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En la noche, Betty dormía plácidamente en el pecho de Jughead, mientras él la observaba con una sonrisa jugando en su rostro y sin poder quitar la mirada de su bello ángel. Ella era tan hermosa, que todo el tiempo quería observarla y analizar cada poro, meticulosamente.
— Mi Betty. —Jughead susurró, acercándola más a él si es que eso era posible, y dándole una dulce caricia en la mejilla.
Ella era como un peluche de felpa, delgado y suave, al que siempre quería abrazar y del que nunca se cansaría.
— Juuuug, déjame dormir. —pidió Betty entre un quejido, aún adormilada y sin abrir sus ojos.
— No te estoy prohibiendo dormir. —Jughead soltó una leve risa, aún acariciando su mejilla rosada por todo el calor que estaba haciendo.
— Me acaricias, me estás seduciendo. —Betty se quejó, queriendo dormir pero incapaz de quitar sus manos de encima, pues se sentía como siempre bien.
— ¿Ah si? ¿Te estoy seduciendo? —Jughead volvió a reír, mientras acariciaba su cuello lentamente con su nariz. — Solo son caricias inocentes, mi amor.
— Tú no conoces esa palabra. —Betty murmuró, con una sonrisa mientras él besaba su cuello y ella ponía alrededor de él sus manos para incitarlo a que siguiera.
— No. —Jughead rió sobre su piel, besando aún su cuello para intentar despertarla.
— Hace mucho caloooor. —Betty se quejó, arrugando la nariz dulcemente mientras se destapaba y pateaba las cobijas fuera de la cama.
— Estoy muriendo de calor. —concordó Jughead, dejando pequeños besos y acariciando su cintura.
— El tuyo es un calor bastante distinto. —Betty dijo con una leve sonrisa pero sin abrir los ojos. — ¿Qué quieres, Jug?
— Solo quiero un momento juntos. —contestó sonriéndole, ella también sonrió adormilada.
— Tengo mucho sueño, Juggie. —Betty dijo, incapaz de abrir bien los ojos pero incapaz de quitar las manos de su cuello y cuerpo. — No voy a durar ni un minuto despierta.
— Lo sé. —Jughead se rindió, dándole un beso en la frente, quitándose de encima y volviendo a abrazarla. — Duerme.
— Gracias, Jug. —Betty sonrió, amando que él siempre la comprendiera y nunca la forzará a hacer algo.
— Está bien, Betts. —Jughead murmuró, empezando a cerrar los ojos. — Descansa.
— Igual. —Betty sonrió una vez más, oyendo su corazón latir que era lo que le ayudaba a dormir en paz, mientras enredaba sus piernas entre las suyas. — Te amo.
— Te amo. —contestó, cerrando los ojos algo frustrado pero feliz de tener a su Betty Cooper con él.
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Los dos enamorados durmieron por unas dos horas pero como eso de las cinco de la mañana, Betty se despertó soltando un fuerte grito que lo alertó enseguida.
— ¡Betty! —Jughead exclamó, incorporándose de la cama para poder verla a los ojos.
— ¡Déjame, dejame! ¡No me toques! —gritó a la nada, aferrándose al castaño.
— Calma, mi amor. —pidió él, yendo rápidamente por sus pastillas y una botella de agua.
— No, no quiero. —Betty negó asqueada y sin querer tomarse sus calmantes.
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𝗥𝗘𝗣𝗜𝗧𝗔𝗠𝗢𝗦 𝗟𝗔𝗦 𝟰𝟴 𝗛𝗢𝗥𝗔𝗦
Non-Fiction𝐑𝐞𝐩𝐢𝐭𝐚𝐦𝐨𝐬 𝐥𝐚𝐬 𝟒𝟖 𝐇𝐨𝐫𝐚𝐬 | 𝗖𝗢𝗠𝗣𝗟𝗘𝗧𝗔. Riverdale no volvió a ser el mismo. Ni nosotros tampoco. Con ese accidente, todos cambiamos, ya sea para bien o para mal pero nos cambió de igual forma. Pero, ¿por qué a nosotros? Solo...