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Cita 8.


— ¿Cómo tomaste el divorcio de tus padres?

—Pues, lo mejor que pude.

—Tienes una hermana ¿Cierto?

—Sí.

— ¿El divorcio afectó sus vidas?

—Claro, pero ella es feliz.

— ¿Cómo es que tú tienes decidido acabar con tu vida y tu hermana es feliz?

—No podía dejar que ella absorbiera tanto dolor. Mis padres peleaban todo el tiempo, como yo ya era infeliz decidí protegerla de esa locura.

— ¿Cómo hiciste eso?

—Cuando los gritos llegaban a nuestra habitación yo le cantaba y así le evite escuchar eso. También la mantenía entretenida cuando mi madre lloraba por la ausencia e infidelidad de mi padre; ella no sabe la verdad. Mientras ella reía yo me quebraba pero lo hice por su bienestar.

—Eres una gran hermana.

—Es una gran y talentosa chica, por lo menos ella es feliz.

—Es un poco injusto.

—Se equivoca, en ese tiempo ya habían aparecido las voces.

—Deberías de pensar en ella y como le afectara tu partida.

—Mi fortaleza se la otorgue a ella y decidí su felicidad antes que la mía, y ahora solo quiero acabar con los recuerdos y el dolor.

—Aun creo que hay otra solución.

—Estoy demasiado rota y perdida, créame ya no hay nada que hacer.

—Tú no debiste de pasar por esos momentos, sé que lo hiciste por tu hermana pero ahora mírate, estas aquí hablándome de tu suicidio.

—No estoy arrepentida, ver a mi hermana feliz me llena un poco el alma. Ella solo tenía tres años y yo era la mayor, era indefensa y frágil; la salve.

—Tú también eras una niña y la salvaste a costa de tu felicidad.

—Se equivoca.

—No lo creo.

—Cuando mis padres decidieron firmar ese papel ya yo había caído en las garras de mis demonios. Salvar a mi hermana es lo más grandioso que he hecho en esta miserable vida.

—Aun así sigue siendo injusto.

—Cambiemos de tema.

— ¿Por qué?

—No nos vamos a poner de acuerdo.

—Tal vez, sí.

—No, usted no vio a esa niña llorado porque sus padres se decían cosas feas, tampoco la vio preguntándole a su madre porque tenía pequeñas marcas moradas en su cuerpo y mucho menos la vio cuando solo pedía que su familia volvería a ser perfecta. Me bastaron unas cuantas mentiras para devolvérsela, con un cambio pero se la devolví.

— ¿Se lo contaras algún día?

—Para cuando ella pueda asimilar eso, ya yo no estaré aquí.

Pensamientos de una chica suicidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora