3° The First Time || Mikellino

05; Problemas.

—Te he estado diciendo por días que solo es un amigo, ¿por qué no confías en mí? —Duele, duele que no lo hagas, que pienses que te dejaré.

—Porque ya te perdí una vez, no quiero que vuelva a pasar.

Mentiras, solo son eso. Jamás me has dicho que te arrepientes de haber estado junto a Ela, jamás me has dicho te amo. No sé si lo que sientes por mí es amor u obsesión.

—Eso no te importo cuando estabas con ella.

—¿Vas a empezar de nuevo? —No, vamos a empezar de nuevo. Volveremos a pelear por algo que para mí es importante, algo que me sigue dañando y tú no te das cuenta— Ella solo era una amiga, a ti te quiero más que eso.

—Él también es mi amigo, ¿cuál es la diferencia? —te mire con cierto desdén, tu mirada volvió a ser igual que antes: vacía.

—La diferencia es que no sé si me mientes, no sé cuáles son sus intenciones contigo. Pasas demasiado tiempo con él, y quiero que deje de ser así —sentí como el dolor en mi pecho era más fuerte, como con cada palabra se rompía mi corazón.

—¿Acaso ya olvidaste todo lo que siento por ti?

—Solo trato de asegurarme de que te quedes conmigo. —Estás haciendo todo lo contrario, lo sabes, pero no quieres admitirlo.

—No confías en mí.

—Confío en ti, pero no en él.

—Si no confías en él, entonces tampoco lo haces conmigo —Dime algo, mi amor, ¿cómo hago para que dejes de romperme?

—No digas tonterías, cariño —por un momento sentí asco, por aquel apodo, por ti.

¿Dónde quedo el Trolli del que me enamore?

—Nunca fui tu «cariño» que tanto dices, Trollino.

Tu mirada seguía estando vacía, sin vida. Tal como yo me sentí cuando intentaste suicidarte.

Lo único que has hecho es destrozarme, y lo que yo he hecho es amarte.

—Claro que sí, lo eres. Tenemos que ser felices después de todo.

—No, no tenemos. No sabes que es lo que quieres.

—Claro que lo sé.

—¿Qué es?

—A ti. —Me besaste, después de tantos años pude sentir aquellos labios que tanto ansiaba probar.

Pero no era igual, no era lo que esperaba, lo que quería.

Porque al que bese fue al Trolli tóxico que empezó a ser. No al Trolli del que me enamoré.

¿Cuándo seguiremos jugando este juego de dañarme cada día más?

Te amo, pero no te necesito. Te amo tanto que no sé si desperdiciar esta oportunidad.

—Hay un problema.

—¿Cuál?

—Que te amo —sonreíste, con tanta ternura que recordé por un momento porqué te amo.

—¿Eso es un problema? —Sí, lo es. Porque sé cuánto daño me hace.

—No, creo que no. —Y me volviste a besar.