chapter 29: goodbye, Betty

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— ¿Cuánto dura la terapia? —Jughead preguntó a la mujer rubia, analizando su situación y viendo sus posibles opciones para llegar a un acuerdo.

— Ocho meses. —contestó Alice, y sacó un sobre con dinero de su bolsa con calma. — Mientras tanto aquí está tu primera paga.

— Esto es... —Jughead murmuró, para después abrir el sobre y ver todo el dinero que había. Quedando maravillado al ver tantos billetes juntos, frente a sus ojos y que serían solamente para él. — Demasiado dinero, señora Cooper.

— Lo es, eso es lo que vale el bienestar de mi hija Betty.  —Alice sollozó un poco, recordando lo enferma que estaba su hija menor, con tristeza y arrepentimiento dentro de ella al saber que tenía la culpa de cierto modo.

— Betty... —Jughead suspiró, guardando el dinero dentro del sobre nuevamente y enfocándose en lo que sería su "trabajo". — ¿Está muy mal?

— Muy mal. —Alice asintió, secándose las lágrimas con un pañuelo de su bolsa fina. — La estuvimos medicando sin que ella se diera cuenta pero... Nos descubrió. Y ha tenido varios intentos de suicidio desde entonces.

—  ¿Cómo? —Jughead preguntó, alzando una ceja con verdadera preocupación en su rostro y de pronto, el dinero ya no era la razón por la que él se acercaría a Betty.

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— Es una maldita, una... Agh. —Betty se quejaba, caminando de lado a lado por toda la habitación, agarrando su cabeza. Pero el castaño tenía cosas más importantes en las que pensar por lo que no le estaba prestando ni un poco de atención.

La rubia estaba muy molesta, mirando por la ventana como los invitados de la gran fiesta que nadie de ellos había organizado, llegaban con barriles de cerveza y toda la actitud para joderlos.

— Jug... Ugh, me va a dar algo. —Betty seguía quejándose sin parar mientras pensaba en todas las formas legales de poder arrancar los cabellos rubios de la chica con puntas rosadas.  La culpable de aquel embrollo, aquella que tanto detestaba desde el primer momento en el que la conoció.

Pero Jughead solamente la miraba embelesado, con corazones reemplazando sus ojos como si de un dibujo animado se tratara. Ella era realmente hermosa, aún más lo era molesta. Con su cabello rubio cayendo por sus hombros, haciéndola soltar bufidos mientras quitaba los mechones de su rostro. Sus ojos verdes parecían en llamas ahora mismo, mientras que sus mejillas estaban rojas de enojo y estaba bastante frustrada por todo lo que estaba pasando en esos momentos.

— ¡Juggie! —Betty lo llamó, pasando una mano por su rostro repetidas veces para sacarlo de su ensoñación. — ¿Me estás escuchando?

— No realmente. —Jughead murmuró sonriendo tristemente al verla de esa manera, porque aún enojada ella era hermosa. Aunque era bastante seguro que ella reiría nerviosa y negando si se lo decía.

— ¡¿No realmente?! —Betty chilló, no entendiendo la situación.

— Eres hermosa cuando te enojas. —confesó con una sonrisa, haciéndola sonrojar al instante como él ya lo había predicho.

Él rió un poco, porque después de todo lo descarado que habían hecho en las noches bajo las cobijas, ella aún seguía poniéndose roja ante un pequeño y sencillo halago. Pero su sonrisa rápidamente se borró cuando su mente le recordó lo que tanto temía, a lo que tanto se negaba.

«Ve despidiéndote de ella. No la verás en buen tiempo... No la volverás a ver. A escuchar, a sentir.»

— Jug, es Kate quien organizó la estúpida fiesta. —Betty volvió a decir frustrada mientras ataba su cabello en una coleta alta, impidiendo que sus mechones dorados le taparan la cara molestándola aún más. — Oh esa perra maldita me va a...

𝗥𝗘𝗣𝗜𝗧𝗔𝗠𝗢𝗦 𝗟𝗔𝗦 𝟰𝟴 𝗛𝗢𝗥𝗔𝗦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora