004

549 90 15
                                    


Cita 4.


—Estoy empezando a pensar en que de verdad te agrado.

—No empiece.

—¿Qué te pasa?

—Nada.

—Tú y yo tenemos un trato ¿Recuerdas?

—Pues, lo rompo.

—Bueno, está vez yo voy a contarte una historia ¿Te parece?

—Como quiera, no me puedo ir así que adelante.

—Hace unos años una chica parecida a ti llego aquí, estaba deprimida y había intentado suicidarse dos veces. Ella solía decir que su vida no tenía sentido y que jamás estaría conforme con lo que le pasaba.

—¿Qué le pasaba?

—Su padrastro la golpeaba, constantemente decía que prefería morir a seguir aguantando el maltrato por parte del hombre.

—Concuerdo con ella.

—Algunas veces se sentaba ahí como tú, solo mirando sus pies, pero hubo ocasiones donde de verdad hablaba conmigo ¿Quieres saber que fue de ella?

—Espero que lo haya hecho.

— No, no opto por ese camino. Después de un tiempo de terapia se recuperó, hablo con la policía cuando les llame y ellos la ayudaron. Ahora es una gran maestra, está casada y tiene un hermoso niño.

—¿Para qué me cuenta esto?

—Quiero que entiendas que hablar conmigo te puede ayudar.

—No se haga la heroína.

—No lo hago, quiero que entiendas que hay otras salidas y por lo que sé, no tienes un motivo fuerte para acabar con tu vida.

—¡Cállese!

—No tienes porqué optar por suicidarte, puedes salir adelante no tienes el mundo en tú contra. Hay personas que te quieren y les duele verte así.

—Hablo enserio ¡Cállese!

— Como tu psiquiatra y por lo que tengo entendido, no tienes porqué hacerlo.

—¡Usted no me conoce! No pretenda que sí. No sabe las veces que he llorado sola sin nadie que me abrace y me diga que todo va a estar bien. No sabe lo que se siente no encajar con nadie de tu familia, no sabe lo que se siente ser un fenómeno para todos. Mis padres me traen aquí para no sentir culpa cuando lo haga, porque sin importar cuantas historias me cuente ni nada de lo que me diga, evitará que me suicide, por lo que le pido que no juzgue mi decisión.

—Desde que llegaste quería que me dijeras eso.

—Sé lo que hace.

—¿Qué hago?

—Manipularme.

—Estoy tratando de ayudarte.

—No necesito su ayuda.

—Cambiemos de tema ¿Si?

—Está bien.

—Recuerdo que me dijiste que no crees en Dios ¿Por qué?

—Me parece absurdo

—¿Absurdo?

—Sí, hay tragedias, muertes injustas, hambre, guerras, desastres, maldad y sinfín de abominaciones en el mundo, y si Dios existiera; no creo que pasaría nada de eso.

—Me sorprendes.

—Por ideas como esas no hablo con nadie.

—Todas las personas somos un mundo. Nuestros pensamientos sobre las cosas muy pocas veces son iguales.

—¿Usted cree en Él?

—Sí, soy religiosa. Voy con mi familia cada domingo a la iglesia ¿Tu familia asiste?

—Algunas veces.

—¿Tú los acompañas?

—No.

—No entiendo tus razones.

—No le pido que las entienda.

—Lo sé, pero necesito hacerlo para poder darle a tus padres una respuesta. Deseo ayudarte.

—La duda es desesperante ¿No?

—Dame un motivo fuerte por el cual lo quieres hacer, aunque sea una palabra.

—No es algo que quiero, se trata de algo que voy hacer.

—Ok, pero dime.

—La miseria que envuelve mi vida.

Pensamientos de una chica suicidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora