3° The First Time || Mikellino

03; Dudas.

Tenías que descansar, lo sabía. Te sonreí antes de que cerrarás tus ojos, en ese momento quise besar tu cara, pero no lo hice.

Me quede un par de minutos mirándote, temía que todo esto fuera un sueño, de abrir los ojos y encontrarme en mi habitación, mis temores hacían que pensara que todo fuera parte de mi subconsciente.

Me habías enseñado a vivir junto a ti, verte durante 6 meses y no cansarme nunca. Y cuando volví eso no cambió, pero dime algo, ¿cómo iba a aprender a vivir sin ti?

Salí, me encontré con Timba, escuché como suspiró.

—Eres buena persona, pero ambos han hecho tantas cosas mal que tienen miedo de siquiera intentarlo, merecen ser felices, ¿pero eso quieren? —Entró a tu habitación, dejándome con esa duda.

¿Queremos, Trolli?

No lo sé, así de simple. No tengo respuesta para eso, porque no sé si quiero ser feliz junto a ti.

Pero soy feliz cuando estoy contigo, y es confuso, me contradigo.

Te seré sincero, mi amor, no sé si pueda ser feliz, vivir sin preocupaciones, estar a tu lado y no recordar todo lo que ha pasado. Porque fui yo quien te rompió primero, te abandone, pero prometí volver solo por ti. En cambio, tú me destrozaste al ignorarme, al olvidarme y hacer tu vida, sabiendo que volvería, te fuiste y no sabía si ibas a volver.

Pero te amo, y no lo entiendo.

¿Por qué no me has dicho que me amas?

¿Por qué sigo esperando que seas tú quien dé ese paso?

Comprendí muy tarde que mi amor por ti me hacía daño, y aún lo hace. Me haces daño, y sigo junto a ti.

Trollino, ¿cómo sabré que eres para mí?

Quiero olvidarte, ignorar el amor que siento por ti.

Amor, te necesito, cerca y lejos de mí.

No quería irme, pero tengo que hacerlo. Tengo que dejar de pensar en ti.

—... y todo se queda en un nunca jamás.
»Y es que duele tanto, tanto... —mire a mis alrededores, intentando encontrar la voz que cantaba aquello que logre escuchar.

Odio admitirlo, pero me acorde ti.

—¡Oye! —Gire a ver quién había gritado, puede que ni siquiera lo había gritado por mí—, disculpa, perdón —escuche las disculpas que el chico daba, su voz sonaba familiar—. Uhm, perdone, pero se le cayo esto. —Me mostró un llavero con un par de llaves, mis llaves.

—Oh, gracias —las tome. Lo mire, no reconocía su rostro, pero su voz era algo que me llamaba la atención—, ¿tú eras ese chico que estaba cantando? —Me miro avergonzado, pero asintió.

—«Olvídame, de Piter G» —su sonrisa era muy linda.

Pero ninguna se compara con la tuya, supe eso desde la primera vez que tú me sonreíste.