Otro sueño más...

105 17 159
                                    

La sangre corría y escapaba con una lentitud avasalladora de mis venas... No. Las venas no eran mías, pertenecían a aquella silueta blanca, transparentosa. Las gotas del líquido caían en las mías, éstas absorbían la densa, aceptándola como si fuera del mismo cuerpo. Una catarata de carmín bajaba por los antebrazos del contorno desconocido, dibujando a su paso líneas en forma de ramas. La cantidad que salía de ellas era abrumadora, al igual que la velocidad tan deplorable en la que avanzaban. Yo tan sólo continuaba viendo absorto mis antebrazos, sintiendo como la insanidad se apodera de mí.

Varios susurros se escuchan en el entorno, sin embargo son imposibles de ubicar con exactitud. De pronto, un sentimiento bastamente extraño me domina: parecía ser algo así como los escalosfríos, sin embargo era más agresivo. Todo rastro de sangre que había caído al suelo se perdía en la nada. Que tortuoso era ése silencio; no podía controlar como quería a mi cuerpo. Fue sentir como si estuviera siendo controlado por una fuerza sobrehumana, la cual me obligaba a comportarme como un robot. El líquido dejó de correr, mientras mis vasos se impregnaban del carmín. El aroma ajeno quedó en mi piel, en mis antebrazos.

•あ𞌲あ𞌲あ𞌲あ•

Hiei despertó, sin embargo no lo hizo de golpe esta vez. Abrió lentamente sus pupilas, como si ya estuviera acostumbrado a tales episodios; de hecho, lo estaba. Hacía ya una semana que se habían reanudado las clases y habían vuelto al instituto... hacía ya una semana que conoció a un buen nuevo... ¿Amigo?

"Espera..." detuvo por un momento su tren de pensamiento. "No creo que se hagan amigos así de fácil... ¿O sí?". Claro, ¿Cómo saberlo? Jamás había tenido amigos en sus 17 años. Su madre y su hermana habían sido su apoyo moral desde siempre, desde que tenía uso de memoria y razón; ¿Eran ellas acaso algo similar a un amigo?, ¿O será que tener amigos es diferente? La última parecía más razonable. Tu madre no puede ser tu amiga, es tu madre, tu progenitora; asimismo, tu hermana no puede ser tu amiga, menos si son mellizos... sólo son eso... hermanos. Pero... una persona ajena a ti, de tu mismo entorno (o bueno, casi) ¿Puede ser tu amiga o amigo?

_Vaya... nunca le había dado tantas vueltas a éste asunto _comentó para sí.

Era cierto. A Hiei no le importaba en lo más mínimo hacer amigos, no era algo que le llamara la atención. Quizá suene algo autista, pero él prefería la vida así. Solo...

Pero... ¿Por qué cambiaron tan repentinamente esos intereses?, ¿Sería parte del desarrollo...? Inmediatamente descartó ésa idea; según varias fuentes, él ya no debería de estar pasando por eso, ya casi cumplía 18. Ya no era un niño. Aun así, era bastante rara su imprevista atracción a la vida social.

Bostezó perezosamente, tapándose la boca a pesar de que no hubiera nadie presente en su habitación además de él. Prosiguió a volver a dormir. Ése día no tenía por qué hacer nada.

•の𞌲En el sueño𞌲の•

Abrí mis ojos lentamente, descubriendo con pesadez el panorama frente a mí: una sala de estar en una casa aún más desconocida. Me encontraba sentado en el sofá. Viré hacia los lados en busca de algún ápice de pista que me dijera en donde estaba, sin embargo no tuve éxito ya que no logré constatar el lugar. Repentinamente un sonido fue emitido desde la cocina, la cual estaba próxima a la sala de estar; observé agudamente el camino que llevaba al mismo lugar.

Me levanté, cuidadoso de no hacer ningún ruido. Nuevamente un sonido emergió de allí; encaminé paso en dirección a dichoso lugar, cada pisada estaba llena de adrenalina y temor... Sí que sentía miedo.

Pronto llegué al marco de la puerta que llevaba a la cocina. Asomé mi cabeza con lentitud, esperando ver algo sin ser percibido... al parecer fui yo el que no percibió a quien estaba detrás de mí. Alguien, con una rapidez abrumadora me tapó tanto ojos como boca, ésta última fue cubierta con una especie de paño, humedecido con un líquido de olor fuerte y embriagante; yo peleé, más bien, al principio lo hice. Después de un rato, quitó su mano de mi zona ocular dejándome apreciar, por decirlo de alguna manera, la panorámica. Había varios trastos tirados y quebrados en el suelo. De repente, mis párpados comenzaron a hacerse pesados, al mismo ritmo empezaron a cerrarse con fatiga. Ésa humedad en el paño era, seguramente, la que provocaba que mis sentidos se apagaran, que se extinguieran, que se ahogaran... Perdía poco a poco las esperanzas de sobrevivir a lo que parecía ser un asesino.

Después... me desplomé.

•の𞌲Fin del sueño𞌲の•

La luz penetró en la habitación del pelinegro. Un rayo de sol dio directamente en la cara del joven, incomodándole e impidiendo el que siguiera descansando en paz; se incorporó como pudo hasta quedar sentado en el borde de su cama. Viró su vista hacia la mesa de noche. Abre uno de los cajones, sacando de éste un pequeño cuaderno, aunque pequeño éste también era grueso; lo hojea, se ve perfectamente que algunas hojas del librito estaban llenas de palabras y oraciones escritas con tinta negra. Del resorte, Hiei desencajó un bolígrafo tiznado con detalles en dorado. Mete sus pies dentro de las pantuflas las cuales estaban situadas al pie de la cama, justo a un lado de la mesa de noche. Se levanta de la cama y se dirige, aún medio dormido, hacia el escritorio; coloca la diminuta libreta en el mismo y la abre, dejándole en una página en blanco. Se dispone a escribir, apretando la pluma contra el papel cada vez que se detenía. Trataba de recordar todo lo vivido en su sueño. No se le dificultó mucho.

Una vez terminando de escribir la casi real vivencia que se podría decir, había pasado en sus sueños, se dispuso a guardar la minúscula libreta en donde había estado antes. Suspiró y se estiró frente a su cama. De improviso, la puerta de su habitación se abrió al tiempo que era tocada con suavidad. Volteó para ver quién era: Yukina.

—Buenos días, hermano —expresa con una felicidad característica de ella — ¿Cómo amaneciste?

—Hn, más o menos...

— ¿Y eso?

Hiei recapitula lo que había sucedido dentro de su mente. Niega con la cabeza;

—Nada —dice —sólo son cosas mías.

La joven mira sospechosamente a su hermano mayor, sin embargo no le toma mayor importancia. Continua;

—Mamá y yo hemos estado esperando a que bajes para desayunar —informa.

—Ya voy, sólo espérenme unos minutos más —hace una seña con la mano, tratando de convencerse de que no era para nada algo irreal, que si tenía a Dios a su lado, no había porque temer.

𞌲|𞌲|𞌲|𞌲|𞌲|𞌲|𞌆|𞌲|𞌲|𞌲|𞌲|𞌲|𞌲|𞌲|𞌲|𞌲|𞌲|𞌲|𞌲|𞌲|𞌲|𞌲|𞌲|𞌲|𞌲|𞌲

Hola °u°, sé que he estado ausente los últimos días. ¿Excusa? El insti :'v.

Bueno, también sé que no les importa todo eso y tan sólo quieren leer el próximo capítulo, pero en serio, el colegio consume mucho tiempo –sobre todo si son clases de LEOE y Lógica–. Vale, no les agobio con mis cosas más tiempo...

Sé que no desarrollé mucho la trama en éste capítulo, pero TODO lo que escribo –o bueno, la mayoría– va a ser de mucha utilidad y va a servir de mucho en un futuro no tan lejano. Y por si no lo habían notado, la trama se centra en Hiei, pero el próximo capítulo será un bonus de Kurama. ¿Qué es lo que pasa con él? ¿Cómo se desarrolla su entorno?, bueno, eso lo averiguarán en el siguiente episodio (Me sentí como en el final de cada capítulo de YYH =^u^=). ¡Ah!, y perdón, prometí subir dos capítulos, pero creo que el capítulo nueve se retasará hasta el lunes; por compensación a mis mentiras les subiré (Si es que puedo) tres capítulos en lunes de la próxima semana.

Además, una preguntita... ¿Qué les parece la nueva portada de la historia? A mí, en lo personal, me fascino mucho. Hace tiempo había estado planeando cambiarla pero nomás no lo hacía, pero por lo menos se me afigura que ésta está mil veces mejor (usando la hipérbole ^^) que la que tenía antes. No sé, ustedes coméntenme lo que opinan.

Bien, ahora sí (dale a la estrellita, sé que quieres 7v7) nos vemos... ¡Hasta la siguiente い°u°)!

Sin ClickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora