Capítulo 3

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No sé qué paso, solo sé que Erin está molesta, su rostro se contrae, pareciera estar concentrada en manejar, pero  no lo está y eso me da cierto miedo. Si no la conociera, diría que solo ha tenido un mal día, pero para mí mala suerte, la conozco demasiado y sé que es uno de esos berrinches que hace cuando las cosas no van como quisiera. Como buena amiga debería preguntar, tratar de que me cuente que pasa, pero eso no funciona con Erin. Con ella es mejor esperar a que se le baje el enojo y sea ella quien quiera hablar.

Llegamos a su departamento, obviamente, mejor ubicado que el mío. Cuando llegamos a Corea me invito a vivir con ella, pero sabía cómo acabaría eso. Además valoro mucho mi independencia y mi privacidad. Veo como se adentra en él y la sigo. Inmediatamente se dirige a su refrigerador y saca una botella con un líquido color rosado. Ella es amante de las bebidas alcohólicas de colores extraños. Eso siempre me recuerda a un amigo en México, el las llamaba  “bebidas coquetas”, sonrió al recordar aquello.  Me tiende una cerveza de lata y se sienta en el sofá que esta frente a un ventanal, quizá sea lo único que le envidio a su departamento, esa hermosa vista de la ciudad. La imito, me siento junto a ella, sin decir nada, esperando que sea ella quien me diga lo que pasa. Mi celular vibra dentro de mi bolso, lo tomo y miro quien es, Himchan. Seguro estará impaciente por saber que ocurre, no dudo y rechazo la llamada, no es el mejor momento para estar chismoseando. Erin se ha acabado su bebida y se dirige por otra, esta mujer piensa en embriagarse. No me importa, posiblemente ambas lo necesitamos.

-          Jess, ¿has extrañado tu casa alguna vez? – Erin me pregunta así de la nada y sin mirarme, toma un sorbo de su bebida – ¿te gustaría regresar con tu familia?

-          Si he extrañado México y he pensado que sería bueno regresar, pero sabes de sobra que no tengo a donde llegar.

-          Cierto, tu padre y tu siguen sin dirigirse la palabra. ¿Cuánto ha pasado desde el accidente?

-          Cuatro  años

-          Casi el mismo tiempo que llevamos de conocernos – el suspiro que deja escapar Erin, me dice que al parecer no soy la única que siente nostalgia por el pasado. Y sé de él porque de ese suspiro.

Hace cuatro años Erin y yo nos conocimos, hace cuatro años las dos pasábamos por una situación similar, ambas habíamos perdido a nuestras madres, ambas sentíamos la soledad que causaba la indiferencia de nuestros padres, ambas nos consolamos, apoyamos y salimos de ese abismo, juntas. Muchos dirían que no tenemos nada en común, y seguramente es cierto, que somos tan diferentes y otros tantos me preguntarían porque soporto a una chica malcriada. Pero puedo decir, sin temor a equivocarme, que soy la única que conoce realmente el interior de Erin, que toda esa mascara de superficialidad, es solo un escudo. Y aunque muchas veces la quiera matar por ser tan inmadura, jamás renegaría de ella y fue por esa amistad, que la seguí hasta Corea. Después de todo, tampoco tenía otro lugar a donde ir.

-          ¿Por qué me has preguntado si quisiera regresar? ¿Tú lo has pensado?

-          Si lo he hecho. Pero…

-          Yongguk

-          Si – dice desganadamente y con el ceño fruncido

-          ¿Qué ha pasado? Hoy dejaron bastante sorprendidos a los chicos con su pelea

-          Mmmm, es un tonto, de lo único que habla es de la música, de sus ensayos, de la producción de no sé qué. Me aburre

-          Erin, a eso se dedica y es lo que le gusta.

-          Ya sé, ya se – se levanta abruptamente y coge otra botella – pero hace días que no salimos, si fuera por él ni nos veríamos, si no le llamo él no lo hace.

I Need You (B.A.P.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora