Atracción

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El decir que amas a alguien...

... ¿Realmente significa que le amas...?

•あ𞌲あ𞌲あ𞌲あ•

[...]

Me despedí de Kurama. Sonreí con dificultad, agradeciendo que se hubiera tomado la molestia de atender mis dudas de acuerdo a la materia; comencé a alejarme del lugar. Estaba un poco más calmado, aunque cada vez que recuerdo todo lo sucedido me entran las ganas de llorar. El nudo en mi garganta reapareció. ¡Rayos!, ¡Tengo que irme de aquí cuanto antes!

Caminé con más velocidad, evitando el comenzar a trotar o correr. Logrando que cada paso fuera veloz, continúe avanzando; definitivamente, desde ésos momentos, ya sabía que era lo que haría al llegar a casa...

Llegué a mí morada al momento del alba; simplemente, al adentrarme, subí los escalones y me dirigí a mi habitación, cerrando la puerta con candado detrás de mí;

"Dios... te lo pido...", mis rezos cada vez eran más frecuentes. "Sólo este día... es lo único que quiero...", mi plegaria simplemente consistía en no volver a ver a nadie, absolutamente a nadie en lo que restaba de la tarde.

Mi cuerpo comenzó a temblar, no podía evitarlo. Aún me sentía débil por la situación en aquel establecimiento. ¿Por qué ahí?, ¿Por qué Bui?...

¿Por qué a mí...?

Las bravías lágrimas se agolparon en mis ojos, y rebeldemente salieron de ellos. Otra vez estaba llorando; ¡Mierda!, ¡¿Por qué tengo que ser un alfeñique?! No puedo evitarlo... a pesar de comúnmente actuar algo rudo, resulté ser un enclenque. Alguien asazmente frágil. ¡No puede ser!, ¡Me avergüenzo de lo que soy, de lo que fui y de lo que seguramente seré!

Mi mente se llenaba de pensamientos cansinos y agotadores. Aquí viene de nuevo. El hervidero de ideologías no se hizo esperar; empecé a jadear silenciosamente, tratando de evitar que alguien escuchase mi sufrimiento psicológico. A los pocos minutos, sentí como las gotas resbalaban por mis mejillas, vertiginosas en cada momento.

Simulé un gemido, tapándome los labios con mis manos. Algunas cuantas ráfagas cruzaban por mi mente, todas contenían palabras. Sucesos que no acontecerían... Bajé mis manos, dirigiéndolas con delicadeza a mis hombros, masajeándolos tratando banalmente de tranquilizarme. Aunque sabía que era inútil, no dejaba de mover mis manos con movimientos regulares. Las lágrimas no se detenían.

¿Es ésta la otra cara de la soledad...?

Me senté en la cama, reposando mis codos en mis rodillas y llevándome nuevamente mis pequeñas manos a mi boca, cubriéndola; gimoteos eran los que conseguían salir de mi garganta, lastimándola muy brevemente. El nudo en ésta última realmente era doloroso. Ardía y provocaba ciertos espasmos en la zona de mi pecho. Mi corazón se sentía aprisionado.

Las lágrimas cada vez se volvían más débiles y tenues. Frenaban de a poco en mis ojos; mis labios se humedecían, y lo hermético de mi tráquea desaparecía con la misma sutileza. En tanto, mi mente comenzó a evocar imágenes que me extrañaron... Bui. Simplemente eso.

Los acontecimientos de hace unas cuantas horas volvieron, no obstante ésta vez me provocaban una sensación distinta. Sentí como mi mirada se iluminó; al mismo tiempo, ésta comenzaba a adormecerse, al igual que mis sentidos.

Mi corazón no dejaba de latir frenéticamente. Creía que iba a desfallecer en cualquier instante; y no era para menos. Terminé dejándome caer de espaldas, apreciando el suave roce de las sábanas con mi piel. Estiré mis brazos a mis costados, entrecerrando los ojos viendo el techo. Suspiré. ¿Desde cuándo es que siento esto...? Dudo que me haya dado cuenta. Quizá todo comenzó hoy, o ya llevaba un tiempo... ¡O siempre lo he sentido! No lo sé...

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