4.

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Poco a poco, el colegio se fue enterando. Comenzando con los profesores, claro.

Y así pasaron los días.

Hicieron, en la clase un mural sobre cosas que gustaban de Diana.

La mayoría eran cosas como "Muy buena persona" "Linda" "Preciosa"

Y era verdad. Pero no podía soportar ver eso. Quería romperlo en pedazos delante de todos y gritar. Gritar hasta quedazme sin voz.

Si sabes que se va a morir, no se lo recuerdes.

Morir.

Morir.

Morir.

La cabeza me está dando vueltas y no puedo concentrarme en clase. Sé que la maestra comprende perfectamente mis miradas a las musarañas por lo que no me llama la atención. Y sé que no lo hará en un largo tiempo.

Miro desde mi pupitre a Diana. Ella sonríe mientras habla con compañeros de su alrededor. Parece tan feliz.

¿Lo está?

¿Se alegra de que vaya a morir?

¡¿Que estoy diciendo?!

Me estoy volviendo loca.

Miles de sentimientos recorren cada milisegundo en mi cuerpo, cada vez diferentes y me siento muy agobiada y estresada.

Siento como, aún estando en invierno, gotas de sudor recorren mi cuerpo.

Miro hacia Emma. Ella está jugando con sus dedos. Pálida. ¿Sentirá lo mismo que yo?

Me falta el aire. Me cuerta respirar. Ayuda. Ayuda.

Lágrimas caen solitarias de mis ojos. El cuerpo me quema, pero a la vez siento mucho frío. Un frío invisible que me tapona las fosas nasales. Y me cuesta respirar, cada vez más.

Veo con, la poca luz que distingo los colores, como la maestra corre hacía mí. ──Respira, Mireya, repira. Haz un esfuerzo y relajate. ¡Repira fuerte!──

Dice ella, pero yo escucho miles de voces a la vez.

Miro al rededor y veo a Emma mirándome. Ella está asustada, parece que a visto un fantasma. Diana también me está mirando. La sonrisa de antes a desaparecido y ahora tiene un tono de preocupación. Más bien. Toda la clase me está mirando.

Intento cumplir los consejos de la maestra. Me ayudan algo y puedo respirar y relajarme mejor.

Ella me pasa agua y bebo mientras me refresco la garganta.

Después de eso, recuerdo el frío que hace y me hago una bola en mi asiento.

Noto unos dedos acariciar mi hombro, y cuando me giro veo a Diana ofreciéndome su chaqueta para ponerme.

La agarro durante unos segundos pero me arrepiento y se la devuelvo.

──No la quiero.── Respondo al fin.

──¿Porque?── Pregunta mi hermana de ojos azules.

──Porque huele a tí.──

Viva. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora