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La rubia maldijo rápidamente, dejó de inmediato su taza de té en la mesa y corrió tras la pelinegra, subiendo las escaleras lo más rápido que sus piernas le permitían.
— Necesito... Hacer más cardio. —Betty murmuró, algo cansada mientras subía las escaleras, pero aún así siguió corriendo para alcanzar a una Verónica bastante enfadada.
Y para su suerte, la latina también se cansó y con un tirón de su brazo, Betty la obligó a verla a los ojos.
— V, escúchame. —pidió Betty, apretando un poco su muñeca, solo para impedir que se fuera lejos de su alcance. — Entre Archie y yo no sucede nada más que una bella amistad y ya. —prometió. — Es todo.
— Ajá, y aún así se besaron. —Verónica espetó molesta y soltándose de su agarre, recargándose en el barandal de brazos cruzados, mirándola mal.
— Pero ni siquiera te conocíamos, Verónica. —Betty insistió, tomando sus manos. — Archie es feliz contigo y yo tengo a mi Juggie. ¿Si lo recuerdas, no?
— Y él se va a morir, ¿lo recuerdas, no? —Verónica dijo de la misma forma, soltandose de su agarre y logrando herir dolorosamente a Betty con sus palabras, que aunque eran ciertas, eran crueles de igual manera. — Oh, B... No quise...
— No, no digas nada. —Betty pidió, secándose una pequeña lágrima que había salido de sus ojos, ante el sentimiento que le hizo doler el pecho. — Yo sé que no le va a pasar nada y todo ha a estar bien. Aunque todos digan lo contrario. ¡Jughead no se va a morir!
Y la rubia subió lo que faltaba de los escalones, para luego llegar corriendo a la habitación que compartía con Jughead y encerrarse ahí antes de que la latina llegara a ella.
«Él se va a morir, ¿lo recuerdas, no?»
Las palabras de la pelinegra resonaron fuertemente en la cabeza de Betty, haciéndola apretar los dientes y los puños, intentando controlar todos sus sentimientos que la manipulaban como un titiritero manipula a su títere, diciéndole cosas crueles y horrendas.
Ella era el títere de su mente.
Por eso fue que era tan débil.Porque dejaba que jugaran con ella y sus demonios la manipularan a su antojo, y a la hora que quisieran.
— Mierda, Betty. —suspiró ella, recargándose contra la puerta. — Tranquilizate, no te pongas loca solo... Ve con él.
Betty asintió ante sus propias palabras, queriendo darse un poco de calma y caminó hacia la cama poco a poco, sin hacer ruido alguno para no interrumpir el sueño de su príncipe vulnerable que yacía dormido en la cama, tras varias noches sin poder dormir por el dolor en su pecho.
— Juggie. —susurró, caminando sigilosamente y sentándose en la cama, aunque no queriendo despertarlo.
Las cortinas negras cubrían todo el Sol, y la luz seguía apagada por lo que Jughead estaba teniendo un sueño bastante pesado y parecía no querer despertar, cosa que a Betty le ponía paranoica.
— Está durmiendo. —susurró para sí misma, obligándose a no entrar en pánico. — Solo duerme, Betty.
Betty sonrió un poco al verlo ahí dormido, tan lindo y tan vulnerable mientras soñaba con vaya a saber qué cosa, pero esperaba que descansara sin preocupación o dolor alguno.
— ¿E... Está respirando? —Betty no pudo envitar decirse para sí misma, en un tono algo alto.
— Estoy respirando, sí. —la cansada voz de Jughead, interrumpió a la rubia, quien se llevó una mano al pecho con alivio.
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𝗥𝗘𝗣𝗜𝗧𝗔𝗠𝗢𝗦 𝗟𝗔𝗦 𝟰𝟴 𝗛𝗢𝗥𝗔𝗦
Non-Fiction𝐑𝐞𝐩𝐢𝐭𝐚𝐦𝐨𝐬 𝐥𝐚𝐬 𝟒𝟖 𝐇𝐨𝐫𝐚𝐬 | 𝗖𝗢𝗠𝗣𝗟𝗘𝗧𝗔. Riverdale no volvió a ser el mismo. Ni nosotros tampoco. Con ese accidente, todos cambiamos, ya sea para bien o para mal pero nos cambió de igual forma. Pero, ¿por qué a nosotros? Solo...