No Me Dejes

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POV LAUREN

Camila regresó al trabajo unos días después del estreno de su obra. Su rutina era movida pero no quería dejar la empresa. Sus ensayos ya no eran tan cansadores y la obra sólo se veía tres veces a la semana lo cual le dejaba un margen para descansar u ocuparse de los negocios.

Los almuerzos los hacía conmigo, Ally nos acompañaba cuando no podía almorzar con jesse, los días que camz presentaba la obra yo iba a verla, a veces llegaba tarde pero en el palco siempre había un lugar para mí. Esos días, luego de cada función, ella dormía en mi casa, fue un pacto silencioso que hicimos ambas, a Sinue no pareció molestarle tampoco de un día a otro simplemente camz decidía quedarse a dormir en casa después que yo la buscaba al terminar la obra.

Mi rutina diaria se basaba en trabajar y estar con mi bella chica. Durante este tiempo no había hecho enfadar a mi abuelo con nada, él aceptó la tregua entre nosotros y también se comportaba bien.
Le tomó un cariño especial a camz dado que algunas noches la esperaba para cenar y preguntarle como estuvo su día y la obra, él bromeaba al decirle que cada día que pasaba estaba más linda y no dudaría en contratar unos gorilas para cuidar que ningún imbécil se le acercara, "Si Alejandro no lo hace, lo hago yo mi'ja..." le decía.

Cuando estábamos solas en mi habitación ella desbordaba pasión, por mi mente pasó la idea de que ambas nos excitábamos con la puesta en escena de la obra, mi fiebre aumentaba cada vez que tocaban su cuerpo y ella se imaginaba que era yo quien la tocaba en cada baile que hacía.
Cada una a su modo previamente se excitaba y al momento de unirnos toda esa pasión explotaba en un acto lleno de lujuria. Se hizo costumbre para mí sentir sus labios recorrer cada parte de mi cuerpo, si bien era mi cama, dejaba que ella tomase todo el control de la situación, luego el rol se invertía y así pasábamos cada madrugada, peleando por control en la cama; ella es muy excitante, el movimiento de sus caderas me hace enloquecer y el roce de sus manos me eriza la piel.
Ella juega conmigo, me tortura, comienza acariciándome y no tiene prisa por adentrarse en mí, mientras yo me retuerzo bajo su peso ella sigue acariciándome y dejando besos húmedos por mis piernas, todo vibra al sentir su lengua adentrarse en lo más profundo de mí, suspiro y grito, ella me hace el amor maravillosamente; otras veces me desnuda con rapidez y me penetra sin siquiera hacer el juego tortuoso que hace siempre, es señal de que me extraña, sin más yo me adentro en ella haciéndola gritar y nos fundimos en un abrazo mientras nuestros labios se devoran por sí solos en un pasional beso.

Mi cama espera ansiosa la llegada de ella, su cuerpo desnudo es la imagen que más anhelo ver, cuando despierto en las mañanas el brillo de su pelo sólo hace crecer en mí la sensación de acercarme y besar su cabellera; una que otra noche mientras ella dormía y la madrugada seguía en su auge, contemplaba su cuerpo desnudo junto al mío, sus parpados cerrados ocultaban una belleza azul que me volvía loca, su cuello me guiaba hacia su pecho que se agitaba con su respiración, subía y bajaba lentamente rozando mi piel.
Me acercaba a ella y dejaba besos por su cuello y sus pechos, mis dedos levemente la acariciaban procurando no despertarla. Si bien ya no tenía fuerzas para seguir haciéndole el amor lo poco que podía hacer era amarla con la mirada y dejarle perezosos besos por su piel, mientras me acurrucaba a su lado y la abrazaba con firmeza para luego unirme a ella en un merecido descanso y leve sueño.

Por las mañanas bañarme en compañía de ella se convirtió en una de mis actividades favoritas, en realidad yo no me bañaba, lo hacía ella, lavaba mi cabello con delicadeza, luego el resto de mi piel, yo sólo la besaba y la mordisqueaba por doquier, ella reía y continuaba bañándome sin protestar, enjuagaba mi cabello, paso siguiente procedía a lavar el suyo mientras yo la besaba abrazada a ella, terminaba de bañarse y me envolvía en una toalla; yo era como una niña pequeña, ni el esfuerzo por secarme hacía, todo lo hacía ella.
Una vez que el baño terminaba, nos vestíamos, me cepillaba el cabello y dejaba un beso en mi frente. La amo y aunque parezca increíble, aún no se lo digo, ella tampoco lo hizo y ahí radica mi miedo, ¿ella me ama?

Un Amor VerdaderoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora