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Al salir de la clase a las dos, la maestra llamó a mis padres para hablar con ellos.

Yo me tumbé en un banco mientras ellos hablaban en la entrada. Emma y Diana estaban a unos metros de nosotros, en otro banco, hablando.

Yo sólo cerré los ojos y respiré profundamente. Oí palabras de la conversación de la maestra y nuestros padres, cosas como "Probablemente ansiedad" "sí" "un médico mejor, yo no soy experta" "lo antes posible antes que sus ataques vayan a más"

No quise oir más, solo cerré los ojos fuerte y me metí en mi mundo.

Al cabo de un rato, mis padres vinieron y nos fuimos. Por el camino, comentaron que ibamos a ir, seguidamente a un médico para que yo aprendiera técnicas para la ansiedad.

Cuándo llegamos a la consulta, mis hermanas se quedaron en la sala de espera. Y mis padres y yo, entramos a la consulta.

──Buenas tardes.── Comentó el médico. ──Antes de nada, quiero anunciarles que no podré medicar a...── Miró el papel. ──a Mireya, ya que solo tiene 12 años, y lo único que haría es empeorar sus ataques. Mejor deberíamos enseñarle técnicas para sobrellevarlo.── Dijo mirandome con tristeza. Su cara lo reflejaba. No estaba aconstumbrado a diagnosticar ansiedad a alguien con tan poca edad.

Me senté en la camilla indicada y oyó la velocidad que latía mi corazón, la apuntó. Después me dijo que respirara profundamente, lo más profundo posible, llenar el pulmón al máximo, aguantar dos segundos y después vaciarlo todo.

Eso hice, me metí bastante mejor, hasta que llamaron a mi padre. Mi madre le preguntó con la mirada quién era, el dijo. ──La policía, creo.── ¿La policía? ¿Porqué?

Después de un rato mi padre entró pálido. Le dijo a mi madre que nos teníamos que ir ya. Ella pregunto la razón y él me miró. Como señal de que estaba delante.

──No, no me mires, ¡Dilo!── Comenté.

El médico me miró a mí y seguidamente a mis padres. ──Por favor Mireya.── Dijo él. ──Quizás lo mejor sea enterate más tarde.──

──¡No!── Empecé a imaginarme cosas horribles. ¿Y si Diana va a morir ya? ¿La casa se incendió en nuestra ausencia? Muchas gotas de sudor caían por mi frente.

──Mireya, ¡Repira!── Dijo el médico.

──¡No lo haré! No hasta que me digáis que pasa.── Comenté yo faltandome la respiración.

──Vale, vale. Mireya, han atropellado a los abuelos... Han... fallecido. Tenemos que irnos ya a preparar el funeral.──

De repente, mi respiración volvió a la normalidad. Mi sudor también. Ahora simplemente, no era capaz de mover ningún músculo.

Sentí caer.

Caer demasiado rápido.

Nada ni nadie me podía frenar.

Y me sentí fatal.

Era como si el propio mundo me empujase. Y nadie que estuviera en él me podía frenar, porque era eso mismo lo que estaba ayudando al mundo a caer.

Solo sé que al menos la gente me veía pestañear.

Y derramar algunas lágrimas.

(...)

Ya ha pasado un mes.

Mi madre entra a mi habitación rápidamente y me hace un gesto para que la siga.

Eso hago. La sigo hasta el salón y me manda sentarme en el sofá. En él, también está Emma. Me mira con la misma sorpresa que a mí.

Mi padre está en el otro sofá. El de la ventana. Mi madre se sienta con él, y comienza a hablarnos.

──Emma, Mireya.── Dice ella. ──¿Podéis intertar alegraros un poco? Porfavor.── Dice la misma. Y, al ver que no respondemos. Continúa. ──Entiendo que os duela la muerte de vuestros abuelos, y la próxima de vuestra hermana. Sé que no lo asimilais, y nadie lo va a hacer en mucho tiempo pero... Ella es feliz, está intentando serlo. Quiere ser feliz los últimos meses de su vida y... debéis apoyarla en eso. Ser feliz con ella. Que los últimos meses de su vida no sean un infierno.── Dice ella y respira profundamente. ──Papá también lo está pasando fatal, los dos lo estamos. Pero... poned algo de vuestra parte, porfavor.──

Dice y, tras eso, un largo silencio. Asiento con la cabeza. Quiero hacer eso, apoyar a Diana de esa manera. Me costará, pero lo lograré.

Viva. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora