chapter 33: our story

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(nota importante y actual: este final lo tengo since Marzo de 2018-19 y nunca lo saqué pues porque no terminaba la historia y ya que decidí no continuarla; merecen leer definitivamente el capítulo final)

Tras unas pocas semanas de casados, Jughead y Betty Jones vivían alegremente en el lado Sur, en la casa que siempre habían soñado desde que eran apenas unos niños.

¿Quien lo diría?

Jughead Jones y Betty Cooper terminaron compartiendo su vida tal y como ambos querían.

Y estaban felices, porque estaban juntos.

Pero Jughead empeoraba cada vez más y más y eso ponía mal a Betty. Pues ahora el castaño de lunares estaba todo el día en cama, conectado al Suero y con la cánula dándole oxígeno. Ya que él ya no podía respirar por sí solo.

— Te hice galletas de limón, mi amor. —Betty Jones entró al cuarto, con una gran sonrisa y una bandeja en las manos.

— Mis favoritas. —Jughead Jones sonrió débilmente.

— Y siempre las hago sólo para ti. —Betty asintió, ayudándolo a incorporarse despacio para sentarse contra una suave almohada.

Después sonrió, sentándose en la cama y tomó una pequeña galleta en sus manos.

— Abre la boca. —pidió Betty.

— Betty... —Jughead rió un poco. — Yo puedo comerlas solo.

— Oh, Jug! Abre la boca, yo quiero dártelas así como cuando estábamos chiquitos y te obligaba a comer vegetales. —Betty sonrió cuando Jughead rió ante su recuerdo. — ¿Recuerdas?

— Siempre. —Jughead asintió y abrió la boca como ella ordenaba.

Betty metió un pequeño pedazo de la galleta y él la mordió con una risa, ella también rió un poco.

— ¡Ya no te rías tanto! —chilló Betty. — Primero mastica.

— Vale. —Jughead asintió con una sonrisa. — ¿Sabes que estas son las mejores galletas que he comido en toda mi vida, verdad? 

— Lo sé y siempre serán solo para ti. —Betty le acarició la mejilla y le dio un pequeño beso. — ¿Cómo te sientes?

— ¿Cómo me veo? —Jughead preguntó con algo de esfuerzo.

— Tan sexy, encantador e irresistible como siempre. —Betty dijo acariciando sus lunares, ella no pudo evitar que las lágrimas empezaran a brotar.

— Eh, no llores. —pidió Jughead haciendo algo de esfuerzo y estirándose para acariciar su mejilla y secarle las lágrimas.

— Perdón, últimamente sabes que he estado muy sensible. —Betty dijo secándose las lágrimas. — Es por todo esto y por lo mal que estás.

— Olvídemos esto, no quiero tristezas hoy. —pidió Jughead, acariciando su cabello y poniéndolo detras de su oreja.

Betty asintió y siguió dándole las galletas de limón, cuando de pronto algo cayendo al suelo los hizo saltar.

— ¡Oh no! —se quejó Betty negando, mirando la maceta que el pequeño gato naranja había tirado. — ¡Loki Jones!

— Loki quiere tu atención. —rió Jughead un poco.

— ¡No, Loki, salte! —pidió Betty sacándolo de la habitación. — ¡Sabes que papá no puede estar cerca de ti!

— Que regañona. —Jughead rió un poco.

— No soy regañona, pero ni Loki ni Hot Dog ni Crownie o Misquet pueden estar aquí. —Betty negó con la cabeza, tomando al gato y sacándolo.

𝗥𝗘𝗣𝗜𝗧𝗔𝗠𝗢𝗦 𝗟𝗔𝗦 𝟰𝟴 𝗛𝗢𝗥𝗔𝗦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora