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Enseguida, Manuel busca el número de desconocido y le marca al celular.

Martín ya se hallaba demasiado nervioso, le rezaba mentalmente a Maradona que no se marcara el número, pero para su desgracia, sonó aquel insoportable tono de voz que lo delató enseguida.

Quedaron en un silencio incómodo y lleno de incertidumbre, Manuel no sabía qué decir. Sus sospechas fueron ciertas, aquel desconocido trataba de nada más ni nada menos que Martín, y tampoco sabía cómo sentirse al respecto.

Le había contado sus problemas con Martín al mismo Martín, Dios, ¿Cómo no se había dado cuenta antes?

No sentía ánimos de hablar, porque sabía perfectamente que iba a putear a su rucio y se iba a sentir inevitablemente mal por eso.

—¿Me puedes explicar esto? —Lo miró esta vez, pidiendo una explicación y observando una vez más el otro celular de Martín.

El argentino, por su parte, tenía su garganta seca por el nerviosismo que sentía en ese momento. No pensaba claramente en las palabras que quería manifestarle a Manuel, ya que éste se iba a enojar por el absurdo motivo de haberle hablado por un número desconocido.

—No sé qué pensar Martín... Le conté cosas privadas a ese número con el pensamiento de que no fueras tú, me siento... usado por tu propio bien.

—No Manuel, no es lo que vos crees —Retuvo sus palabras, pero no quería contarle el real motivo de esa absurda apuesta, aunque a estas alturas le daba completamente lo mismo.

No quería perder a Manuel.

—¿Entonces qué mierda? —Levantó la voz Manuel —¿Me vai a negar que todo lo que me dijiste a través de ese número fue para que me fijara en vo'?

Martín quedó en silencio, sintiendo mil apuñaladas en su pecho.

—¡¿Por qué no me deci' alguna wea?! ¿¡Tanto te cuesta admitir ese lado hipócrita que teni'?!

—¿Hipócrita? —Se cruza de brazos, frunciendo el ceño —Que haya hecho esto no significa que soy un hipócrita, dejá de ser tan exajerado, ni siquiera sabés los motivos del por qué lo hice.

—Eso es lo que eri weon, un egoísta que sólo pensó en sí mismo sin pensar que me ibai a hacer daño, hasta el punto que hizo que me enamorara de vo'  —Vocifera lo último.

—¡Si pelotudo, soy un egoísta de mierda que hizo todo esto por una apuesta de mierda de quién te enamoraba primero, si yo o el cejón conchudo! ¡¿Y sabés quién gano?!

Manuel ya no quería seguir escuchando más, se sentía utilizado, engañado y como un juguete para ambos adolescentes. Su corazón cada vez se apretaba más conforme las palabras venenosas de Martín golpeaban su mente una y otra vez. Se quedaron callados nuevamente, y Martín pensó en lo que dijo, y supo que la había cagado a lo grande.

A Manuel nunca le gustó soltar lágrimas al frente de las personas, desde que era pequeñito siempre se hizo el fuerte ante sus mayores, y por eso adoptó la actitud que tiene ahora: un chico arisco, frío y de mal genio. Sólo había una persona que lo había visto en su forma más débil, y ese era Martín quien siempre estuvo ahí para él.

Sus pensamientos se hallaban confusos, y no quería creer que su mejor amigo, su partner de por vida y su novio lo había traicionado de esta manera.

Pensando eso y muchas cosas más que despedazaron su alma, se percató que estaba llorando en silencio, sus lágrimas no dejaban de salir de sus ojos como cascadas, cerró los ojos sintiéndose una vez más vulnerable, abierto.

Martín vio ese lado vulnerable de Manuel y su corazón se rompió más que al escuchar esas palabras frías de la boca de Manuel. El argentino sabía perfectamente que Manuel no le gustaba llorar, es más, nunca lloraba, y al última vez que lloró fue al enterarse del terremoto en su país y ver todos esos damnificados y víctimas por los múltiples tsunamis.

No sabía qué hacer, y pedir disculpas era lo mínimo que podía hacer, Manuel nunca le perdonaría esto. Y le causaba impotencia el no haberle dicho que todo esto lo había hecho para protegerlo de Arthur, pero no lo iba a escuchar, menos a estas alturas.

Oyó unos sollozos de Manuel y quiso abrazarlo, pero vio que se levantó de la cama y recogió sus cosas y las guardó en su mochila. Todo esto sin emitir sonido más que su llanto silencioso. Se acercó a la puerta y la abrió.

Manuel quería en el fondo de su corazón que Martín se levantara y no lo dejara ir, quería escuchar una disculpa del rubio, una explicación de éste, porque no se podía creer la situación, pero la realidad lo atacó, Martín se hallaba atrás suyo, sentado en su cama, inmóvil y, al parecer, sin la iniciativa de detenerlo, cosa que le dolió mucho más que todo lo anterior

—No te quiero volver a ver nunca más.

Con estas últimas palabras se retiró en silencio de la habitación del argentino.

🌌🌌🌌

...Video en el inicio para no hacer tan serio y triste esto. (?)
-c va volando-

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