Contradicciones

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Cada día que pasaba, Sasuke se sentía peor. La sonrisa que siempre lucía brillante y apacible en su rostro se había ido y parecía que un aura sombría lo envolvía. La tortura de saber que su hermano traía algo con Yuriko, aunque lo negara, lo consumía por dentro.

Lo peor de aquella cruel realidad era que él, Itachi, había logrado en cuestión de meses lo que a él le tardó años hacer. Ser su amigo y algo más en el término en el que lo nombrasen.

Le dolía cada vez que los veía juntos, la sonrisa de Yuriko al lado de su hermano era la burla más cruel del destino para con su no correspondido amor. Ese era su castigo por haberse enamorado de una humana, ver su felicidad en la persona que más amaba aparte de ella, su hermano mayor. La mirada de Yuriko a Itachi, lo mataba poco a poco. Ella, se veía demasiado enamorada. Lo podía notar a leguas de distancia para romper aún más su corazón.

...

Se dirigía a cuidar de Sakura cuando vio aquella presencia siniestra mirando por la ventana de la habitación de su protegida, acechándola. Su cabello largo, negro y sus alas negras y rotas, denotaban su naturaleza y el lugar donde pertenecía, infierno.

Madara, el demonio siniestro, así lo llamaba toda su familia con desprecio.

Él ángel que fue expulsado del cielo por haber asesinado a un humano cuando su única misión había sido cuidarlo.

Alguien que estaba detrás de Sakura desde hacía algún tiempo atrás.

La alerta entró de inmediato al cuerpo de Sasuke quién al acercarse a la propiedad alertó su presencia a ese maligno ser, el cual, se apresuró en desaparecer sin dejar rastro usando alguno de sus poderes malignos. Dejando, en tanto, ver su cobardía, típico en un demonio. Sasuke, se apresuró a ingresar al cuarto de Sakura para ver si estaba bien. Afortunadamente, era así. Ella se encontraba acostada en su cama, murmurando cosas inteligibles entre sueños infantiles. Se movía de un lado para otro y provocaba que las cosas, se movieran también a su alrededor. Su verdadera naturaleza había sido lo que había atraído a seres como Madara.

Tenía que despertarla, sino, la casa se pondría patas arriba, nuevamente.

Los malos sueños, en Saku nunca traían cosas buenas. Recordaba como si fuera ayer cuando lo lastimó sin querer y le dejó aquella marca que solo se pudo borrar luego de varias sesiones de purificación, aunque la entendía, para ella no era fácil controlar todo el poder que poseía. Saku, había nacido para ser una de las más poderosas brujas.

La movió un poco para despertarla. Ella abrió los ojos después de un par de zarandeos y lo miró con un puchero en el rostro. Su infantil rostro de diez años mostraba una ligera molestia y un puchero de lo más adorable que lo hizo sonrojar un poco. Ella era una niña demasiado tierna.

Me despertaste, Sasuke gruñó al reconocerlo. Tenía un sueño muy bonito.

Sasuke la abrazó para disculparse.

Estabas poniendo todo de cabeza murmuró aspirando el aroma a shampoo de manzanilla que usaba la pequeña Saku.

Sakura subió la mirada para verlo a los ojos. Sus ojos verdes parecían penetrar en lo profundo de su ser, analizando la tristeza que traía desde hacía algún tiempo por lo de Yuriko. Un rubor imperceptible subió por sus mejillas. La conocía tan bien que sabía que por la expresión de su mirada, iría a hacer una pregunta incómoda.

¿Tú novia te hizo sufrir, Sasuke? dijo con la voz rasposa por el sueño.

Sasuke se quedó estático unos segundos. Era tan pequeña, pero parecía leerlo a la perfección.

Hacia la luz I: Por una venganza, te conocíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora