Sin revelar

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Sakura caminaba con su madre. Sasuke las observaba porque, como guardián, las seguía a todos los lugares donde iban. Además, Madara los últimos días había estado acechando con más ahínco a la pequeña Haruno.

La mamá de Sakura caminaba rápido y arrastraba el delgado brazo de su protegida. Sasuke sabía perfectamente porque lo hacía. Él vio la primera vez la ilusión en los ojos verdes de Sakura, por la pista de hielo que había solo a una cuadra de distancia. Una que tendrían que pasar, aunque la señora Haruno, no quisiera, ya que solo a unos metros se encontraba la tienda de mascotas donde le cumpliría el sueño a su hija de tener un perrito.

La pequeña pelirosa, estaba inquieta porque conocía perfectamente el lugar por donde se encontraban y él lo notó cuando se detuvo justo en el gran cristal donde traslucía la pista de hielo. Dentro los patinadores, practicaban para la competencia en unas semanas. Sasuke no pudo disimular el verla ahí. Ella no podía verlo, pero su pareja de patinaje sí. Itachi era siempre tan bueno en lo que hacía. En la pista, ambos patinaban a la perfección.

Sasuke quiso seguir la marcha y huir de los sentimientos humanos, tan impuros y dañinos, cuando observó a Sakura pegada al cristal, con los ojos llenos de añoranza. Sus problemas en el corazón siempre le habían impedido hacer muchas cosas. Patinar, era una de ellas.

Su mamá no tardó en hacerla salir del trance en el que se hallaba.

¡Sakura!, muévete ordenó, sin recibir resultado.

Pronto, algo en el ambiente no empezó a ir bien. Sasuke observó cuando las luces del lugar se empezaron a encender y apagar. Afortunadamente, alguien contrarrestó la magia que estaba siendo usada desde adentro. Las mejillas de Sasuke se tiñeron de rojo cuando vio la atención de Yuriko, en su dirección o más bien dicho, en la de Sakura. Con su magia estaba controlando la de su hermana menor.

Afortunadamente en pocos segundos, Sakura controló sus emociones y siguió caminando, aunque arrastrada por su madre quién miró de mala manera a Yuriko.

Al llegar a la tienda de mascotas, para sorpresa de su madre, Sakura dijo que ya no quería un perrito. Lo único que quería era ser una niña sana para poder algún día patinar...

...

Yuriko lo llamó como siempre lo hacía, aquel día, el gran día. Como siempre, él no pudo decirle que no y fue ni bien escuchó su dulce voz. Afortunadamente, Sakura se había acostado temprano y en esos momentos, descansaba plácidamente en su cama. No había complicación en que estuviera un tiempo fuera.

Cuando llegó y no vio a su hermano por ningún lado, supo que algo estaba mal. Yuriko se acercó a él y lo abrasó como si quisiera dejarle su tristeza.

Me abandonó susurró en su oído. Su respiración agitada y su aliento cálido le dio un escalofrió en la piel.

Itachi no sería capaz de eso. Yuriko ya estaba muy dañada emocionalmente como para un desplante así. Aunque pensando el extraño comportamiento de algunos días de su hermano, tenía cierta duda. Además estaba la conversación con padre que su hermano había tenido.

No puede ser... Sus brazos envolvieron la pequeña espalda de Yuriko.

Patinar era una de las pocas cosas que la hacían feliz a la chica de ojos azules, ya que Sakura no entraba en la ecuación. Su protegida, no sabía ni si quiera que Yuriko existía. Ella era uno de esos secretos familiares que no deben revelarse.

Confíe en él y me abandonó dijo con las palabras rotas.

No le gustaba verla así.

Hacia la luz I: Por una venganza, te conocíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora