empujé, Singto casi al borde de la estupefacción a quién sus ojos tenían enfrenté retrocedió dos pasos y se quedó inmóvil. Yo me giré rápidamente, lo llamé y le di la bienvenida, sonreí forzando a verme tranquilo, cómo si nada hubiera pasado. Encambió Iwan dejó caer las bolsas qué traía al entrar y me miró sin expresión alguna. Mudo, sólo observándome a mí.
Iwan se mostraba inerte con la mirada pérdida, no articulaba nada al respecto. Ante el silencio, el miedo me invadió de cierta forma y miré en el reflejo de sus ojos decepción.
Mi corazón y cuerpo temblaban, de alguna otra manera me sentía mal y quería sólo olvidar este rato. Aún pasmado por él momento. Singto habló con voz débil, casi temblorosa.
— ¿P'? — preguntó, pero Iwan no dijo nada— ¿está bien?.
Al fin reaccionó, Iwan esbozó una sonrisa, el aire regreso a nuestros cuerpos y pudimos respirar a aliviados.
— ¡Ajá! —exclamo alegré y se agachó a recoger las bolsas—, ¿porqué tan pálidos?, ¿los asusté?, vamos ayúdenme con las bolsas.
Singto caminó apurado y le quitó las bolsas de sus manos, Iwan sonrió y le agradeció dándole un beso en la mejilla. Aún parado, estaba calmando mis nervios y cerré un rato mis ojos, aún lo podía creer, supongo que no paso nada malo, ¿porqué me preocupo tanto?. ¿Qué hoy es el día de matarme del susto?.
— Traje algunos trajes para la fiesta en la noche —dijo Iwan mientras seguía a Singto caminar hacia la pequeña cocina— ah sí, krist te compré el tofú apestoso.
— Oh, gracias Iwan.
Me acerqué con pasos lentos a la cocina. Singto dejó las bolsas en la mesa y se retiró diciendo que iría al baño. Pasó a mi lado y no me dirigió la palabra. Parado lo miré fijamente hasta qué desapareció de mi vista al doblar la esquina. Iwan se puso su mandil tarareando su canción favorita. Lo olvidé y fijé mi mirada a Iwan, quién arreglaba las cosas de las bolsas y las ponía en el refrigerador.
Casualmente levantó la mirada y abrió los ojos de tal sorpresa que vió al ver la habitación desordenada.
— ¡Oii!, ¿ya viste el cuarto?, quién fue el baboso.. —se calló y se arregló la garganta—, nada, nada, ahora arregló.
No dije nada, sólo intenté no reírme alto. Seguí con la mirada sentado frente a la cocina con la cabeza apoyada sobre mi mano. Iwan se quita la gorra de la cabeza y seguía tarareando la canción con actitud de alegría y felicidad. Dejó de verlo, miró hacia el pasillo qué lleva al baño, suspiró y después niego con la cabeza.
