Epílogo: Su sacrificio, un adiós.

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Dos años después.

En algún cementerio...


—Hola, creo que nunca me dijiste si te gustaban las flores pero ella insistió en que te trajera estas hermosas rosas.


Silencio, un silencio lleno de recuerdos.


—Dos años, me pregunto qué hubiera pasado, quién serías ahora ¿Serías feliz? Esas preguntas pasan por mi mente cada día. Pase mucho tiempo lamentando tu pérdida, tu muerte. Sé que esa era la solución que pensabas te llevaría a la paz, y de verdad le pido al Dios en el cual tú no creciste nunca, que así sea.


Lágrimas, lágrimas de dolor.


—Aun cuando logre entenderte, sé que nunca lo hice del todo. Me gusta pensar que de verdad me escuchas, aun cuando en vida siempre te negabas a hacerlo. No he conocido a alguien tan terca como tú.


Risas, risas por recuerdos lejanos y torturadores.


—En esas citas que siguen frescas en mi memoria, perdí algo de mí. Deseaba tanto ayudarte, cada día rezaba por ti, deje a un lado años de estudios por ti. En la cita quince, el día de tu muerte me culpe, me condene y dolió. Jamás había pasado eso en mi vida, mis pacientes nunca se habían introducido en mi corazón, y ahora sé que contigo paso porque tú no eras normal, eras mucho más que una simple chica. Tus pensamientos eran profundos pero no malos, eran tuyos, era lo que te identificaba. Desearía que nadie te hubiera hecho daño, desearía haberte protegido de tanto.


Sollozos, sollozos perdidos en el viento.


—Sí, eras diferente, tus pensamientos eran diferentes pero no eras menos que nadie, en realidad eras mucho más. Después de tanto tiempo he decidido dejarte ir, ahora solo te recordaré como la persona más humana, fuerte y especial que he conocido. Ya no te recordaré como una suicida, ya no más.


Suspiros, suspiros de aceptación.


—Y ella, tu hermana. Ahora entiendo tu sacrificio, ella es feliz. Sus sonrisas abundan, es dulce, amable y sobre todo es inmensamente feliz. Y todo por ti. Quiero que sepas que ella está orgullosa de ti, te ama y piensa en ti diariamente. Te recuerda con amor, un amor puro. Jamás serás olvidada, linda, jamás podremos olvidarte. Tus padres han hecho un buen trabajo, la cuidan, la comprenden y sobre todo la aceptan como es.


Despedida, despedida que duele.


—Hoy me iré de la ciudad. No volveré en mucho tiempo, pero quiero que sepas que he cambiado. Después de conocerte he sido más comprensiva con mis pacientes, me cambiaste, linda, y te lo agradezco. Te fuiste pensando que no tenías a una amiga pero no es así, yo fui, soy y seré siempre tu amiga, sin importar si lo aceptas ¿Lo recuerdas? Te prometo que no dejare de preocuparme por tu hermana, no me lo pediste pero siempre cuidare de ella, porque tu sacrificio no será en vano. Espero que las voces se hayan silenciado, deseo que tus demonios te hayan liberado, espero que la paz haya tocado tu alma.


Quema, quema el alma.


—Y si puedes escucharme, recuerda que siempre estarás en los pensamientos de una psiquiatra.

Pensamientos de una chica suicidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora