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Arthur se fue a sentar en su asiento en el momento en que ambos latinoamericanos salieron del salón y se dirigieron a sus respectivas salas. Alfred opta por sentarse al lado del inglés, de todas formas los asientos eran libres y cualquiera se podía sentar donde quisiera.

El estadounidense aprovecha que faltaban unos minutos para la clase y le pide a Arthur que le cuente lo que pasó con Martín.

—La verdad... es que no sé por qué lo hice —Exclama Arthur, desilusionado de sí mismo —La envidia me invadió por completo aquel día y simplemente hice algo que afectó a más de una persona.

—Pero te diste cuenta de tu propio error —Lo anima con una sonrisa calmada. Recibe una leve sonrisa del inglés que fue borrada pronto por una más de sus inseguridades.

—Creo que debería dejar todo atrás —Hace una pausa —Empezar otra vez, simplemente. Voltear la página y dejar de sufrir.

Alfred lo escucha atentamente. No obstante, el timbre del instituto suena y a los pocos minutos llega el profesor. Mira a Arthur haciendo el ademán que siguiera después.

Por lo menos se sentía tranquilo, no había tanta tensión entre ambos, y esto lo desestresaba.

Lamentablemente, esos breves milisegundos de paz fueron abrumados y estropeados.

Una cabellera rubia se asomó por la sala, sus cabellos rubios largos danzaban arriba de sus hombros y sus llamativos ojos azules miraban con curiosidad a los estudiantes, aunque nadie de los presentes sabía si miraba a Alfred o a Arthur, pero daba igual, ambos se dieron cuenta de la presencia del francés, y quedaron helados de pies a cabeza.

—Bueno, luego de que su compañero Francis Bonnefoy estuviera un tiempo afuera del instituto por asuntos personales, hoy vuelve a integrarse con ustedes. ¡Sean amables y actualícenlo con las materias! —Exclama la profesora haciendo caso omiso al silencio aterrador de la sala.

Bueno, esta vez era más próxima la tercera guerra mundial que nunca.

...

Había terminado de revisar el montón de papeles de la mesa justo antes que comenzara su clase. Ludwig se sentía aliviado de haber acabado todo y poder disfrutar de sus clases, ya que cotidianamente las perdía por su trabajo en el comité de alumnos.

Se iba levantando del asiento, dirigiéndose a su respectiva sala cuando alguien entró a la habitación de reuniones y cerró rápidamente la puerta.

Feliciano respiraba agitadamente, como si hace unos segundos hubiera terminado de correr una gran maratón, se dirigió hacia el alemán y se desplomó en la mesa.

—¿¡Estás bien?! —Vocifera preocupado el alemán y se acerca al italiano, sobando su espalda como si mágicamente eso lo recuperara del cansancio.

—¡Doitsu, es algo muy malo! —El peli castaño tenía un par de lágrimas en sus ojos— Es Ma-

Fue interrumpido por la puerta, entraron Lovino y Gilbert con un semblante bastante serio, era normal en Lovino, sí, pero en el prusiano resultaba ser inquietante, sabía que estaba pasando algo muy malo, y el alemán vio que su anhelo de "día tranquilo" se alejaba lentamente de sus sienes.

—¿Qué sucedió? —Pregunta con una voz robusta.

Lovino y Gilbert se miran seriamente, luego, observan detrás de ellos, y por la puerta entra un chico rubio y con lentes, algo tímido y notoriamente acosado por el silencio y la tensión del ambiente.

—Oh, Matthew —Sonríe el alemán. Se tranquilizó al ver al canadiense, no creía que una noticia tan mala saliera de su boca —¿Ocurre algo?

—Lo siento —Hace una reverencia en modo de disculpa.

Ludwig queda confundido, miró a Lovino y a Gilbert que miraban el piso con un semblante de tristeza, y luego miró a Feliciano, que seguía con un par de lágrimas en sus ojos, haciendo un leve puchero al alemán.

—Creo que fui el que ocasionó el problema entre Francis, Arthur y Alfred.

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¡Hola a todxs! Espero que estén muy bien uvu
Escribo esto para aclarar que ambas situaciones que redacté en este capítulo ocurren de manera simultánea.

¡Saquen sus propias conclusiones! ✨🌞✨