Martín había tomado el camino largo que pasaba por el centro.
Hubiera preferido el camino más rápido hacia el muelle, pero decidió pasar por las calles del centro para llegar a la hora, porque no sabría qué hacer si llegaba antes, de seguro los nervios lo comerían vivo.
Por lo que decidió pasar por fuera de esas exuberantes tiendas, pequeñas cafeterías y plazas plagadas de niños riendo a los cuatro vientos, el ambiente parecía ser agradable, pero Martín se sentía nostálgico.
Recordaba las veces que tomaba ese camino con Manuel pidiéndole como excusa si lo podía acompañar a comprar al supermercado, varias veces tuvo que insistirle al chileno ya que a él le fastidiaban las multitudes, pero no se arrepentía de nada, los momentos chistosos y bochornosos entre ambos no faltaban.
Mientras más caminaba, más se sentía angustiado por lo que había pasado entre ambos. El recordar todo eso le hacía poner melancólico, no tenía certeza de que lo fuese a perdonar, y si lo hiciera, ¿Las cosas volverían a ser como antes?
Porque si Martín se pone en el lugar de Manuel, obviamente le molestaría y ofendería el hecho de que jugasen con sus sentimientos, y por más disculpas y explicaciones que diera, no volvería a ser lo mismo, y eso le atormentaba muchísimo.
Hace unas noches atrás justamente comenzó esa ansiedad, y quizás haya sido la causa de que no haya estado atento a sus estudios, cosa de lo cual se arrepiente. Pero en algún sentido masoquista, sentía que se lo merecía.
Si Manuel no lo llegara a perdonar o lo alejara de su vida, quizás se encerraría en su habitación y lloraría todas las noches.
Mientras pensaba todo esto, notó que al lado suyo iba una chica ensimismada en su celular, y de un momento a otro alguien lo empuja fuertemente, haciendo que el argentino cayera al suelo y se golpeara la cabeza. Martín levanta la vista y pudo notar que le habían robado el celular a esa misma chica, quien no tuvo tiempo para procesar, pero sí para angustiarse en silencio.
El rubio se levanta del suelo y se acerca a la chica junto con otras personas más, quiso buscar con la vista al ladrón pero se había perdido entre la multitud.
La chica estaba entrando en un estado de pánico y veía como temblaba y sudaba, las personas alrededor hicieron que se sentara en un banco de una de las cafeterías mientras le brindaban agua. En eso Martín dice un par de palabras y consejos para manejar ese estado y la ayudó con eso, y en un intento ingenuo comenzó a palmear su espalda en señal de que todo estaría bien.
Una de las personas llamó a la policía, tan solo tocaba esperar. Martín no se fio mucho de eso, así que mientras veía que las personas se iban disipando y yendo, decidió quedarse con la chica un rato más.
—¿Me podrías prestar tu celular para llamar a mi madre? —Le dijo la chica en un hilo de voz.
Martín asiente y busca en el bolsillo derecho de su abrigo el celular, se percató luego que había sacado el nuevo celular, el que supuestamente tenía el número de Desconocido, y un escalofrío corrió por su cuerpo. Lo desbloqueó y se lo pasó a la chica para que pudiera llamar.
—Ojalá me lo hubiesen robado a mí —Se dijo a sí mismo en voz alta.
La chica lo miró frunciendo el ceño, confusa, pensando que era una broma aunque inadecuada para la situación. Martín le dedicó una sonrisa nerviosa, disculpándose por sus palabras espontáneas.
Luego de un buen rato esperando, la madre llegó al lugar y por obras del destino unos policías pasaron por la calle. Martín decidió irse al ver que comenzaban a contarles la situación a los mismos.
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WhatsApp | ArgChi ©
Fanfiction"Una apuesta, dos mensajes de texto y un chileno enfadado, ¿Que podría pasar mal?" Imágenes en multimedia y portada no son míos, créditos a sus respectivos creadores. ||