Capitulo 11

4.7K 464 58
                                    

Félix estaba cansado de que su novio no quisiera tener relaciones sexuales con él por lo que planeaba llevarlo a un club un tanto caliente, él había ido a éste varias veces estando soltero, estaba ubicado en el centro de la ciudad, muy cerca de los departamentos de ambos. Él pensaba que al entrar en este tipo de club el deseo sexual del rizado volvería o aparecería. El moreno pensaba que a él no le gustaba el sexo para nada, cuando en realidad era todo lo contrario, él tenía una obsesión con el acto carnal.

Cuando el moreno le pregunto por ir el de rizos le contesto que no quería, pero en realidad si quería, lo que no quería era que su novio se sintiera mal porque iba a tener una erección por alguien más que no fuera el de ojos más claros. Joaquín amaba ver bultos grandes como los que veía cuando iba a esa clase de club, pero no podía si iba con su novio, éste lo decepcionaría al instante, cuando le recordara que tenía pene chico.

La pareja peleó el resto de la noche, Félix ya estaba cansado de no conseguir nada sexual con el rizado, él creía que era un problema que afectaría a la pareja por lo que sugirió terapia de pareja, a esto Joaquín sí acepto.

...

>>Emilio se sorprendió cuando entró a su consultorio y vio a Joaquín sentado en la punta de su escritorio con sus piernas abiertas, uno de sus pies estaba apoyado en la silla donde comúnmente iban sentados sus pacientes, y el otro estaba sobre el aire, sus manos estaban apoyadas contra el escritorio, esto hacia que su cuerpo este inclinado hacia atrás. El rizado llevaba puesto solo una braga color rosa pálido y ésta hacia que el castaño no pudiera quitar la vista de aquella zona d su cuerpo. El de rizos más leves al notar esto sonrió de lado y aunque el de ojos oscuros no estaba viéndole el rostro pudo sentir que él lo hizo, sin saber cómo.

El mayor se acercó a él a paso lento mientras sentía su miembro endurecerse dentro de sus pantalones, la imagen que tenía frente a sus ojos lo ponía de sobre manera. Llevó su mano hasta su entrepierna y apretó su pene con la palma de esta, el de ojos más claros al notarlo amplió su sonrisa.

- Acuéstate sobre el escritorio, Joaquín. – ordenó Emilio con una voz más ronca de lo normal.

- Sí, papi. – la última palabra no fue dicha del todo, ya que salió más como un gemido.

El castañito se recostó sobre la fría madera siguiendo la orden de su papi, Emilio, por otro lado, dio la vuelta al escritorio, y abrió una de las gavetas de éste, de ella saco un consolador anal de color violeta y un pequeño paquete de lubricante, el castaño no sabía cómo era que este tipo de objetos había llegado hasta allí, pero lo que sí sabía era que le encantaría jugar con estos en el culo de su Joaquín.

Así que camino de vuelta alrededor del escritorio, con el consolador y el lubricante en su mano y lo elevó para que el de ojos miel pudiera verlo, este soltó un gemido cuando sus ojos se posaron en él, obviamente ansioso de que entré en él. Emilio sintió toda la sangre de su cuerpo dirigirse a su pene cuando escucho gemir ronco que había soltado anteriormente el otro chico y no pudo aguantar más, así que terminó de desnudar al rizadito, deslizando por sus esbeltas piernas las bragas color rosa pálido, que era la única prenda que cubría el cuerpo del menor.

El castaño más alto se posiciono entre las piernas del más bajo, volviéndolas a abrir y jadeó al ver la entrada de este, empapo el consolador con lubricante, ansioso por ya penetrar al más pequeño con el juguete y luego acerco el consolador al ano del rizado, despacio comenzó a penetrarlo con éste. Joaquín soltó un fuerte gemido cuando sintió el principio del juguete entrar en él, y luego unos cuantos más leves a medida que cenia las sensaciones que le provocaba las ondulaciones de éste.

Emilio esperó que el rizado se adaptara al juguete, mientras él desprendía su pantalón y lo bajaba junto a su ropa interior, deslizó su mano sobre su pene, moviéndola sobre este lentamente, desde la base hacia la punta, su mirada fija en la entrada del de rizos y el objeto dentro de él.

Cuando Emilio notó que el cuerpo del rizado se relajó, dejó de deslizar su mano por su miembro para llevarla hasta el juguete y comenzar a embestirlo con este, sacándolo y volviéndolo a meter en Joaquín, al principio lentamente y sin mucha profundidad, pero aumentando la velocidad a medida que pasaba el tiempo.

- ¿Emilio? ¿Estás bien? – el castaño volvió a la realidad, luciendo completamente aturdido, en cuanto escuchó el llamado de Joaquín. El rizado estaba apoyado sobre el escritorio con el ceño fruncido, mirándolo atentamente.

Él se había estad imaginando todo eso mientras el rizado le hablaba. ¡Él era el peor psicólogo del mundo!

Emilio movió un poco su cabeza, intentando quitar de su mente esos pensamientos. – Sí, disculpa, Joaquín. – sonrió amablemente y se removió incomodo en su asiento, tenía una gran erección en sus pantalones. - ¿Qué decías?

Joaquín sonrió amplio y se volvió a su asiento, sentándose como debería, Emilio pensaba que él sabía exactamente que había estado imaginando el castaño, pero quizás era solo él siendo paranoico.

- Decía que Félix piensa que deberías comenzar a ir a terapia en pareja, él dice que tengo un problema con el sexo porque no quiero tenerlo con él, cuando en realidad el problema es su pene. – el menor habló rápido, solo con su tono de voz se podía saber cuán molesto estaba por ello. Emilio soltó una fuerte risa, aunque se arrepintió de haberlo hecho ya que el rizado lo miró mal. – En fin, ¿haces terapia de pareja?

El castaño dudó por un momento, él no quería ver al chico de rizos con su novio, aunque luego de reflexionarlo mejor, pensó en que podría burlarse de alguna manera, indirectamente, de Félix. – No muy seguido, pero sí.

Joaquín sonrió ampliamente luego de contestarle con un "Genial, entonces vendremos contigo" y luego volvió a hablar sobre Félix y las peleas que había tenido.

A Short Penis ▪emiliaco▪ ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora