Capitulo 8

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Joaquín caminaba tranquilamente al consultorio del Dr. Marcos, esta vez él tiene el tiempo necesario para llegar, ya que no necesitó masturbarse antes de salir, había soñado de nuevo con Emilio, pero esta vez se pudo solucionar pensando en otra cosa, así que no fue cosa por la cual preocuparse.

Las fantasías o sueños que había tenido con el castaño se habían vuelto frecuentes y eso no le estaba gustando para nada. Una de las pocas veces que había vuelto a tener relaciones sexuales con Félix lo había llamado Emilio, él había explicado que estaba pensando en la consulta a la que debe ir mañana.

El de rizos cerró la puerta del lugar luego de entrar y saludó con empatía a la secretaria de su psicólogo, está le dio permiso de entrar después de unos minutos y él entró. Detrás de su escritorio estaba Emilio sentado, esta vez llevaba lentes y Joaquín creía que se veía precioso con ellos.

- Creo que ya tengo la solución a tu problema, deberíamos intentar cambiar tu adicción, antes de conocer a Félix tenías una adicción al sexo, ¿no? – Emilio elevó ambas cejas en cuestionamiento y Joaco asintió en respuesta. - podríamos cambiar el sexo por otra cosa.

El rostro del de rizos se deformó por completo. Él amaba el sexo, no creía que podrá cambiarlo por otra cosa. - ¡No quiero dejar de tener sexo! – casi gritó.

Emilio rio bajo. – No lo harás, solo dejaras de pensar en tenerlo todo el tiempo.

- Fácil, solo menciona que Félix tiene el pene chico y dejare de querer sexo. – Joaquín hizo una seña con una de sus manos, indicando que era algo obvio.

Emilio negó con un movimiento de cabeza. – No, sino pensaras tanto en el sexo como lo haces no te importaría tanto el tamaño del pene de tu novio, por eso...

Pero Joaquín dejó de escuchar...

- Joaquín, acércate.

El de rizos asintió confundido y obedeció, levantándose de su asiento y rodeando el escritorio que lo separaba del castaño. El de cabello más largo solo quedó mirándolo por varios minutos hasta que el rizado se sobresaltó por la mano de esté en su trasero, atinó a alejarse, pero el otro se adelantó e hizo más presión con su mano sobre su culo, empujándolo levemente hacia su escritorio.

- Inclínate. – le ordenó y aun confundido volvió a obedecer, recostando su abdomen sobre la madera del escritorio y dejando su trasero en alto para Emilio.

Sintió como la mano de su psicólogo se movía por su culo, pero, rápidamente, fue hasta la parte delantera de su cuerpo y comenzó a desprender su pantalón, cuando lo logró lo bajo hasta las rodillas lentamente, dejándolo solo en ropa interior. Tanteó con avidez sobre su miembro y bodas, Joaquín soltaba leves gemidos y su respiración estaba bastante agitada, movió su pelvis hacia delante, intentando buscar más contacto de la mano de Emilio, pero a esté no le gusto para nada.

- Quieto. – le susurro cerca del oído de forma autoritaria y de golpe pegó su cuerpo, apoyando su erección contra el trasero ajeno.

El castaño mordió el lóbulo de la oreja del otro rizado, alejando su mano del miembro del chico, la llevo hasta la cinturilla de su bóxer y comenzó a descenderlo por las piernas de éste hasta la altura de sus rodillas. El de ojos más oscuros movió su cadera, haciendo que su bulto haga más fricción con el trasero, ahora, desnudo de Joaquín, este soltó un fuerte gemido y se acomodó mejor sobre la mesa, tomando con sus manos la otra punta de está.

El Dr. Marcos sonrió victorioso al escuchar el gemido del otro chico y comenzó a bajarse su propio pantalón con cierta rapidez, cuando lo hizo prosiguió con su ropa interior. Ya completamente sin ropa, abrió uno de los cajones de su escritorio y tomó de éste lubricante, empapó su pene con él, el castaño no creía que, hacia falta de prepararlo, así luego de haber lubricado su miembro lo suficiente agarró con sus manos ambas mejillas del culo del de rizos y las separó, y con un movimiento pélvico, un tanto brusco, penetró al de rizos, esté soltó un fuerte gemido.

Luego de varios segundos de haber estado quiero dentro de él empezó a embestirlo con fuerza y rapidez. El cuerpo del de rizos chocaba de una forma excitante y violenta contra la manera del escritorio del castaño.

- Emilio, sí. – la voz del de rizos sonó ronca y el sí salió más como un gemido que como una palabra entendible.

- Suena que estás muy interesado en hablar sobre tu infancia. – Emilio soltó una risa, intentando sonar como que el gemido del de rizos no le había afectado pero su miembro no intentaba fingir aquello, a que se estaba poniendo duro dentro de sus pantalones.

El menor se alteró al darse cuenta que tenía una gran erección y que había dicho en voz alta lo que pensó que solo se quedaría en su imaginación.

- ¿Sobre mi infancia? – Joaquín frunció el ceño, ladeando un poco la cabeza. Su pene no estaba poniéndose duro, esté ya lo estaba y desde hace ya un tiempo.

- Claro. ¡Te acabo de decir que quizás tu adicción al sexo la haya provocado algo que te sucedió en la infancia!

- Perdón, es que no te presté atención. – el de rizos más chicos corrió la mirada y se removió en su lugar incomodo, nervioso y muy excitado.

A Short Penis ▪emiliaco▪ ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora