DOS.

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Los pies de Alice se detuvieron frente a una gran puerta, donde al lado se podía leer en grande; Alexandria. Realmente durante el camino no entablaron mucha conversación, solo lo típico que Rick Grimes solía preguntar a los extraños.

¿Cuántos caminantes has matado?

¿Cuántas personas has matado?

¿Por qué?

Alice no llevaba la cuenta del número de muertos que había derrumbado desde que todo comenzó. Y les juró que no había sido capaz de arrebatarle la vida a nadie. Suficiente tenía con espantar los malos pensamientos del ejercito como para aumentar más en pleno apocalipsis. Es lo suficiente lista como para haber salido ilesa de gente malvada.

Daryl le hizo una señal con la cabeza para que les siguiera. Alice observó con adoración el cuerpo de Daryl desde atrás y se quedó enganchada con esos amplios hombros. A su lado era algo bajita y le gustaba el buen tamaño que le sacaba, justo como a ella le gustaba. Alice dejó de fantasear y se enfrentó a una mujer mayor que decía ser la líder del lugar.

—Soy Deanna Monroe, bienvenida a Alexandria.

Alice hizo una breve reverencia y sonrío de manera genuina, adaptando una apariencia de confianza hacia el resto.

—Alice—se presentó enseguida—muchas gracias por recibirme.

Echó un vistazo al panorama y se sorprendió al ver una laguna en el centro del lugar, parecía una piscina pequeña donde tenía ganas de meter la cabeza. La mujer le explicó que tenían una enfermería, un arsenal y un lugar para que ella durmiese.

—Te buscaremos un trabajo—le comentó Deanne a medida que se acercaban a su nuevo hogar—. ¿A qué te dedicabas?

—Trabajaba en un circo—mintió, pues no quería que nadie supiera a donde la obligaron a ir ni mucho menos los traumas que quedaron grabados a fuego vivo en su memoria—era domadora de leones, así que sé dominar a las fieras.

Dejó un comentario de doble sentido hacia el cazador y sonrío por lo bajo. No es que llamara al hombre animal, solo le dejaba claro que sabia lidiar con personas algo toscas y de poco hablar. Daryl ni se molestó en contestar ni burlarse sobre ello, no sabia si mentía o no, no la conocía.

—En cuanto te pongas cómoda, te pido que te reúnas conmigo.

Daryl se paró en seco como el resto y quiso protestar en cuanto vio que la líder le ofrecía vivir con él. Alice se puso algo tímida y aceptó como si aquello le costara la vida, cuando en realidad estaba encantada con ello. Su emoción no duró tanto en cuanto vio como una mujer de pelo gris y de una apariencia impecable salía de la casa.

Alice debía darse una ducha en condiciones y tirar su ropa. La pobre había usado lo mismo durante semanas y de tanto ir de un lugar a otro sin cuidado, su ropa se había rasgado y ensuciado. Pero nadie dijo nada, todos habían pasado por lo mismo. No la gente de Alexandria, sino los del grupo de Rick.

—Hola—saludó amablemente la señora, la joven le sonrió de la misma manera—por lo que veo eres nueva.

—Sí, soy Alice.

—Encantada. Me llamo Carol.

—He pensando que sería buena idea que viva con vosotros por el momento, ¿os importa?

Miraron a la líder lo mejor posible y forzaron una sonrisa. ¿Cómo iban a decir que no si Alice los miraba como un animal asustado? Aquella mujer solo causaba ternura y tranquilidad.

—No pasa nada—contestó Carol en lugar del cazador—la haremos sentir como una más. Ahora si me disculpais tengo un par de cosas que hacer.

Todos se despidieron de ella. Rick acompañó a Deanne para solucionar unos asuntos y los dos finalmente se quedaron a solas. Daryl le indicó que le siguiera y ella tímidamente se movió como una muñeca. En cuanto sus pies tocaron el pulcro parquet dio un paso atrás, justo en el porche de la casa. Daryl se giró y la vio retroceder.

—¿Qué te pasa?—preguntó en un intento de parecer más amable.

Alice se rascó la nuca por puro nerviosismo y se sacó las botas viejas. Le sonrió ampliamente y Daryl se sintió conmovido por esa hilera de dientes. ¿Cómo podía sentirse de esa forma con solo ver esa pequeña sonrisa? Ese pensamiento lo dejó aturdido y prefirió alejarlo de inmediato.

—Mis botas están muy sucias—comentó tras dejarlas al lado de la puerta—el suelo está muy limpio y no quiero ensuciar nada.

Daryl bajó la vista hacia sus pies y vio como los movía rítmicamente, se fijó en los huecos que portaba y deseó sacarselos y darles unos nuevos. Alice dio un par de pasos y volvió a adentrarse a la casa de dos plantas. El dulce aroma de galletas recién hechas llegó a sus fosas nasales, casi babea el suelo de lo hambrienta que estaba. La cocina estaba a plena vista de la entrada por lo que se quedó sorprendida al ver la de cosas que había. Soltó un silbido y se echó a andar hasta el lugar.

—Lo bien que vivían los ricos en este lugar—comentó sin darse cuenta, sus ojos se dirigieron hacia el fregadero y trotó hasta estar frente a el—como salga agua de ese grifo te juro por mi teta derecha que me da un patatus.

Daryl se quedó a cuadros al escucharla expresarse de esa manera, sin embargo no se quejó ni le molestó. Alice dio la vuelta a la rueda que da el agua fría y en cuanto salió un gran chorro de agua soltó un grito de felicidad.

—¡Sale agua!—exclamó para después dar saltitos desde su sitio—. Como puedes ver sigo vivita, así que mis pechos siguen en su lugar.

Daryl supo que aquella chica era muy rara.

—También tenemos luz—le informó en cuanto terminó de dar un gran trago del grifo.

Alice se giró para mirarlo y entrecerró los ojos, sin poder creerlo. Daryl con algo de gracia dio al interruptor y este encendió la bombilla de la cocina.

—Por un demonio—alegó la chica—no me digas que también hay wifi. Esta casa es de otro mundo.

Y era cierto, hacía tanto tiempo que no veía agua salir del grifo y mucho menos ver la electricidad funcionar. Lo que antes era común entre los humanos ahora era totalmente como una bendición.

—Claro que hay wifi—contestó con sarcasmo.

—Aaaaaaala—alargó la muchacha como si le haya contado que él saca fuego por el culo—. Tengo que actualizar facebook.

Entonces Daryo se echó a reír, dejando claro que lo del wifi era una completa mentira.

—Eres muy inocente Alice.

Dejó la vergüenza a un lado y se centró en lo bien que se escuchaba su nombre desde los labios de Daryl. Y lo dulce que era su risa.

STAR [Daryl Dixon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora